La ruina que provoca el invierno no es de ayer, y si hoy se evidencia como una catástrofe nacional es porque a las clases dirigentes no les ha interesado dar soluciones estructurales al problema, siempre han actuado de manera coyuntural e improvisada.
A la redacción de Notas Obreras no le conturba el ánimo el que sus planteamientos reciban el rechazo o la indiferencia de las camarillas sindicales y políticas; sus desvelos se orientan a que las tesis políticas e ideológicas que defiende interpreten el sentir de la masa vapuleada y, en primerísimo lugar, el de la clase de los asalariados.
Amigo lector, el presente folleto compendia los artículos escritos desde el 1º de febrero del presente año para la página de Internet Notas Obreras, y la carta que la mayoría de los actuales miembros de su Consejo Editorial le dirigieron al Comité Ejecutivo Central del Moir, el 8 de octubre de 2003.
En las últimas semanas el país ha presenciado cómo se agudiza la reyerta de las dos mayores facciones del Polo Democrático Alternativo.
Al impulso de los titulares de prensa y de los discursos, Colombia está envuelta en las fumarolas de “la unidad nacional”, que de manera tan pomposa anunciara Juan Manuel Santos.
Los Santos y angelinos prometen un futuro paradisiaco de convivencia y acuerdo, de prosperidad para todos. La gran prensa, los distintos partidos políticos, oficialistas y de oposición, los comentaristas, los académicos interesados y los interesados sin academia han corrido a sumarse a la vocinglería de la unidad nacional de Juan Manuel Santos.
La llamada ola verde resultó, en buena medida, espuma, y su candidato, el profesor Mockus, demostró una curiosa capacidad para espantar seguidores con sus planteamientos en cada aparición pública. Todo indica que el 20 de junio se ratificarán los resultados de la primera vuelta. Sobre las firmas encuestadoras quedaron grandes interrogantes y hacia el futuro será muy difícil volver a creer en la seriedad de la que se ufanan.
Con la propuesta de pasar de la Seguridad Democrática a la “Legalidad Democrática” y con el impulso de los medios, el profesor Mockus ha despertado el fervoroso entusiasmo de la clase media de los centros urbanos, en especial de la juventud, y promete poner fin a un período en el cual Uribe, otro santón, instauró un reinado antipatriótico, tiránico y corrupto bajo la premisa de que todo valía con tal de liquidar a la guerrilla.
En el colmo del cinismo Santos pregona que no cesará en la defensa de las políticas de derechos humanos y que hará un “ejercicio moral del poder”. Promesa que más parece una humorada de mal gusto dadas sus ejecutorias, citadas aquí apenas por encima.
En la presente contienda, por primera vez, Mockus representa a un partido político. Cuando él, Peñalosa y Garzón se juntaron lo hicieron porque estaban identificados pues la política que habían desarrollado desde la alcaldía de Bogotá durante 13 años había sido una sola: la entrega de la ciudad al capital monopolista.