Notas sobre América Latina
El primer deber de los obreros colombianos y del resto de nuestro pueblo en esta hora aciaga para el hemisferio es lanzar junto con los hermanos venezolanos el grito que ayer retumbó en Caracas: ¡Gringos, hands off! ¡Gringos saquen sus manos de Venezuela!
Notas Obreras considera un gravísimo error de la izquierda comprometerse con las fórmulas artificiosas con las que el imperialismo encubre este nuevo asalto sobre un país de América Latina, y llama a los dirigentes sinceros y a las bases de las organizaciones comprometidas en semejante desatino a exigir una inmediata rectificación. No sobra recordarles a esas colectividades, parafraseando a Marx, que quien se presta a oprimir a otro pueblo está forjando sus propias cadenas.
Es imperativo en este momento para cualquier demócrata, para cualquier persona o Partido que se precie de progresista, para cualquier sindicato, que defienda los intereses de los obreros y del pueblo, es rechazar sin ambages esta infame agresión. Notas Obreras condena el complot imperialista contra el pueblo y el gobierno venezolanos.
En horas de la tarde del 5 de marzo murió en Caracas el presidente de Venezuela Hugo Chávez Frías, después de una prolongada enfermedad.
Este es un buen momento para denunciar el olvido y la indiferencia en que el Estado ha tenido a estos obreros que extraen de las entrañas de la tierra la mayor riqueza con que cuenta el país y que se sintetiza en la frase “el cobre es el sueldo de Chile”, y para reclamar condiciones laborales dignas y control y fiscalización a las empresas privadas.
Los representantes obreros continúan con sus demandas al gobierno de García, piden la derogatoria de los decretos pro imperialistas, la libertad para los mineros artesanales enjuiciados y detenidos injustamente y cese de persecución a dirigentes sindicales.
Los pueblos del continente deben levantar la bandera de la autodeterminación nacional como el único camino para buscar su progreso y su bienestar.
Obama tira la piedra y esconde la mano
Por Alfonso Hernández
El pasado domingo 28 de junio, en horas de la madrugada, tropas del ejército asaltaron la residencia del presidente de la República de Honduras, Manuel Zelaya Rosales. Después de desarmar a la guardia, procedieron a secuestrar al mandatario, a quien luego expulsaron del país y dejaron en Costa Rica. Los golpistas suspendieron todas las emisiones de radio y televisión y cortaron la energía eléctrica con el claro propósito de aislar a los ciudadanos hondureños del mundo.
Una vez sabida la noticia, obviamente, todas las miradas se dirigieron a Washington. En la reunión del Consejo Permanente de la Organización de Estados Americanos, el embajador de Honduras, Carlos Sosa, destacó la semejanza de este asalto con los llevados a cabo, bajo el patrocinio de los Estados Unidos, contra los gobiernos de Jacobo Arbenz en Guatemala y de Salvador Allende en Chile. Por su parte, el embajador de Venezuela, Roy Chaderton, denunció las actividades antigubernamentales en Honduras de Otto Reich, alto funcionario de la secretaría de Estado en los años ochentas y, como tal, promotor de los Contras de Centroamérica, y, posteriormente, embajador en Venezuela, cargo desde el cual promovió, en 2002, el golpe de estado contra Hugo Chávez Frías. Además, en la primera rueda de prensa en suelo costarricense, Manuel Zelaya, conocedor de la obsecuencia de los chafarotes de su país con el Pentágono, sostuvo que si el golpe no tenía el respaldo de los Estados Unidos no se sostendría ni siquiera 48 horas.
A finales de 2007 y comienzos de 2008, el mundo veía cómo los precios de los alimentos subían cada día y se hablaba de una supuesta escasez mundial debido al aumento de la demanda.