Identidades de los desavenidos polos del Polo

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En las últimas semanas el país ha presenciado cómo se agudiza la reyerta de las dos mayores facciones del Polo Democrático Alternativo.

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En las últimas semanas el país ha presenciado cómo se agudiza la reyerta de las dos mayores facciones del Polo Democrático Alternativo. La organización que se presentó como ejemplo unitario de la izquierda moderna, la que ofreció ser capaz de superar las sempiternas divisiones causadas por “dogmas”, hoy se enfrenta internamente con virulencia. En honor a la verdad, ha cumplido en parte, ya que en sus pugnas no menudean los postulados de principios sino los apetitos, la contemporización de ambos bandos con las fuerzas uribistas y santistas, y comienzan a asediarla los escándalos de corrupción, mal tan propio de un régimen al que el Polo busca sostener, en vez de derribar.

Nadie debería extrañarse. Ya desde su gestación, el Polo y los movimientos que lo precedieron expresaron su renuncia a cualquier propósito de transformar de veras la sociedad colombiana; dejaron en claro que capitulaban ante un estado de cosas basado en la explotación y la opresión, limitaron sus consignas políticas al “alivio” de las más terribles consecuencias del sistema imperante. Eso lo reitera uno de sus ideólogos, Carlos Gaviria Díaz, quien sostiene que la tarea de la izquierda hoy no consiste en ser revolucionaria, sino reformista; y, citando a Amartya Sen, dice que apenas “se trata de erradicar las injusticias más evidentes…que la sociedad sea menos vergonzosa”

Abandonados los grandes ideales, reducidas las reivindicaciones a aquellos maquillajes “sociales” del Banco Mundial y de las instituciones de caridad de la gran burguesía, ¿por qué no entregarse a sacar provecho del sistema “de las injusticias evidentes” y “vergonzosas”? Así, las agrupaciones de oposición se convierten en nidos de logreros y de arribistas; la palabra izquierda pierde el significado insurrecto que le otorgó la Revolución Francesa y adquiere uno contrario: el de que el Estado tiránico actúa con dos manos, la diestra y la siniestra. Esta descomposición es la que se hace patente en el Polo, del cual se predicaba no hace mucho que quien estuviera en contra de las toldas uribistas y no militara con los Petros y los Robledos, los Garzones o los Gavirias, estaba loco o cooperaba con el oficialismo. Qué lejanos parecen esos tiempos, y qué gratificante es la situación para quienes no se dejaron arrastrar por la marejada oportunista y mantuvieron una posición de principios, a pesar de la irrisión de los noveleros políticos y de las dificultades, esas sí serias, de una correlación de fuerzas tan desventajosa, de la cual apenas se vislumbra un cambio.

En la refriega por el control del Partido, Gustavo Petro reforzó las acusaciones de corrupción que han venido sonando desde hace meses. El ex candidato presidencial mostró cómo se ha concentrado la contratación en Bogotá, aseveró que un grupo de amigos y clientes de la familia Moreno se han lucrado de esos vínculos y denunció que los beneficiarios son en buena parte grupos de uribistas. También señaló que la Alcaldía ha privilegiado los contratos a dedo sobre la licitación; explicó que en vez de adelantos del 25%, los usuales, la Administración de Samuel Moreno los incrementó al 40%. Ya Caracol Radio había dado a conocer grabaciones que pueden comprometer seriamente al burgomaestre y a su hermano el Senador, pues en ellas se afirma que Iván Moreno ha exigido una coima de seis por ciento por cada contrato asignado. Daniel Coronell y otros periodistas comprobaron que Iván Moreno y algunos de sus socios tienen cuentas en Miami y en las Islas Vírgenes, un paraíso fiscal de esos en los que las multinacionales, los especuladores financieros y la mafia esconden sus dineros para evadir impuestos o burlar investigaciones. Aunque aún no estén probadas las denuncias de peculado y soborno, es evidente que los portaestandartes del Polo no se comportan como dirigentes democráticos y que su conducta se parece mucho a la de los potentados más descompuestos.

La respuesta del Comité Ejecutivo de ese partido a tamañas imputaciones consistió en tratar de desvirtuarlas calificándolas de conspiración de la extrema derecha. Pero surge una pregunta inevitable: ¿Cuál extrema derecha? En Colombia ésta se agrupa principalmente en la U, que lideran Uribe y Santos, lo que no les niega tal carácter al Conservatismo, al Liberalismo y al PIN. No hay duda de que Gustavo Petro ha mostrado una fuerte inclinación a aliarse con esos sectores, a contemporizar con las políticas de Santos. ¿Pero cuál ha sido la actitud de los que lo sindican de colaboracionismo? Resulta que Samuel Moreno, el Alcalde que representa las tendencias de Jorge Enrique Robledo y Jaime Caicedo, ha gobernado desde el comienzo en coalición con los partidos de la U y Liberal. No sólo eso: ha favorecido desvergonzadamente a los monopolios. Dejemos que uno de los miembros del Comité Ejecutivo del Polo y adversario de Petro lo explique. El concejal y dirigente del ala “dura” de esa agrupación, Jaime Caicedo, Secretario General del Partido Comunista, haciendo una confesión tardía y que no implica ningún ánimo de enmienda, pero que es valiosa por la sinceridad, sostuvo que si por algo se puede reclamar a los alcaldes del Polo en Bogotá es por “prestarse a cohabitar la administración distrital con representantes de la derecha tradicional, sin atreverse a enfrentar el modelo imperante y sin empoderar y dar medios de control a la base popular. Estamos ante un poder permanente de la ciudad, en cabeza de un puñado de grandes capitalistas, contratistas y burócratas del establecimiento, que siguen mangoneando a su antojo los recursos públicos y el poder político, frente a un poder transitorio representado por el alcalde que no logra zafarse de la maraña burocrática y política tendida con habilidad y precisión para atar el progreso de la ciudad”

También dijo que “…estos contratistas son los mismos que actúan como un cartel en toda la contratación del país. El asunto está en el sistema de contratación que las oligarquías han impuesto en Colombia, diseñado para que ellas mismas se favorezcan a través de un complejo pero eficiente entramado que implica aparente solidez financiera e influencia en los poderes políticos nacionales para acumular capital bajo una modalidad parasitaria y mafiosa. Ninguno de esos contratistas hoy señalados es miembro del Polo, pero ellos sí financian a diversos grupos uribistas y algunos de ellos monopolizan contratos viales y de obras públicas incumplidas en el país”. A eso ha conducido el “reformismo” polista.

Reconoce, pues, Caicedo que las administraciones del partido amarillo en Bogotá no han hecho nada distinto que consolidar la hegemonía de los monopolios y de los partidos reaccionarios, que han satisfecho los apetitos de los grupos oligárquicos, los cuales acumulan capital con modalidades parasitarias y mafiosas. Además, las administraciones del Polo facilitan la financiación de la tropilla uribista. Es imposible agregar una sola palabra a esta caracterización certera, basada en hechos irrefutables, de lo que es el Polo Democrático Alternativo. ¿Qué autoridad moral tienen quienes acusan a Petro de santista siendo que ellos mismos han mantenido un contubernio con el uribismo en Bogotá? Lo que se debe reconocer es que la famila Moreno, con el respaldo abierto o solapado de sus auspiciadores, Robledo y Caicedo, se le anticipó a Gustavo Petro en la alianza con el Partido de la U y el Liberal; son pioneros también de la “unidad nacional” santista.

Comentario aparte merece la conducta política de senador Robledo, más ladino que su socio Caicedo Turriago, no es amigo de sinceridades; prefiere los disimulos, la vista gorda, el lavatorio de manos. Habla de las privatizaciones del gobierno nacional mientras guarda un silencio cómplice con respecto a la de la ETB; dice criticar el favor a los potentados de parte de Andrés Felipe Arias y alcahuetea el que se lleva a cabo en el Distrito; se escandaliza por las intentonas de Petro de aliarse con Santos, pero se hace el desentendido con respecto a la gran manguala de su alcalde con la U y el Partido Liberal. A este personaje es a quienes algunos despistados consideran riguroso y radical.

Su más reciente astucia consiste en mantener el apoyo a Samuel Moreno —si el Polo se derrumba, se quedaría sin el umbral electoral, tan preciado— alegando una conspiración de la derecha; pero, conocedor de éste y de su hermano Iván, ya que han sido sus aliados políticos por años, decide no meter las manos al fuego por ellos —sus razones tendrá—, pues teme que todas las inculpaciones resulten comprobadas irrefutablemente; por ello prepara afanosamente una vía de escape, para lo cual se descarga de la responsabilidad política que tiene con la Administración Distrital: “Que quien tenga acusaciones que las haga, que quien tenga que defenderse que se defienda y que quien resulte condenado que condenado se quede”. Difícil encontrar mayor muestra de frescura. Ese es el partido que le presentan al pueblo colombiano como la alternativa a los empotrados en el poder: uno cuyos dirigentes piden los votos y ofrecen transformaciones, alivios; y cuando surgen gravísimos cargos contra los más altos funcionarios, los jefes responden, “yo no fui”, “no tengo la culpa”, “no es mi problema”. Harta agudeza mostró Vladdo al caricaturizar la fingida inocencia y el auténtico cinismo del senador Robledo. Definitivamente, se equivocan de cabo a rabo en materia de ornitología política quienes se han tragado el cuento de que este parlamentario es un águila; se trata apenas de otro de los avestruces que pululan en nuestro mundillo político. El Polo, con su ambiente concertador y oportunista, no propicia la evolución de las especies de alto vuelo, sino de las rastreras.

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