Gobierno del cambio: ¿peón de brega de los Estados Unidos?

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En el contexto de las crecientes tensiones que vive el planeta este paso del gobierno que se proclama “potencia mundial de la vida” no es cosa nimia, pues involucra de manera directa al país en un conflicto en el cual el propio Petro ha comparado el genocidio en Gaza con el Holocausto de los nazis. Empero, lo que muestran los hechos es que le está prendiendo una vela a Dios y otra al diablo.

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Por Francisco Cabrera

El pasado 27 de enero, el Servicio de Distribución de Información Visual de Defensa de los Estados Unidos, DVIDS, por sus siglas en inglés, informó que Colombia se unió a las Fuerzas Marítimas Combinadas en Medio Oriente como miembro número 41: “Es un privilegio tener a Colombia como parte oficial de la CMF”, dijo el vicealmirante Brad Cooper, comandante de la CMF [siglas en inglés de esa fuerza], “Damos la bienvenida a los colombianos a la coalición naval internacional más grande, dedicada a la seguridad y estabilidad marítima en el Medio Oriente, y a proteger algunas de las vías fluviales más importantes del mundo”. La noticia se produjo desde Manama, capital de Bahreín, en el Golfo Pérsico, sede del centro de operaciones de la Quinta Flota, la base militar más grande de los Estados Unidos en esa región, con cerca de 20 buques de guerra, 15.000 hombres embarcados y 1.000 en tierra.

La Armada colombiana publicó con alborozo la noticia en su página web el 31 de enero, la cual, pese a sus graves implicaciones, pasó desapercibida:

La Armada de los Estados Unidos que lidera esta fuerza marítima considerada la de mayor influencia a nivel mundial, fue la encargada de invitar a Colombia a ser parte de este selecto grupo integrado por 41 países, que tiene como principal objetivo garantizar la seguridad de las líneas de comunicación marítima de los océanos y mares del mundo.

Particularmente esta fuerza focaliza sus operaciones en el Mar Mediterráneo, Mar Rojo, el Golfo Arábico y el Golfo de Adén, donde combate diferentes delitos transnacionales especialmente la piratería, el contrabando y el tráfico de armas, permitiendo de esta manera el libre tránsito del comercio marítimo y la protección de las líneas de comunicación marítimas en este corredor que conecta al mundo.

Si bien, la mayoría de sus operaciones se realizan en esta zona del mundo, abre una oportunidad para que la Armada de Colombia lidere esfuerzos de seguridad en los mares del continente americano.

La noticia muestra que se trata de una decisión tomada con plena conciencia y no deja duda alguna de con quién está alineado en la arena internacional el gobierno de Gustavo Petro. Aunque se oculta un detalle clave: según el Departamento de Defensa de los Estados Unidos, en una gira por varios países del Medio Oriente a finales de 2023, el Secretario de Defensa, Lloyd J. Austin, lanzó la operación “Guardián de la Prosperidad” bajo el paraguas de la Fuerza Marítima Combinada, dirigida a asestar golpes a las milicias hutíes de Yemen, las cuales iniciaron ataques a barcos relacionados con Israel que transitan por el Golfo de Adén y el Mar Rojo[1]. Las heroicas acciones de los hutíes apoyan al pueblo palestino, víctima del genocidio que comete el gobierno sionista de Benjamín Netanyahu.

Los hutíes de Yemen son una fuerza político militar de orientación chiita, enemiga de los gobiernos de Israel y de los Estados Unidos. Imagen: Mohammed Huwais/AFP/Getty Images

En el contexto de las crecientes tensiones que vive el planeta este paso del gobierno que se proclama “potencia mundial de la vida” no es cosa nimia, pues involucra de manera directa al país en un conflicto en el cual el propio Petro ha comparado el genocidio en Gaza con el Holocausto de los nazis. Empero, lo que muestran los hechos es que le está prendiendo una vela a Dios y otra al diablo.

El Mar Rojo y el Golfo de Adén son la región en la que se desarrollan las operaciones de la Fuerza Marítima Combinada. Los puntos rojos muestran las zonas en las que se han producido las acciones de los hutíes en contra de embarcaciones relacionadas con Israel como apoyo al pueblo palestino. Imagen: elindependiente.com.
Por las rutas que cruzan el Canal del Suez y el Estrecho de Bab el Mandeb transita cerca del 15 % del comercio marítimo global, incluyendo el 8% del comercio mundial de cereales, el 12% del comercio de petróleo y el 8% del comercio mundial de gas natural licuado. La ruta alterna, por el Cabo de Buena Esperanza representa mayores tiempo y costos. Imagen y cifras: elindependiente.com.

Por un lado, ha condenado la ocupación de palestina por Israel, y, recientemente, ordenó suspender la compra de armas a ese país cuando se supo que su ejército disparó contra una muchedumbre hambrienta que se agolpaba buscando alimentos tras un convoy que repartía ayuda, hecho que dejó 118 civiles asesinados y 760 heridos. Pero, por otro lado, al aceptar ingresar a la Fuerza Marítima Combinada decidió jugar el papel de peón del imperialismo norteamericano, el principal patrocinador del genocidio que ya cobra más de 100 mil víctimas entre muertos y heridos, cerca del 70 % mujeres y niños. Cuando los sionistas iniciaron la destrucción de Gaza, Biden, para disuadir a sus enemigos de intervenir en favor de los palestinos, ordenó el emplazamiento frente a la Franja de los portaaviones de propulsión nuclear Gerald Ford, capaz de transportar 75 aviones de combate y 4.600 tripulantes, y el Eisenhower, con capacidad para 90 aeronaves y 5.000 personas, dos de las más poderosas naves de guerra del imperio. Biden y sus socios de la OTAN han sido sordos frente al clamor universal que exige el cese de la brutal carnicería y se aferran a la defensa a toda costa de Israel, su enclave militar.

La estrategia guerrerista del imperialismo estadounidense

Que el tío Sam es el imperio más belicista de la historia lo demuestra un informe del Servicio de Investigación del Congreso norteamericano, titulado Intervenciones de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos en el extranjero, 1798-2023, el cual registra 469 desde 1798. De todas estas, cerca de 400 se hicieron después de que ese país emergiera como una potencia imperialista a finales del Siglo XIX y comienzos del XX. Después del derrumbe de la Unión Soviética el imperialismo gringo, ya como potencia hegemónica, lanzó por lo menos 251 intervenciones militares entre 1991 y 2022, es decir, más de la mitad de todas las que se encuentran registradas. Hay que aclarar que en innumerables conflictos a lo largo y ancho del planeta no recogidos en esas cifras, la participación de los Estados Unidos se da sin la presencia de sus tropas. En Ucrania, por ejemplo, en su afán por cercar a Rusia instigaron el golpe de estado que en 2014 derrocó al presidente Víktor Yanukóvich, aliado del Kremlin, y montaron en el poder un gobierno títere que les facilitara integrar ese país a la OTAN, pese a las advertencias de Putin de que eso se convertiría en casus belli. Fue así como Ucrania pasó a ser el escenario de una guerra entre la OTAN, liderada por Estados Unidos, de un lado, y Rusia del otro, en la que buena parte de los muertos los ha puesto el pueblo ucraniano.

Si bien los conflictos que hoy ocupan la atención de Washington se ubican en Ucrania y el Medio Oriente, China es considerada su principal amenaza estratégica. El gigante asiático ya es el primer país exportador y el segundo importador del mundo, y según el Foro Económico Mundial, a comienzos de 2014 había firmado más de 200 acuerdos de cooperación con cerca de 150 países y 30 organizaciones internacionales, que suman inversiones por más de un billón de dólares, dentro de su iniciativa conocida como la nueva ruta de la seda, consistente en la construcción de grandes proyectos de infraestructura para impulsar el comercio con Asia, Europa, África e incluso con América Latina. Así mismo, esa iniciativa “ha convertido a China en el mayor cobrador de deudas del mundo”.

La teoría marxista señala que el desarrollo desigual es una ley del capitalismo. Lenin, a su vez, precisó que en su etapa última, el imperialismo, se agudizan especialmente todas las contradicciones propias del régimen capitalista; señaló, además, que la lucha por los mercados para dar salida a las mercancías y exportar los capitales, la lucha por zonas de influencia y por las fuentes de materias primas, hace que inevitablemente se produzcan de manera periódica guerras imperialistas por un nuevo reparto del mundo, puesto que:

(…) bajo el capitalismo no puede haber otra base ni otro principio de reparto que la fuerza. El multimillonario no puede repartir con alguien la “renta nacional” de un país capitalista sino en proporción “al capital” (añadiendo, además, que el capital más considerable ha de recibir más de lo que le corresponde). El capitalismo es la propiedad privada de los medios de producción y la anarquía de la producción. Predicar una distribución “justa” de la renta sobre semejante base es proudhonismo, necedad de pequeño burgués y de filisteo. No puede haber más reparto que en proporción “a la fuerza”. Y la fuerza cambia en el curso del desarrollo económico. Después de 1871, Alemania se ha fortalecido tres o cuatro veces más rápidamente que Inglaterra y Francia. El Japón, unas diez veces más rápidamente que Rusia. No hay ni puede haber otro medio que la guerra para comprobar la verdadera potencia de un Estado capitalista. La guerra no está en contradicción con los fundamentos de la propiedad privada, sino que es el desarrollo directo e inevitable de tales fundamentos. Bajo el capitalismo es imposible el crecimiento económico parejo de cada empresa y de cada Estado. Bajo el capitalismo, para restablecer de cuando en cuando el equilibrio roto, no hay otro medio posible más que las crisis en la industria y las guerras en la política.[2]

Como manifestación de esa Ley del desarrollo desigual los hechos demuestran que los Estados Unidos son una potencia en declive y China la que asciende. Por ello, tras el colapso de la Unión Soviética el principal objetivo estratégico del imperialismo norteamericano ha sido impedir que surja un país que le dispute la hegemonía ostentada hasta ahora y China ya representa esa amenaza. Así lo hacen saber sus líderes políticos y sus estrategas militares. Lloyd Austin, secretario de defensa, lo plantea de la siguiente manera en el documento titulado 2022 Estrategia de Defensa Nacional:

La República Popular China sigue siendo nuestro competidor estratégico más importante en las próximas décadas. He llegado a esta conclusión basándome en las acciones cada vez más coercitivas de la República Popular China para remodelar la región del Indo-Pacifico y el sistema internacional para adaptarlo a sus preferencias autoritarias, junto con una profunda conciencia de las intenciones claramente declaradas de la República Popular China y la rápida modernización y expansión de su ejército. Como señala la Estrategia de Seguridad Nacional del presidente Biden, la República Popular China es “el único país que tiene la intención de remodelar el orden internacional y, cada vez más, tiene el poder económico, diplomático, militar y tecnológico para hacerlo”.

En la medida en que crecen las tensiones entre las potencias, estas elevan el gasto militar y se disparan las acciones de sus empresas de la industria militar. Según cifras del Instituto Internacional de Investigación de la Paz de Estocolmo, en un informe del 24 abril 2023, el gasto militar mundial rompió máximos históricos al llegar a 2,24 billones de dólares, de los cuales el 56 % corresponden a China, Rusia y Estados Unidos. Entre 2000 y 2022 el gasto mundial creció 85,31 %. Europa Central y Oriental tuvieron en 2022 el aumento interanual más grande en 30 años tras la guerra en Ucrania. Sumado el gasto militar de los miembros de la OTAN ascendió a 1,23 billones de dólares.

Países con mayor gasto militar
En miles de millones de dólares

PaísGasto militar
Estados Unidos877.000
Europa Central y Occidental344.999
  – Reino Unido68.500
China292.001
Rusia86.400
India81.400
Arabia Saudí75.000
Japón46.000
Fuente: base de datos del Instituto Internacional de Investigación de la Paz de Estocolmo, SIPRI.

El SIPRI registra que las importaciones de armas por los países europeos se incrementaron en un 94 % entre 2014 y 2023 y más de la mitad provienen de los Estados Unidos que son, junto con Francia, los mayores exportadores; Rusia, que era el segundo exportador pasó a un tercer lugar, pues en medio de la guerra en Ucrania está destinando buena parte de su producción a la guerra. El reporte del SIPRI informa que la India, la otra potencia emergente de Oriente es el país que más está importando armas en el mundo. Cuanto más soplan los vientos de guerra más suben en la bolsa las acciones de las poderosas multinacionales del complejo militar industrial y mayores son sus utilidades.

El gobierno del cambio se alistó en el bando del imperialismo norteamericano

En este contexto, descrito a grandes trazos, fue que el actual gobierno decidió incluir a la Armada en una fuerza multinacional adscrita a la Quinta Flota de los Estados Unidos utilizada como paraguas para atacar a los rebeldes que combaten contra el sionismo israelí en el Medio Oriente. Es costumbre de todos los imperios reclutar tropas en sus colonias para sus aventuras expansionistas y no es la primera vez que el país presta sus soldados para infames expediciones. Ya lo hizo en la guerra de Corea bajo el gobierno de Laureano Gómez. Lo nuevo es que en la estrategia del Departamento de Defensa estas “alianzas” son consideradas su “mayor ventaja estratégica” como lo expresa Lloyd Austin en el documento ya citado:

Las alianzas y asociaciones de beneficio mutuo son nuestra mayor ventaja estratégica global y son el centro de gravedad de esta estrategia. Fortaleceremos las principales arquitecturas de seguridad regional con nuestros Aliados y socios sobre la base de contribuciones complementarias; operaciones combinadas y colaborativas y planificación de fuerzas; mayor inteligencia e intercambio de información; nuevos conceptos operativos; y nuestra capacidad de recurrir a la Fuerza Conjunta en todo el mundo.

En América Latina la encargada de forjar esa “arquitectura de seguridad regional” ha sido la general Laura Richardson, jefe del Comando Sur, quien cumple la tarea moviéndose intensamente como Pedro por su casa por todo el continente. Ella no ha ocultado que el interés principal de los Estados Unidos es asegurar el control de su patio trasero, de sus recursos estratégicos y de su mercado frente a sus competidores, especialmente China. En una noticia que pasó desapercibida en el país, la página del Comando Sur, informó sobre la realización de la Conferencia de Defensa Sudamericana 2023 (SOUTHDEC 23), el 25 de agosto de ese año, la cual reunió a altos oficiales de Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, Guyana, Paraguay, Perú, Surinam y Uruguay. Allí la voz cantante la llevó la señora Richardson quién aleccionó:

Las actividades malignas de las organizaciones criminales transnacionales, Irán y nuestros competidores estratégicos, China y Rusia, persisten (…) la terrible situación en Venezuela arroja una larga sombra sobre la región. (…) Los actores estatales malignos como China, Rusia, Irán —junto con grupos cibercriminales y hacktivistas no estatales— operan en la zona gris, por debajo del umbral de un conflicto armado, mientras despliegan herramientas avanzadas y de bajo costo para influir, socavar y desestabilizar las sociedades (…) Rusia, China e Irán también están tratando de manipular a las poblaciones de países socios regionales mediante campañas de desinformación y actividades cibernéticas malignas. A través de estas campañas, Rusia, China e Irán continúan apoyando a los regímenes autoritarios de Nicaragua, Venezuela y Cuba. (…) Estas actividades cibernéticas malignas plantean una profunda amenaza a las normas internacionales y a nuestra seguridad colectiva. (…) El cambio climático ha hecho que nuestra capacidad de responder rápida y colectivamente a los desastres sea imperativa (…) Juntos somos el Equipo Democracia. Un equipo de aliados y socios con ideas afines comprometidos a trabajar en todos los ámbitos y fronteras para garantizar un hemisferio occidental y un mundo libres, seguros y prósperos, para nuestra generación y las generaciones venideras.”

Pero no es solo la señora Richardson. Por la casa de Nariño han pasado los directores de la CIA, William Joseph Burns y de la NASA, Bill Nelson, el general Evan L. Pettus, comandante de las Fuerzas Aéreas del Sur, todos comprometidos con la seguridad nacional, no de Colombia, sino de la superpotencia, por supuesto. En temas económicos es de destacar la participación y los compromisos de Petro en la primera cumbre de la Alianza para la Prosperidad Económica en las Américas (APEP, por su sigla en inglés), convocada por Biden para atar la yunta de sus socios más fieles en el continente.

Si volvemos sobre la noticia de la Armada vemos que allí no solo se celebra el ingreso a la Fuerza Marítima Combinada, sino la “oportunidad que se abre” para que “Colombia lidere esfuerzos de seguridad en los mares del continente americano”, sobra aclarar al servicio de quién. En Antípoda hemos llamado la atención sobre los pedidos de Petro a la general Richardson de apoyo militar para el “cuidado de la Amazonía” y sobre la vía libre que dio a la construcción de una base militar financiada por Estados Unidos en Gorgona, como parte de una cadena de radares en las islas del Pacífico desde Costa Rica hasta Ecuador. Advertimos también sobre sus pedidos a Biden de “cambio de deuda por acción climática”, una trampa mediante la cual el capital financiero se apodera de zonas de gran valor estratégico, como sucedió recientemente con la entrega del archipiélago de Las Galápagos por el gobierno de Lasso en Ecuador. Consideramos que son todos pasos que avanzan en la misma dirección, así Petro los revista con su autoproclamado papel de apóstol salvador de la humanidad frente a la catástrofe del cambio climático. Se trata de asuntos que comprometen seriamente la soberanía nacional y la integridad territorial y ponen al país de peón del ajedrez en el que el imperialismo norteamericano se juega su suerte frente a las potencias rivales.

Después del zarpazo sobre Panamá, nunca la integridad nacional había estado tan comprometida. Y nunca como ahora ha sido tan urgente la conformación de un frente patriótico capaz de aglutinar a las amplias masas de trabajadores de la ciudad y el campo, a los pequeños y medianos productores y a todos aquellos dispuestos a luchar por el progreso independiente de la nación y por el bienestar del pueblo. En medio de las tormentas que agitan la situación internacional esa lucha exige que, como lo sostuvo Notas Obreras en el pasado congreso de la CUT, Colombia procure acercarse a los países o bloques de países que impulsan políticas orientadas a desasirse o que, de hecho, debilitan en uno u otro aspecto el control hegemónico político, militar, monetario de los Estados Unidos como es el caso de los Brics.”


[1] Son varios los reportes de la página web del Departamento de Defensa que hacen mención a las acciones contra los hutíes desplegadas por la Armada de los Estados Unidos bajo el paraguas de la Fuerza Marítima Combinada, en el Mar Rojo y el Golfo de Adén. Para la fecha en la que Austin lanzó la operación Guardián de la Prosperidad la Fuerza Marítima Combinada contaba con 39 países; posteriormente, a partir del 11 de enero de 2024 se incluyó a Ecuador y a Colombia a partir del 27 de ese mes. Aquí algunos de los reportes:

https://www.defense.gov/News/Transcripts/Transcript/Article/3631484/navcent-commander-vice-admiral-brad-cooper-holds-an-off-camera-on-the-record-pr/

https://www.defense.gov/News/News-Stories/Article/Article/3644027/us-partners-forces-strike-houthi-military-targets-in-yemen/

https://www.defense.gov/News/News-Stories/Article/Article/3652871/us-partners-launch-additional-strikes-against-houthi-military-targets/

[2] Lenin V.I. La consigna de los Estados Unidos de Europa. https://www.marxists.org/espanol/lenin/obras/1910s/8-1915eu.htm


Antípoda, capítulo 22: Francisco Cabrera vuelve sobre la insólita participación de Colombia en una fuerza militar comandada por Estados Unidos que combate a las milicias hutíes en el Medio Oriente, y Alejandro Torres analiza el punto en el que se encuentra la guerra en Ucrania y las tensiones que surgen por la Transnistia, en Moldavia.

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