El adalid del gobierno del cambio les pidió a los sublevados del estallido social levantar las barricadas y cambiarlas por las papeletas electorales, ya que él, desde el gobierno, haría realidad las exigencias planteadas. Pues bien, una de estas era que se aboliera la propuesta duquista del holding financiero, no que se perfeccionara. Por el contrario, el verdadero cambio en este campo hubiera sido que el gobierno emitiera un decreto eliminando el manejo de las cesantías por parte de los agiotistas de los fondos privados y concentrado su manejo total en el FNA; sin duda una política tal si sería digna de ser respaldada con la masiva movilización de los asalariados. Pero, naturalmente, esto atentaría contra el “gran acuerdo nacional” con los cacaos.
Ante las reiteradas quejas de los docentes por el mal servicio de salud, tanto las propuestas del gobierno de El Cambio, como las de Fecode, mantienen en pie el negocio de las operadoras y prestadoras privadas, la verdadera raíz de la crisis.
Entre el paquete de medidas que prepara el gobierno de Duque contra la nación y el pueblo se encuentra la venta de otra parte de Ecopetrol S.A., la más importante empresa de los colombianos.
Con frecuencia, se niega la posibilidad de “la utilización de cosas o servicios”, pero eso sí, se garantizan los derechos, es decir, se cobran: ¡todo honor y toda gloria a la Constitución de 1991 y a sus constituyentes!
La tesis latosa de que venden las empresas públicas de los sectores económicos estratégicos para resolver acuciantes problemas, no por repetida deja de ser incongruente; ya que siendo aquellas imprescindibles para el desarrollo económico y el bienestar de las gentes tienen garantizada, en términos generales, la generación de excedentes que permiten, por una parte, llevar sus bienes a los sectores sociales y regiones marginados, y, por otra, aportarle fondos al Estado para la mejora de las condiciones de vida del conjunto de la población.
Urge ejercer la soberanía, no la “regulación” de las diferentes áreas que componen el sector eléctrico, nacionalizarlas y planificar centralizadamente su desarrollo.
Las propuestas robledistas de embellecerle la cara al régimen, exigiendo no la desprivatización total de los sectores estratégicos de la economía, sino el “control político” a los gobernantes apátridas por el establo parlamentario, no conducen sino a corromper a las masas, a sembrarles ilusiones en el régimen opresor y a apuntalar a sus enemigos.
Señores de la dirección del Polo, déjense de leguleyismos, no consideren que su militancia es tonta. Exíjanle a la Alcaldesa de su partido el retiro inmediato del proyecto del Concejo, al precio que sea; si no lo hace, sanciónenla ejemplarmente; lo demás, es un vil engaño.
Todo muy al estilo felón del Polo, al parecer ya totalmente calado por Santos: doblegarse mansamente ante las órdenes de la burguesía y poner ante las masas cara de yo no fui. En medio de los rendidos agradecimientos al Presidente y a su predecesora en el encargo y de aspavientos sobre transparencias, éticas y pulcritudes, doña Clara manifestó: “Me comprometo, señor Presidente, a los cinco puntos que usted ha reseñado.”