Por Alejandro Torres[*]
Llevados de la mano por un consorcio de comisionistas extranjeros contratados para ese propósito, la cúpula del gobierno nacional y el grupúsculo de tecnócratas arribistas que regenta la capital colombiana, encabezados por Mockus, decidieron desintegrar la Empresa de Energía de Bogotá. EEB, para poder entregársela a su gusto a las multinacionales.
Por Francisco Cabrera*
El fenómeno político creado por Antanas Mockus puede ser analizado desde muchos ángulos. Pero tal vez lo que más ayuda a comprender su verdadero significado es el alcance de su Plan de Desarrollo, el cual revela a quién le sirve la supuesta neutralidad “anti política” del ex rector de la Universidad Nacional.
Por Francisco Cabrera[*]
Las grandes ciudades vienen cobrando mayor importancia dentro de la nueva división internacional del trabajo en tiempos del hegemonismo norteamericano. Con la apertura de los mercados en el otrora llamado Tercer Mundo, el imperio atiza la desintegración estimulando todos los elementos que socavan la unidad de las naciones. Mockus en Bogotá representa esta nefasta tendencia. Con el propósito de realizar las obras que conviertan la capital en ciudad “coqueta” frente a las multinacionales, el profesor Antanas le juega al federalismo y azota a los bogotanos con más impuestos y un mayor endeudamiento de las finanzas distritales.
Por Francisco Cabrera[*]
“Nos conceden empréstitos con la finalidad de que les preparemos el terreno para la extracción de nuestras riquezas”.
Francisco Mosquera
Miles de desalojos se preparan a lo largo de la franja occidental de la ciudad, sobre el río Bogotá. El motivo: hacer de la zona un paraíso para las inversiones de capital extranjero y los especuladores en propiedad raíz. Lo cual exige convertirla en un infierno para los humildes.
Por Francisco Cabrera[*]
El 8 de septiembre el alcalde Antanas Mockus y la mesa directiva del Concejo de Bogotá acordaron una agenda de trabajo de 16 puntos que incluye, entre otros, la privatización de la Empresa de Energía, una reforma tributaria, la sobretasa a la gasolina, la valorización por beneficio local, los peajes urbanos, despidos masivos de trabajadores de diferentes dependencias y la supresión del Departamento Administrativo de Acción Comunal.
Por Francisco Cabrera[*]
El alcalde Antanas Mockus decidió por fin destapar sus verdaderas intenciones. Frente a enmiendas menores introducidas por el Cabildo distrital al Plan de Desarrollo, decidió adoptar su propio Plan por decreto. Para justificar tan arbitrario proceder, alega su compromiso de luchar contra “las viejas prácticas de la política” y, con este subterfugio, concentra en él y en la camarilla de sus íntimos el manejo de una fabulosa suma superior a los 5 billones de pesos, que son los recursos financieros del Distrito para los próximos tres años. De remate, amenaza con su renuncia si el fallo de los tribunales le es adverso. Todas estas trapisondas son de común ocurrencia al amparo de la Constitución de 1991, el Estatuto Orgánico para Bogotá y su maraña de normas reglamentarias.
Por Francisco Cabrera*
Cuando Jaime Castro se preparaba en 1992 para tomar posesión de la alcaldía de Bogotá, la capital del país se encontraba frente a la más grave crisis de sus finanzas. La banca internacional había suspendido los créditos, condicionando su desembolso a un severo programa de ajuste de corte neoliberal, cuya esencia se resumía en la privatización de las empresas públicas y en mayores tributos. La ciudad llegó a un punto en el que comenzó a solicitar créditos para pagar los préstamos ya adquiridos y a utilizar dineros de los empréstitos para sufragar los gastos de funcionamiento. La insolvencia para adelantar grandes obras amenazaba con sumir a la urbe en el caos. Planeación Nacional se ocupó del asunto organizando un seminario-taller con la presencia de los pontífices del Banco Mundial y, obviamente, con la cúpula de la tecnocracia del gobierno de César Gaviria. Las memorias del mencionado evento, “Bogotá: Problemas y Soluciones”, constituyen el mejor compendio del pensamiento de la banca multilateral sobre las dificultades de la ciudad y reflejan hasta qué punto la dirigencia criolla termina calcando los análisis foráneos y repitiendo su recetario.