Carlos Gaviria, otro alcahuete de las bases gringas

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Por Alfonso Hernández

“No grito ‘gringos go home’, ni digo que Estados Unidos esté invadiendo nuestra soberanía[i]“: con esas palabras Carlos Gaviria, precandidato presidencial del Polo Democrático, se sumó a quienes se avienen a convertir el territorio de Colombia en un estacionamiento de tropas del imperialismo, no sólo para ahogar cualquier amago de independencia sino también a fin de establecer una avanzada de espionaje y asalto a las naciones hermanas.

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El doctor Gaviria oscila, resbala; su papel en el tinglado de nuestra democracia es el de la “oposición radical”; tiene, pues, que criticar, para hacerse a  los votos de los inconformes, para meter en  el corral de nuestras instituciones a los descontentos. Pero no puede llegar al extremo “sectario”,  “dogmático” de rechazar la ocupación del país, puesto que aspira a que su partido sea “opción de poder”, especialmente en este momento en el que el ocupante de la Casa Blanca es “tan auspicioso para su empeño” electoral. Resuelve, entonces, aprobar lo sustancial y criticar la forma mediante la cual Uribe entrega el país; sugiere incluso maneras de hacer la capitulación más presentable.  En el departamento de Nariño dijo que “a mi juicio esto debería ser materia de un tratado especial, de un tratado  de asistencia recíproca, de asistencia militar”[ii],  y en declaraciones al diario El Tiempo afirmó que se piden dos cosas: que la gente sepa de qué se trata y que se obre con toda transparencia[iii]. No más.

En esa tarea de desviar la discusión de lo principal a lo secundario y de sugerir mejoras al avasallamiento, Gaviria no ha estado solo. María Isabel Rueda, quien no funge de opositora sino de oficialista y se confiesa dichosa con la presencia de los marines, también tiene su reformita y coincide con el vocero del Polo en pedir normas y hasta cláusulas que anulen el arreglo, si aquellas no se acatan: “Nuestra preocupación más bien debería dirigirse a que en el acuerdo que firmaremos con E.U. se incluyan reglas claras para que, por ejemplo, en caso de que los soldados gringos que lleguen a nuestras bases se pongan de violadores profesionales de las jóvenes de la región, podamos exigir por lo menos que se les haga justicia en su país con derecho nuestro a monitorear sus procesos y a que en casos justificados indemnicen a las víctimas de las infamias que cometan, con una cláusula resolutoria del acuerdo si eso no se cumple”[iv].  Como la columnista no ignora que el pisoteo de la nación viene junto con la rapiña y demás atropellos, aclama la violación de la soberanía, ya que los oligarcas colombianos sin las fuerzas militares yanquis se sienten huérfanos, pero pide que a los estupros resultantes se les imponga una sanción pecuniaria. Que violen pero que paguen, pide doña María Isabel, en lo que constituye un desarrollo de la campaña de turismo sexual “Colombia es pasión”. Endulza el oído a los pobres al sugerir que el gasto social se podrá incrementar, ya que no se necesitarán grandes erogaciones en aviación ni buques. Por su parte, el señor Enrique Santos, siempre rastrero, y decidido a no caer en “patrioterismos chimbos” ni en “alborotos patrióticos”, descubre, tan sagaz, que el supremo interés de la nación, que confunde con sus mezquinos intereses, estriba en que se le invada. No hay que extrañarse, la Casa Santos es usufructuaria del Ministerio de Defensa, directamente o por interpuesta persona, de la Vicepresidencia y propietaria a perpetuidad de la libertad de prensa.  

Uribe y el embajador de los Estados Unidos aseguran que todo será dirigido por los militares colombianos, y que los foráneos vienen únicamente a obedecer a los nacionales; que las fuerzas de ocupación no construirán base alguna, pues Colombia ya se las construyó; que el terrorismo y el narcotráfico, que ya la Seguridad Democrática había acabado, se volverán a acabar; que el ejército que impuso la secesión de Panamá, que bombardea aldeas enteras en Afganistán, que tortura en Guantánamo y en Abu Ghraib, que promovió el golpe en Honduras y minó de escuadrones de la muerte a Centro América, que alentó el paramilitarismo en Colombia se fortifica ahora sólo para velar el sueño de nuestros compatriotas.

En vez de lo que pintan las palabras lisonjeras y las discusiones sobre tratados,  acuerdos e incisos, lo que se avizora es ominoso. Prácticamente, todo el territorio nacional queda a merced de la bota yanqui. El gobierno reconoció inicialmente la entrega de tres bases, Palanquero, Apiay y Malambo, pero luego, y de acuerdo con el informe de la revista Cambio, declaró que se incluirían las instalaciones de Bahía Málaga y que “si se detecta que los narcos están utilizando rutas desde el suroriente, podría haber operaciones desde las bases del sur”[v] y que se fondearán buques, “no de guerra sino de Estado”, a lo largo y ancho de las aguas marítimas nuestras.  

Se trata del desembarco de cerca de mil militares, aeronaves y embarcaciones, amén de varios centenares de “contratistas”. Este es un punto sobre el cual  vale la pena llamar la atención, pues de acuerdo con el periodista norteamericano Jeremy Scahill, autor del libro “Blackwater, el ejército mercenario más poderoso del mundo”[vi] esta empresa “militar-industrial” ve a Colombia como un cliente potencial. “Destaca que el Pentágono ha instado a la compañía que preside Erik Prince, un ex militar de familia rica y muy conservadora, a optar a un plan de lucha contra la droga, principalmente para México y Colombia, que tiene un presupuesto de 15.000 millones de dólares.”

Es a través de estas empresas privadas como Washington quiere combinar su presencia militar con operaciones y fuerzas que no lo comprometan, que tapen las huellas de sus actuaciones, de sus crímenes, según explica el periodista. Remarca que Colombia, que recibe de EEUU 630 millones de dólares anuales para luchar contra el narcotráfico, destina buena parte de ellos a pagar los servicios de empresas de las mismas características que Blackwater, como DynCorp.

Continúa diciendo que “El futuro pasa por el entrenamiento y la preparación de militares latinoamericanos, con el objetivo de tener pequeños equipos paramilitares trabajando para estas compañías en América Latina. Veremos un incremento de la presencia de estas empresas que deciden radicarse en la región”

A más de las bases, el imperialismo viene agudizando el avasallamiento con estas firmas de paramilitares. Ya la CIA interviene y fisgonea en todos los asuntos nacionales; los militares de Estados Unidos dirigen las operaciones de contraguerrilla y las fumigaciones aéreas, capitanean ataques contra los países fronterizos; el Pentágono asciende y tumba los mandos militares colombianos; el Departamento de Estado dicta órdenes al Presidente y al Congreso, decide sobre la economía, las disposiciones laborales, las reformas de la salud; el embajador de Estados Unidos, William Brownfield, mezcla de histrionismo y truculencia, un día critica a las Cortes y otro proclama la candidatura de Santos. Desde años atrás, el país ha venido ocupando el deshonroso lugar de ser uno de los que más financiación militar norteamericana reciben: la intromisión es asfixiante. Y ahora se incrementa, se desborda; no obstante, al candidato del Polo no le parece que Estados Unidos esté invadiendo nuestra soberanía. Con esa oposición, ¿para qué oficialismo?

Ahora dicho señor inicia su campaña con la consigna “Por un país decente”; cualquiera pensaría que el ser soberano es el primer requisito para alcanzar esa cualidad. No es la interpretación de Gaviria Díaz, aspirante a sucesor de Uribe; para él, decente significa “no gritar gringos go home”; tiene dos razones para ello: una que es mala educación levantar la voz delante de sus superiores y la otra, que a los patrones no hay que expulsarlos del suelo patrio sino tenderles alfombra roja.

Notas Obreras, por el contrario, entiende que ningún progreso democrático ni social verdadero se consolidará sin poner freno a la injerencia estadounidense y por ello exclama, sin ambages: ¡Fuera yanquis de Colombia!


El presente artículo se puede reproducir total o parcialmente siempre y cuando se cite la fuente, notasobreras.net, y el autor, Alfonso Hernández.


[i] http://www.semana.com/noticias-nacion/radical-no-sectario/126666.aspx

[ii] http://www.youtube.com/watch?v=ra2jzzMHYIE&feature=related

[iii] www.eltiempo.com/elecciones2010/ARTICULO-WEB-PLANTILLA_NOTA_INTERIOR-5677807.html

[iv] http://www.eltiempo.com/opinion/columnistas/maraisabelrueda/in-crescendo-gringo-en-colombia_5698873-1

[v] http://www.eltiempo.com/colombia/justicia/ARTICULO-PRINTER_FRIENDLY-PLANTILLA_PRINTER_FRIENDL-5693988.html

[vi] El Tiempo, 5 de mayo de 2008

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