Hay ocasiones en las cuales los partidos, tanto como las personas, revelan con plena claridad su verdadera naturaleza, haciendo a un lado toda clase de fingimientos.
El pasado 7 de septiembre Colombia toda se estremeció con las enormes movilizaciones de los estudiantes, tanto de las universidades públicas como de las privadas, del SENA, de numerosos colegios de secundaria, de profesores y trabajadores.
Nathaly López, dirigente de la Universidad pedagógica, lee la ponencia de Juventudes Marxistas y Notas Obreras ante el Encuentro.
Las deliberaciones de los participantes, que proceden de todas las regiones de Colombia y de las distintas instituciones de enseñanza, se llevan a cabo en un momento de especial gravedad para la educación colombiana.
Con algunas reformas poco trascendentales, el pasado 20 de julio el gobierno de Juan Manuel Santos presentó al Congreso el proyecto de ley de reforma al sistema de educación superior, el cual pretende privatizar la universidad pública, impedir la investigación básica y reducir los contenidos educativos únicamente a los mezquinos intereses de la empresa privada.
Gracias a la combinación de inversiones en publicidad y presión política, las entidades con ánimo de lucro en los Estados Unidos logran absorber cada vez más recursos públicos, recursos que ya no son invertidos en educación e investigación de calidad en las universidades públicas y privadas tradicionales, y fluyen en cambio hacia las arcas de inversionistas, gracias a las falsas esperanzas que les ofrecen a las personas socialmente excluidas del sistema de educación superior.
La educación pública del país viene atravesando una situación de desfinanciamiento. Las universidades han sido llevadas a depender de los créditos y la venta de servicios; la causa principal de este problema es que el gobierno ha mantenido prácticamente congelado el presupuesto que debe girarles anualmente.
Si se comparan los documentos presentados en la Conferencia sobre Educación Superior de la UNESCO de 1998 con la realidad, no quedan dudas de que hasta la fecha el Banco Mundial ha determinado el camino a seguir y que este anuncia sin vergüenza, sin pelos en la lengua, los efectos y defectos de la reforma.
El estudiantado colombiano no puede permitir que nuestro SES camine más apresuradamente hacia el modelo brasilero, no puede negociar el futuro de la educación a cambio de mantener las precarias condiciones actuales.
Si se toma al azar cualquiera de los documentos que aparecen en la página del Ministerio de Educación Nacional como la bibliografía en la que se basa la reforma universitaria presentada por Santos y la Ministra María Fernanda Campo, se verá que en esta materia, como en todas, el gobierno se ha limitado a seguir al pie de la letra las orientaciones de los amos de las finanzas.