Dos asuntos a tratar: Uribe y Santos deben pagar por los falsos positivos. Y por otro lado, los monopolios amenazan con apagón eléctrico.
Las familias de las víctimas han logrado que se reconozca que se trató de crímenes de estado y exigen que se castiguen a quienes dieron las órdenes.
Los amores de Clara López por el régimen vienen de tiempo atrás. El cuatro de junio de 2014 le expresó su apoyo a Santos para la segunda vuelta presidencial, y el Polo fue decisivo para que Juanma pudiera continuar en el poder. En esa campaña el senador Robledo le dio el visto bueno a la claudicación del partido “opositor” aprobando la fórmula de dejar en libertad a los militantes para votar en la segunda vuelta por el candidato de sus preferencias o en blanco. Fue, en realidad, el aval a la vieja añagaza de los oportunistas de encontrar a toda costa y apoyar a la izquierda de la derecha.
El bastón de mando se convirtió en garrote, la Madre naturaleza sufre los ultrajes de las multinacionales del carbón y demás mineras, y el presagio que cobró realidad no fue el del huso para tejer vida, obsequiado a la Tutina, sino la guadaña de la muerte.
Si se quiere enderezar el rumbo de la nación es imperioso avivar la llama de la rebeldía, aumentar su presión, concentrar los vapores que propulsan la máquina del descontento, evitar que se escapen y se enfríen. En estas páginas somos partidarios de que estalle la indocilidad contra la injusticia, de que no se congele el espíritu de lucha.
La cuestión es cómo hace el sistema de salud para garantizar un diagnóstico y tratamiento oportunos para que un porcentaje mayor de estos infantes puedan salvarse y para que, en general, la gente no muera absurdamente en las salas de urgencias o esperando que le programen un procedimiento. La solución pasa por sacar del círculo a las EPS y a los políticos que pelechan de los dineros de la salud, algo que no hará este régimen oligárquico.
Las propuestas robledistas de embellecerle la cara al régimen, exigiendo no la desprivatización total de los sectores estratégicos de la economía, sino el “control político” a los gobernantes apátridas por el establo parlamentario, no conducen sino a corromper a las masas, a sembrarles ilusiones en el régimen opresor y a apuntalar a sus enemigos.
La suerte de 48 millones de colombianos no puede seguirse dejando a merced de los vaivenes del mercado; es decir, de los caprichos de los linces mundiales de las finanzas y de los apetitos de las multinacionales, a quienes con tanta obsecuencia les sirven Santos y sus congéneres.
Esto es lo que la seudo izquierda llama una táctica inteligente que consiste en una descarada contemporización con el santismo; que siembra ilusiones en un régimen que se avizora oprobioso.
Tamaña desvergüenza sólo tiene parangón en las épocas en que los jefes de las camarillas de la UTC y la CTC hacían parte de los directorios de los partidos liberal y conservador que por entonces mangoneaban el país. Este fue el principal aporte que, al menos por ahora, logró llevar a las toldas santistas el tránsfuga Angelino Garzón.