Que la CUT y el Polo expliquen por qué celebraron el 1° de mayo de gancho con Julio Roberto Gómez, agente de Santos y el imperialismo

El señor Julio Roberto Gómez, presidente de la CGT, se ha convertido en el principal agente del gobierno de Santos y de la política imperialista norteamericana en el movimiento sindical colombiano. Las pruebas sobran, pero mencionemos unas pocas.

Para empezar, en junio de 2010, desde la sede de la OIT en Ginebra, durante su 99ª Conferencia, apoyó abiertamente la candidatura a la presidencia de Juan Manuel Santos, con el argumento de que éste se había comprometido “a la generación de tres millones de empleos y que esté ahí (sic) Angelino Garzón es una prenda de garantía para nosotros en el tema de derechos humanos y libertades sindicales, igualmente ha dicho que va a combatir la intermediación laboral de las cooperativas de trabajo asociado y que va a defender la parafiscalidad, por eso como ciudadano apoyo a Juan Manuel Santos”. Ya en la primera semana del nuevo gobierno estuvo presto a expedir una declaración de reconocimiento por “el ritmo en cuanto al cumplimiento de compromisos adquiridos en la búsqueda de soluciones a tantos problemas que nos impactan.”

En dicha Conferencia de la OIT, Gómez promovió que Colombia fuera excluida de la lista de países que violan la libertad sindical; voto que fue un espaldarazo al gobierno de Uribe Vélez, al que siempre estuvo presto a “asesorar” —coram populo o sotto voce— en asuntos laborales, mientras simultáneamente se desempeñaba como miembro de la Dirección Nacional del Polo Democrático, del sanedrín de Gustavo Petro, de la jefatura de la Gran Coalición Democrática, GCD, y del Consejo de Administración de la OIT, por delegación de la CUT y la CTC. Por ello no fue gratuito que Uribe, protagonista de todas las reformas anti obreras desde 1990, lo hubiera condecorado, faltando menos de dos semanas para concluir su mandato, con la Orden de San Carlos en el Grado Oficial, exaltándolo como defensor “de los intereses de la nación, la clase trabajadora y el pueblo colombiano”.

Los atributos como “defensor” del proletariado del señor Gómez no los ha resaltado únicamente el sátrapa de las chuzadas y los falsos positivos. Durante el anterior mandato, el caricaturesco señor Brownfield, embajador de los Estados Unidos, exaltó su “dedicación en defensa de los derechos del trabajador” y añadió que “agrupaciones como la CGT juegan un papel positivo y esencial en todas las sociedades democráticas, incluyendo Estados Unidos y Colombia.” Reconocimiento que también ha hecho el sucesor, Peter Michael Mckinley, de manera más adusta pero más significativa, con su presencia en el reciente Congreso de esa Confederación.

Durante las discusiones sobre el incremento del salario mínimo para 2011 hizo todos los esfuerzos para llegar a un acuerdo con empresarios y gobierno, reduciendo hasta el ridículo sus aspiraciones de aumento, que al final de cuentas casi terminaron coincidiendo con lo que decretó Santos.

El 20 de abril de este de este año, Luego de una reunión con congresistas gringos y el embajador de ese país, a la que también compareció el presidente de la CUT, respaldó una vez más el TLC. Preguntado sobre su posición ante el mismo, contestó: “El mundo no es blanco y negro, el mundo es multicolor. Habría que ver si a la luz de un eventual aprobación del Tratado de Libre Comercio, en efecto el país también se da la oportunidad de adentrarse en procesos de verdadero desarrollo.” Antes, según reportó El Tiempo del 8 del mismo mes, para avalar el ruinoso convenio había señalado que “la sociedad colombiana y, por tanto, su economía no pueden jugar al autismo.”

Congreso de la CGTPara no hacer tan largo el recuento, lo más bochornoso y abyecto fue lo sucedido en el IX Congreso de la CGT, efectuado entre el 25 y el 28 de abril de este año, instalado por Santos y Angelino Garzón, a quienes acompañaron en la mesa directiva el ministro de la Protección Social, el del Interior, y en cuya primera fila de invitados ilustres aparecía, como ya se dijo, el embajador de los Estados Unidos. En el discurso inaugural, luego de agradecerle a Dios el mantenerlo con vida y salud, señaló que “colateralmente” le agradecía “al presidente de la República de Colombia y a su equipo de gobierno concedernos el honor de tenerlos entre nosotros.” A Garzón le pidió que le permitiera decirle “que estamos orgullosos de su gestión al frente de la Vicepresidencia, usted siempre ha demostrado ser un hombre coherente, fue un brillante sindicalista, un excelente Ministro, un extraordinario gobernador y como Embajador demostró su enorme calidad como diplomático, por ello ahora como Vicepresidente cumple una impecable labor… reconocemos el olfato político, la inteligencia y la jugada maestra del señor Presidente al haberlo seleccionado como su fórmula Vicepresidencial… usted es el puente ideal para que el pueblo sea escuchado y tenido en cuenta, apreciamos la hora en que usted fue elegido en tan alta dignidad, gracias doctor Juan Manuel Santos Calderón por el apoyo que le brinda a nuestro Vicepresidente y sobre todo gracias por no haber cedido a las presiones de quienes pretendieron separarlo de su lado.” ¡Tras de traidor cursi! Más adelante ofreció que la CGT se comprometía a la práctica de la “responsabilidad sindical en el sentido de que siempre privilegiaremos el diálogo social y la concertación”, y luego registró su complacencia por el Plan de Acción convenido entre Santos y Obama. Más adelante avaló de nuevo el TLC, claro que con “respeto a la libertad sindical y los derechos humanos” y contemplando “las asimetrías existentes entre los países desarrollados y los que no (sic)”. Finalizado el Congreso y luego de condecorar con la Orden del Yunque al vicepresidente, les señaló a los medios que la reunión había tomado la decisión “de firmar esos acuerdos [los de Obama y Santos] con el Gobierno e instamos a las demás centrales obreras a que lo firmen para, precisamente, profundizar la defensa de los derechos de los trabajadores”. Sobra decir que Santos se explayó ante la audiencia sindical en las bondades del Tratado y en las munificencias que vendrán con él para los trabajadores.

Con estos pocos ejemplos nadie discutirá que es difícil encontrar un traidor más redomado a la clase obrera colombiana que el señor Gómez; que, en consecuencia, dada la necesidad que tienen los asalariados de enfrentar el régimen santista, continuador de Uribe, es inexcusable desenmascararlo y aislarlo. Se trata de que las bases sindicales, la inmensa mayoría de sindicalistas honestos, no sean confundidos y se conviertan en presas de la intriga y la división, papel asignado por la oligarquía y el amo yanqui al presidente de la CGT. Así han procedido siempre los sectores consecuentes de la clase obrera frente a los iscariotes.

No obstante, la CUT, controlada hegemónicamente por el PDA, específicamente por el llamado sector radical, ha contemporizado permanentemente con Gómez, aunque en diversas ocasiones ha tenido que reconocer lo que representa el personaje. Recién iniciado el gobierno de Santos, en una carta dirigida a la CGT, el 24 de agosto de 2010, había resumido algunas de las virtudes que lo adornan: “Con el compañero Julio Roberto Gómez hemos sostenido y lo seguiremos haciendo una polémica pública, de cara a los trabajadores, por su conducta contra el movimiento sindical en la 99ª Conferencia de la OIT en Ginebra donde aprobó con su voto la exclusión de Colombia de la lista de países violadores de normas y derechos sindicales, por las prácticas de esquirolaje y paralelismo sindical aprobadas por la CGT en relación del conflicto laboral de nuestros afiliados de Fenoco con la multinacional Drummond, por el apoyo de la CGT al “Contrato Sindical” una execrable forma de tercerización del trabajo idéntica a las Cooperativas de Trabajo Asociado, por el apoyo de la CGT a los TLC con Estados Unidos y Europa a sabiendas de los devastadores efectos que dichos tratados tienen para le economía y el trabajo nacionales y por el respaldo de Julio Roberto al actual gobierno, declarado continuador de las políticas esenciales del uribismo, que condujeron al país en general y a los trabajadores en particular al peor desastre social de nuestra historia republicana… Como se ve, nuestras divergencias con Ustedes son por cuestiones de fondo y de principios” (resaltados nuestros). Léase bien, la CUT acepta que Gómez actuó contra el sindicalismo en la OIT; que practica el esquirolaje y el paralelismo sindical; que apoya los TLC con Estados Unidos y Europa; que respalda al gobierno continuista del de Uribe; y que, para completar, está comprometido con el envilecimiento de los contratos laboralesl. Es decir, que es un enemigo de la clase obrera y un traidor a la Nación. En la Declaración Política de la XLVII Junta Nacional, realizada unos días después, el 2 y 3 de septiembre, ratificó tales acusaciones y agregó que Gómez había sido cooptado por el binomio Santos-Angelino.

Algunos integrantes del mismo sector clasista y radical del PDA fueron más allá. El Partido Comunista, por ejemplo, en un artículo titulado Julio Roberto Gómez al servicio del gran capital, señaló: “El señor Julio Roberto Gómez, presidente de la Central General del Trabajo (CGT), no representa al movimiento sindical ni al conjunto de los trabajadores colombianos… Es hora que los representantes del sindicalismo clasista y popular le quiten la máscara a este servil de los capitalistas… Hoy es una ficha politiquera que lambe botas en Palacio de Nariño para que le entreguen el ministerio del Trabajo… Claramente se puede ver que estamos ante un nuevo caso de traición a los intereses de los trabajadores por parte del señor Julio Roberto Gómez… Los miembros de los sindicatos que aún quedan en el cascarón de la CGT deben hacer un análisis y reflexión para que abandonen al “Oligarca de overol” J.R. Gómez… A esos actores nefastos que legalizan la miseria en Colombia hay que mandarlos al basurero… El colmo de la desfachatez del señor Julio Roberto Gómez es reunirse a nombre de los trabajadores con el embajador de Estados Unidos en Bogotá, país cuyas acciones de terror y muerte están al desnudo.”

Después de estos primeros ataques y al calor de las continuas reuniones en Palacio, lo que ha primado ha sido la conchabanza. Los “fieros” señores del MOIR, empezando por su caudillo Robledo, todo el tiempo se han mantenido parcos. Ellos se siguen guiando por la política revisionista impuesta por Héctor Valencia y Jorge Robledo de no responderles a los felones con radicalismo, de no convertir la lucha con ellos en “pelea de perros”, para no aislarse. Y, efectivamente, han logrado que la central mayoritaria actúe de esa forma, dejándola expuesta a convertirse en furgón de cola del régimen e infligiéndole un daño enorme a la combatividad de los trabajadores.

No otra cosa fue lo sucedido, para su eterna vergüenza, este primero de mayo. En medio de semejante avilantez del señor Gómez, el 13 de abril pasado, el Comité Ejecutivo Nacional de la CUT expidió una “¡Circular Urgente!” a todas sus subdirectivas que iniciaba exultante “Saludamos que hay acuerdo entre la CUT, CGT, CTC y CPC para la realización del 1º de Mayo.” Llamaba a que el telón de fondo de la tarima mayor llevara los logos de la CUT, CGT, CTC y CPC, y unas consignas reivindicativas, ninguna contra Santos, el TLC y mucho menos el imperialismo.

Como era de esperarse, los únicos gananciosos con semejante acuerdo son el gobierno y su mandadero de la CGT. Claro que en su oportunismo ilímite los señores del sector clasista, y particularmente sus jefes políticos del Polo, dirán que ganó la clase obrera porque la conmemoración fue “unitaria”, utilizando así, aviesamente, el anhelo de unidad de la clase obrera para hacerle carantoñas a Santos —a Uribe III como gusta decir el senador Robledo—, mediante la contemporización con su correveidile en el movimiento obrero, y de paso sugerirle al presidente que vuelva realidad el rumor de que Gómez será nombrado ministro de Trabajo en el momento en que se restablezca esa cartera.

A propósito de Robledo y su oportunismo refinado, les ha venido enviando a sus seguidores lo que él llama unos twitterazos, referidos al tema de los judas sindicales y el TLC; muy en su estilo sinuoso sólo se refiere a Angelino Garzón, a su entrega al régimen, a la “incoherencia” o “despiste” de un sindicalista que sostenga que Obama y Santos están con los trabajadores porque quieren el TLC —el vocablo traidor no existe en su léxico. ¡Cuánta verdad hay en la sentencia del poeta, ensayista y filósofo norteamericano Emerson de que a la corrupción del hombre le sigue la corrupción del lenguaje!—; en otro “trino” reconoce que Santos llevó a Garzón para dividir a los trabajadores “y lo está logrando”. ¡Pero, a los tres días de sus mensajitos, desfiló del brazo de Julio Roberto Gómez!

La verdad es que para los propósitos de avance de la conciencia y verdadera cohesión de los proletarios nada habría mejor a que surgiera una corriente sindical, como seguramente lo desean decenas de miles de afiliados a la CUT y a la misma CGT, que pregonara que la connivencia con los renegados de la causa obrera, antes que redundar en beneficio de sus luchas, es la simiente de la división y de la derrota de sus aspiraciones, porque es precisamente esa la misión encomendada a los esquiroles; que señalara, además, que una condición sine qua non para desarrollar hoy un movimiento obrero vigoroso es combatir a los tránsfugas desembozados como Julio Roberto Gómez y a quienes teniendo la obligación de encabezar esa batalla no lo hacen, porque subordinan los intereses del obrerismo a sus mezquinas aspiraciones burocráticas y electorales.

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