El señor Julio Roberto Gómez, presidente de la CGT, se ha convertido en el principal agente del gobierno de Santos y de la política imperialista norteamericana en el movimiento sindical colombiano. Las pruebas sobran, pero mencionemos unas pocas.
Por Alejandro Torres
El salario mínimo fue decretado de nuevo en medio de la farsa que anualmente montan el gobierno, los empresarios y la cúpula de las centrales obreras en la llamada Comisión de Concertación de Políticas Salariales y Laborales que, como gran novedad, el año pasado inició las “negociaciones” desde el 8 de septiembre, para sesionar a lo largo de más de un trimestre, y con el anuncio de los sindicalistas de que, antes que concentrarse en el tema baladí del aumento porcentual, las conversaciones girarían en torno a la “voluntad política” para mantener el poder adquisitivo, mediante la congelación de precios de los 32 artículos de la canasta familiar, el transporte y sus insumos, y el diseño de una política de empleo.