Los logros del paro camionero y las vilezas de Juan Manuel, Angelino y Samuel

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Santos y el Ministro Cardona se apresuraron a decir que de todas formas la tabla de fletes será eliminada, lo cual muestra la actitud tramposa que asumen y anuncia que las negociaciones serán bien difíciles y que, quizás, lo logrado es tan sólo una tregua que la ACC debe aprovechar para resumir las lecciones y para preparar la próxima batalla.

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En medio de enormes dificultades y de una intensa campaña para poner a la población en su contra, la Asociación Colombiana de Camioneros, ACC, hizo retroceder al gobierno de Santos, pues lo obligó a negociar en medio de los bloqueos y consiguió derogar el decreto que eliminaba la tabla de fletes, dos cuestiones que el soberbio ministro Juan Cardona había planteado como principios inamovibles.

Desde que el paro se inició los voceros oficiales pretendieron minimizar su fuerza y derrotarlo ignorándolo. Sin embargo, la ACC entendió que debía pasar a acciones que enfrentaran la estratagema del régimen y el 14 de febrero inició los bloqueos en varias regiones del país, especialmente en Bogotá. A partir de ese momento la lucha de los camioneros se convirtió en el centro de la atención nacional. Entonces, Santos decidió poner a actuar a su vicepresidente y aprovechar sus dotes “negociadoras” aprendidas en su larga trayectoria de vendeobreros. Garzón inició su labor tratando de ablandar a los dirigentes de la ACC para llevarlos a levantar los bloqueos sin conseguirlo, pues éstos se mantuvieron durante cuatro días en la Capital, en las carreteras del Eje Cafetero, el Valle del Cauca, Boyacá y Nariño, entre otras. La actividad en los puertos disminuyó dramáticamente y el gobierno y los medios comenzaron a reconocer el impacto del paro sobre las actividades económicas y en el desabastecimiento de las ciudades. El 17 de febrero, bordeando la media noche, se firmó un acuerdo y, al tiempo que se conocía la noticia, la ciudadanía presenció por televisión, en directo desde El Tintal, cómo un escuadrón de 200 efectivos del ESMAD, en un acto de barbarie, arremetía con gases y a palo contra los camioneros y sus vehículos, siendo que allí ya se había iniciado el desbloqueo de las vías de Transmilenio. Este hecho muestra la verdadera catadura del mandatario de la Prosperidad Democrática. Con los actos vandálicos se buscó presentar la firma del acuerdo como producto del desbloqueo por la fuerza, y, de paso, complacer a quienes desde distintos sectores clamaban mano dura y escarmentar con aquellos que se convirtieron en baluarte y ejemplo para sus compañeros en todo el país.

Empero, en las filas de la burguesía hay inquietud. Según el editorial de El Tiempo del 20 de febrero, “quedó la sensación de que los argumentos de fuerza logran resultados”. El diario llama a que la Administración mejore “su capacidad de reacción ante las emergencias” y critica al gobierno porque la demora en utilizar medidas represivas “resultó muy costosa, tanto para la gente en general como para la propia imagen del Gobierno”. Y sobre el papel desempeñado en el conflicto por Angelino Garzón, el editorial resulta esclarecedor:

“El aporte del vicepresidente de la República, Angelino Garzón, es fundamental, siempre y cuando su labor y sus declaraciones estén coordinadas con la Casa de Nariño y con los ministros del ramo en que intervenga, tal como sucedió en esta oportunidad. Por tal motivo, hay que demostrar que se equivocan de plano quienes sostienen que existe una rueda suelta en el Gobierno, o un atajo a través del cual algunos gremios pueden obtener concesiones especiales.

“De hecho, sería un error desperdiciar la inmensa experiencia del número dos de Santos, quien, en su época de sindicalista, probó ser un formidable negociador y que juega con cartas limpias, así a veces caiga en la tentación de hablar en demasía ante los micrófonos. Tales habilidades son claves, si se tiene en cuenta que una agenda de modernización ambiciosa, como la que ha propuesto la actual administración, implicará el desmonte de privilegios que algunos consideran derechos adquiridos. Impulsar medidas que pueden ser impopulares para algunos ciudadanos requerirá pedagogía y persuasión, aparte de la conocida mano firme, y en ese propósito Garzón es un activo particularmente valioso”.

A los que especulan desde los medios sobre una supuesta agenda propia del vicepresidente, o a los que se hacen ilusiones creyendo que Angelino va a abogar ante el gobierno por los intereses de sectores del pueblo, el editorial les advierte que “se equivocan de plano” pues al designarlo Santos sabía muy bien que en su misión de servir los intereses del capital financiero y de los grandes consorcios tendrá que arrasar con derechos adquiridos —verbigracia, la tabla de fletes— e impulsar “medidas que pueden ser impopulares”, para lo cual echará mano de la “capacidad persuasiva” de Garzón. Posiciones como las de Luis Carlos Villegas no fueron tan comprensivas con el gobierno y se fueron lanza en ristre contra la actuación de Angelino en el paro: “El vicepresidente es llanta de repuesto y no freno de mano”, espetó el presidente del la Andi para expresar el malestar existente en el Consejo Gremial.

En la Capital el alcalde del Polo Democrático se mostró más papista que el Papa y la emprendió contra las protestas populares: “Yo creo que el Congreso de la República debe legislar, en unas penas mucho más severas para quienes perturban el transporte público y masivo”, dijo ante las cámaras. Su vocación represiva ya ha sido demostrada desde cuando la actual presidenta de ese partido, Clara López, ocupaba la Secretaría de Gobierno. En aquellos días la señora ordenó disolver a palo la protesta de los habitantes de Patio Bonito y El Tintal, inconformes por el mal estado de las vías. No debe olvidarse, tampoco, que en el Distrito la política del Plan Integrado de Transporte, defendida por la Administración del Polo, es similar a la planteada por el gobierno nacional para el transporte de carga; en ambas se persigue monopolizar el negocio a costa de los pequeños y medianos propietarios. En rechazo al mencionado Plan, la Asociación de Pequeños Transportadores, Apetrans, realizó el año pasado un paro de cuatro días, protesta que también recibió un tratamiento despótico por parte de la Alcaldía.

Cada nueva lucha del pueblo desenmascara aún más las inconsecuencias y el oportunismo de los llamados sectores radicales del Polo —los Robledo y compañía—, que dicen estar por la construcción de un frente que defienda a los pequeños y medianos propietarios, ya que, cuando estos destacamentos salen a plantar pelea contra los designios de la oligarquía, los encuentran respaldando a un alcalde que pide que se endurezcan las penas contra los que reclaman por sus reivindicaciones. Con absoluta seguridad estos asuntos son motivo de reflexión entre las bases del Polo que anhelan honestamente una verdadera transformación de la sociedad.

Igualmente deplorable resulta la posición de la CUT cuyo respaldo al paro se limitó a una declaración en la que comienzan poniéndose contra los camioneros tratándolos de “gremio de carácter patronal” y reclamándoles porque “El pliego presentado por la ACC ante el gobierno nacional no contiene reivindicaciones para los conductores de los camiones”. El señor Tarcicio Mora, presidente de la Central y firmante de la declaración, no se tomó la molestia de averiguar quiénes hacen parte de la ACC y si lo sabe es aún más grave. Entre los camioneros hay grandes propietarios que, al decir de Alfredo Molano, son dueños de “recuas de 200 tractomulas”, los cuales aspiran a monopolizar el negocio tragándose a los pequeños y medianos, dueños de uno o dos camiones —muchos de ellos choferes de su vehículo— y que están organizados en la ACC. A la declaración de la CUT si que le cabe la exclamación “¡con esos amigos, para qué enemigos!”

La lucha de estos transportistas contiene reclamos que, de prosperar, beneficirían a la nación en su conjunto como son la rebaja en el precio de los combustibles y en las tarifas de los peajes y la exigencia para que el Estado y los concesionarios de las vías se preocupen efectivamente por su mantenimiento.

Con el acuerdo del 17 de febrero los camioneros consiguieron que el gobierno retirara el decreto que eliminaba la tabla de fletes a partir del 28 de febrero y entraron a discutir los términos de una nueva norma que regirá desde el 15 de junio del presente año. No obstante, Santos y el Ministro Cardona se apresuraron a decir que de todas formas la tabla de fletes será eliminada, lo cual muestra la actitud tramposa que asumen y anuncia que las negociaciones serán bien difíciles y que, quizás, lo logrado es tan sólo una tregua que la ACC debe aprovechar para resumir las lecciones y para preparar la próxima batalla.

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