La “fórmula Telecom”

Por Francisco Cabrera
En un acto de corte dictatorial, el 28 de octubre, el gobierno de Uribe Vélez militarizó las instalaciones de Inravisión sobre la Avenida Eldorado, y desalojó por la fuerza a los trabajadores que se encontraban laborando. Horas antes había expedido los decretos mediante los cuales liquidó las empresas Inravisión y Audiovisuales y creó una nueva, la Radio Televisión Nacional de Colombia, RTVC.

El gobierno liquidó Inravisión y Audiovisuales

Por Francisco Cabrera
En un acto de corte dictatorial, el 28 de octubre, el gobierno de Uribe Vélez militarizó las instalaciones de Inravisión sobre la Avenida Eldorado, y desalojó por la fuerza a los trabajadores que se encontraban laborando. Horas antes había expedido los decretos mediante los cuales liquidó las empresas Inravisión y Audiovisuales y creó una nueva, la Radio Televisión Nacional de Colombia, RTVC. El arbitrario procedimiento ya se ha bautizado como “la fórmula Telecom”, aunque, a decir verdad, fue en la Caja Agraria en donde primero se aplicó. En estos momentos los pensionados aún no saben quién va a responderles por sus mesadas, pues el Ministerio de Comunicaciones y la Comisión Nacional de Televisión se están tirando la pelota mutuamente.

La historia de las instituciones de la televisión pública sí es similar a la que se vivió en las telecomunicaciones, pues su agonía comenzó con la ley 335 que permitió la operación de canales privados. Cuando se creó Inravisión como monopolio estatal en 1963, arrendaba los espacios para los programas a empresas particulares. En 1976, el Estado conformó Audiovisuales, su propia productora y programadora. En 1985 se cambió el esquema de arrendamiento por el de concesión. En 1998, momento en el que Caracol y RCN comenzaron a transmitir, los canales Uno y A contaban con el 70% de la audiencia y el otro 30% se lo repartían la televisión por cable y por suscripción, Señal Colombia, y los canales regionales. A mediados del 2002 los canales Uno y A habían perdido el 70% de sus televidentes. Mientras en 1998 Caracol y RCN hicieron inversiones de 119 mil millones de pesos, Inravisión pasó de invertir 20 mil millones en 1996 a cero pesos en el 2003.

La nueva política para el sector quedó plasmada en el documento Conpes 3314 del 25 de octubre. Allí, además de acabar Inravisión y Audiovisuales, se propone dividir las actividades de la nueva empresa en unidades de negocios diferentes, para contratar con terceros la gestión de la red y la programación y producción de la TV pública. Ya los recursos del Estado, incluyendo los de la Comisión Nacional de Televisión, venían ayudando a engordar el negocio de la pauta publicitaria de los canales privados que, como se sabe, se encuentran en manos de los grupos Santodomingo y Ardila Lule.

Para la cultura el reinado de los canales privados ha sido nefasto. Los progresos técnicos del medio se han puesto al servicio de contenidos en los que imperan los llamados enlatados gringos, la frivolidad y la cursilería. La popularización de la ciencia y el arte son absolutamente nulos. Diversos y duros fueron los ataques que recibió la televisión nacional durante el desarrollo de los pasados juegos olímpicos de Atenas, de los cuales estuvieron ausentes, entregados como estaban a los tristemente célebres realitys, una verdadera industria de héroes de pacotilla.

La clase obrera debe sopesar la gravedad de lo que acaba de suceder por cuanto afecta a la nación y a los asalariados. El gobierno ya anunció que la “fórmula Telecom” se le aplicará en adelante a los hospitales que no cumplan con los convenios de desempeño establecidos en las reestructuraciones. Así, se pone una espada de Damocles sobre el conjunto de los trabajadores de las entidades estatales, a quienes se les chantajeará con que correrán la misma suerte de los de las empresas liquidadas si no trabajan como mulas y si no entregan sus prestaciones.

Ante cada nuevo hecho, la conducta de las cúpulas sindicales revela su incapacidad para enfrentar los retos del momento, como lo demuestran los casos de la Caja Agraria, Telecom, Ecopetrol, la educación, la salud y ahora el de la televisión pública. Cuando las medidas se ven venir o antes de que las leyes o los decretos se aprueben, en lugar de preparar la pelea y lanzarla cuando toca, los jefes sindicales se dedican a una estéril concertación o al lobby parlamentario; y cuando las masas padecen los estragos de los ucases, declaran que darán la gran batalla jurídica y montan el negocio de unas demandas para terminar de exprimir a los aporreados trabajadores. Si no se antepone la lucha resuelta de las bases, los ajetreos parlamentarios y las acciones legales, por inteligentes que parezcan, solo les depararán derrotas a los oprimidos.

Noviembre 5 de 2004

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