Para celebrar el bicentenario de la Independencia, Uribe entrega el territorio colombiano a las tropas gringas

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Por Alfonso Hernández

En momentos en que el país se dispone a celebrar el segundo centenario de las gestas que hermanaron a los pueblos de la América Latina en la brega contra el avasallamiento ibérico y que condujeron, luego de la derrota de las huestes invasoras encabezadas por el Pacificador Pablo Morillo, al fin de la dominación española sobre nuestra tierra, Álvaro Uribe se apresta a cometer la más alta traición a la soberanía nacional y el ataque más alevoso a la confraternidad y concordia de los pueblos de América: entregará cinco bases militares para que tropas de Estados Unidos operen a sus anchas, no solamente contra los nacionales colombianos, sino también contra cualquier país de América e incluso de África.[1]

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Ansioso por lograr que Obama se mostrara benevolente con él —el gobernante sudamericano más adicto a la facción de Bush—, el jefe de la Seguridad Democrática había enviado recados y se había insinuado, durante casi seis meses, de manera indecorosa al nuevo mandatario estadounidense para que se dignara recibirlo. Lo que no se conocía de manera cierta era que una de las llaves para abrirse las puertas de la Casa Blanca era la de concederles a las tropas yanquis el territorio de la nación como base militar. En los días previos a la audiencia se llevaron a cabo más de cuatro reuniones, a lo largo de las cuales los funcionarios gringos les notificaron a los colombianos las decisiones que habían tomado con respecto a Colombia y a sus instalaciones militares más importantes. Todas estas “negociaciones” se adelantaron a espaldas del Congreso, de la Comisión Asesora de Relaciones Internacionales, organismos que, de acuerdo con la Constitución y las leyes, deben ser consultados cuando se trate del paso o estacionamiento de tropas extranjeras. El Pentágono tenía prisa de definir la manera de reemplazar la base militar de los Estados Unidos en Manta, Ecuador, que el gobierno de Correa, en gesto altivo, decidió que debía salir de esa nación al finalizar este año, al haberse verificado que unidades de esa base habían coordinado el ataque de fuerzas de Colombia a su patria. Al igual, la Asamblea Nacional Constituyente había decidido no permitir “el establecimiento de bases militares ni de instalaciones extranjeras con propósitos militares”.

La abyección de Uribe le resarcirá con creces a Washington las dificultades que le ocasiona la dignidad de Correa. A la base de Manta la reemplazarán cinco en territorio colombiano: dos en el océano Atlántico, la Armada Colombiana, ARC, Alberto Powels en Malambo, departamento del Atlántico, y la ARC Bolívar, en Cartagena. Una en el océano Pacífico, la ARC Bahía de Málaga, otra en el centro del país, la Germán Olano o de Palanquero, en Puerto Salgar, y finalmente la de Apiay en el Meta. Quedan así hollados los cuatro puntos cardinales y el centro del país por el ejército de ocupación.

Los marines estarán equipados con aviones espías, radares, sistemas de transporte de tropas y material pesado. La base de Palanquero[2] es considerada de mucho interés ya que ofrece “acceso a toda Suramérica e incluso con un puente aéreo (puede ser usada) para operaciones de enlace con bases en África”. En el informe elaborado por el Comando Aéreo para la Movilidad (AMC) de la Fuerza Aérea de E.U., que preside el general Arthur J. Lichte. Titulado “Estrategia Global en Ruta” [3], en el capítulo de la “Estrategia para Suramérica” se dice que: “Recientemente el Comando Sur se ha comenzado a interesar en establecer un punto en el continente suramericano que puede usarse tanto para operaciones antinarcóticos y como punto para ejecutar operaciones de movilidad (…) El Comando Sur ha identificado a Palanquero, Colombia, como una Localidad de Cooperación en Seguridad (CSL por su sigla en inglés, la forma como E.U. denomina las bases en otros países)”. Y a renglón seguido describe sus ventajas estratégicas: “Desde allí casi la mitad del continente podría cubrirse con un avión C-17 sin reabastecerlo de combustible. Y, si existiera el combustible adecuado, el C-17 podría cubrir todo el continente con excepción del Cabo de Hornos (extremo sur de Chile)”.[4]

El documento resalta además que E.U. no cuenta en esta parte del continente con una base o los permisos que le permitan incluir a la región en su estrategia mundial de seguridad o para operaciones regionales diferentes a las de antinarcóticos. “Incluir a Suramérica en la estrategia de ruta global logra dos objetivos: ayuda a materializar nuestra estrategia de compromiso en la región y asiste con la movilidad en la ruta hacia África”.[5]

La de Palanquero es la principal base de la FAC y se considera clave para las operaciones de aviones con equipos de Inteligencia; ya sus hangares tienen capacidad para 60 aeronaves; tendrá una pista de 3.500 metros, la más larga del país, que permitirá el despegue y aterrizaje simultáneo de hasta tres aviones. Vale destacar que Washington había suspendido la “ayuda” a esta instalación militar alegando violaciones a los derechos humanos, y que le acaba de aprobar $46 millones de dólares para adecuarla a las necesidades de los marines: de tal manera que los condicionamientos del Tío Sam sobre derechos no son otra cosa que medios de chantaje para obtener concesiones; lección que deberían aprender quienes juran que el régimen de Obama y el partido Demócrata se han negado a aprobar el TLC o han puesto reparos al régimen de Uribe por las preocupaciones atinentes a los derechos de los trabajadores y demás ciudadanos. Se equivoca en materia grave quien pone en manos de los verdugos la garantía de sus libertades y prerrogativas.

Por su parte, en la Alberto Powels operan aviones destinados a contrainsurgencia y será el lugar de emplazamiento de los P-3 Orión, aviones espía. La de Apiay se constituirá en el centro de reconocimiento y de las naves Awac, una especie de radares volantes de gran alcance. A partir de la Bahía de Málaga y de la ARC Bolívar se movilizarán los barcos de interdicción, los cuales maniobrarán coordinadamente con los aviones P-3 Orión; así, las tropas invasoras alcanzarán una gran capacidad para detectar e identificar objetivos en ultramar.

Las disposiciones son tajantes y no dejan lugar a duda sobre la arrogancia del Comando Sur, que ha hecho saber que no permitirá ninguna “interferencia” de los oficiales colombianos en las incursiones que desde nuestro suelo emprendan contra otros países. Con rara sinceridad, o desvergüenza, han declarado que no se limitarán a maniobras antinarcóticos sino que contemplan “la lucha contra el terrorismo”, es decir, principalmente contra toda inconformidad popular o nacional que pueda poner en riesgo la dominación de Estados Unidos en cualquier punto de América.

El ejército gringo y los funcionarios civiles que lo acompañen gozarán de inmunidad frente a las cortes nacionales e internacionales, notificación ante la cual el tembloroso gobierno de Uribe pide que si los ocupantes cometen delitos, Estados Unidos “informe periódicamente sobre el trámite de procesos y juicios”. Es importante recordar que en la base de Manta los militares gringos cometieron más de 300 crímenes, tales como homicidios, robos, lesiones personales y violaciones. Igual conducta han mostrado en los diversos lugares del mundo, en los cuales las fechorías de esa soldadesca han causado indignación; en Colombia incluso algunos fueron acusados de tráfico de narcóticos. El gobierno de los Estados Unidos, que se arroga el derecho de juzgar a los ciudadanos de todos los rincones, les ha garantizado siempre la impunidad.

La desfachatez no se detiene ahí. Los negociadores estadounidenses dicen que no pagarán reparaciones y exigen que Colombia renuncie a cualquier reclamación por daños y perjuicios causados por bombardeos, muertes, destrucción de viviendas, de carreteras, de acueductos, puentes, etc. Los voceros de Colombia, siempre genuflexos, ruegan que se permita “acudir a canales diplomáticos para tramitar” sus peticiones. La duración inicial de dicho acuerdo será de diez años prorrogables de manera automática.

Distintos voceros de la oligarquía y de la gran prensa han defendido esta capitulación con argumentos tales como ese de que la soberanía nacional es algo obsoleto, que la globalización legitima que se coopere militarmente, y demás sandeces. Bien claro está que no se trata de ninguna cooperación, sino de un sometimiento, y que la soberanía jamás será una antigualla mientras exista opresión a un país. Teorías de esclavización semejantes se difundieron en la Colonia, cuando se adujo que era un derecho natural el dominio de los reyes sobre el nuevo mundo. La hazaña de la Independencia no hubiera tenido lugar sin desechar esas mendacidades.

Estamos ante toda una andanada para apuntalar el dominio gringo, cada vez más belicoso a causa de las dificultades y desafíos que enfrenta, incrementadas por la pavorosa crisis que provocó con su desaforada especulación. La amenaza se cierne no solamente sobre Colombia sino sobre todo el continente: Uribe pone a nuestro país en un lugar de deshonra y peligro, de peón de la estrategia colonialista yanqui. Al golpe de Honduras le seguirán operaciones encubiertas o desembozadas para someter a los inconformes y los remanentes de soberanía y libertad de nuestros pueblos están amenazados. Las verdaderas intenciones de Obama son completamente claras: él es el as de los monopolios para enmascarar y, a la vez, agudizar la expoliación.

Qué desatino el del sapiente señor Carlos Gaviria, el jefe de la “izquierda radical”, el pensador y analista profundo y riguroso, quien se deshizo en “sentidas felicitaciones” a Obama por su triunfo y lo proclamó como el de la democracia y el cambio. Ya el 5 de noviembre, Gaviria afirmaba: “celebramos igualmente la actitud del Partido Demócrata, y la suya propia, de plantear una política de cooperación con Colombia con contenido social y no bélico.” ¿Serán, señor precandidato del Polo, las cinco bases militares mencionadas parte de esa cooperación “social y no bélica”? También anunciaba las afinidades entre su partido y el jefe de la potencia imperialista: “Como partido de izquierda democrática queremos compartir propósitos comunes y principios de entendimiento con nuestros objetivos, como son la defensa de los derechos de los trabajadores, de los Derechos Humanos y de las garantías políticas y civiles de los ciudadanos.” [6] ¿Piensa el jurisconsulto que las tropas yanquis vienen a defender los derechos de los trabajadores y los derechos humanos y las garantías de los ciudadanos?

En el Congreso del Polo continuó la alabanza al nuevo jefe de la superpotencia, “Y no pasemos por alto un episodio histórico reciente: en los Estados Unidos, país donde el sentimiento racista y segregacionista tiene aún vigencia inocultable, un hombre joven, mestizo, de piel oscura y origen africano, ha llegado al poder con intenciones democráticas renovadoras, a contrapelo de vergonzosos prejuicios centenarios y venciendo la resistencia de los sectores más reaccionarios del Imperio. Nuestro entusiasmo, por elementales motivos de sindéresis, no puede ser desbordado, pero el hecho hay que registrarlo también como auspicioso para nuestro empeño.” Sus énfasis sobre las “intenciones políticas renovadoras” no superan el chato análisis de los comentarios de televisión. No dice nada sobre qué intereses representa Obama, sobre quiénes lo promovieron al poder, quiénes lo financiaron, cuál es el sistema al que sirve. Todos estos hechos de bulto escapan al doctor Gaviria. Tal vez lo único cierto sea la confesión de que el triunfo de Obama puede ser “auspicioso” para su empeño electoral.

El presidente actual del partido amarillo, Jaime Dussán, parece confirmar que los dirigentes del Polo se afanan por merecer el beneplácito de Washington: “El Polo debe establecer relaciones internacionales más consecuentes con los partidos y gobiernos alternativos de América Latina y en particular debe revisar sus posturas frente al nuevo gobierno de los Estados Unidos.” [7]. La síntesis es que la jefatura del Polo Democrático quiere convencer a los colombianos de que Estados Unidos, su actual gobierno, es amigo y no enemigo de nuestro bienestar y soberanía. Va siendo tiempo ya de que los militantes de esa agrupación que conservan los principios pongan coto a esos desenfoques mayúsculos, sea que los provoque la estulticia o el cálculo, ya que las consecuencias son funestas como quiera que facilitan el avance de la estrategia de agresión estadounidense.

No nos cabe duda de que las acometidas imperiales desatarán un nuevo auge de la lucha nacional y social, que los oficiales y soldados con honor repudiarán este ultraje al país y que el pueblo colombiano, bebiendo de la fuente de las luchas libertarias que permitieron la conformación de la República, enfrentará exitosamente a los invasores. Dejemos a Uribe y a su camarilla el sórdido papel de heredar a los palafreneros de Pablo Morillo; Notas Obreras aspira a la distinción de figurar así sea entre los más humildes herederos de Bolívar y Santander.


[1] Revista Cambio, 2 de julio de 2009, Los enviados del Pentágono.

[2] La base de Palanquero, cada vez más interesante para Estados Unidos, El Tiempo, domingo 31 de mayo de 2009.

[3] Ibíd.

[4] Ibíd.

[5] Ibíd.

[6] Celebramos triunfo de Obama. Miércoles 5 de noviembre de 2008. En carta enviada el pasado miércoles 5 de noviembre, el Polo Democrático Alternativo le manifestó al presidente electo de los Estados Unidos la complacencia por su “contundente victoria”. El Polo celebra, igualmente, la actitud del nuevo mandatario norteamericano cuando plantea una política de cooperación con Colombia “con contenido social y no bélico”.

El siguiente es el texto de la carta:

Bogotá, noviembre 5 de 2008

Excelentísimo Señor
BARAK OBAMA
Presidente Electo
Estados Unidos de América

Como Presidente del Polo Democrático Alternativo y en nombre de la dirección de nuestro Partido, deseamos expresarle nuestra más cálida felicitación por su contundente victoria por la Presidencia de los EEUU.

Como partido de izquierda democrática queremos compartir propósitos comunes y principios de entendimiento con nuestros objetivos, como son la defensa de los derechos de los trabajadores, de los Derechos Humanos y de las garantías políticas y civiles de los ciudadanos. La definición de nuestro partido señala:

“El POLO DEMOCRÁTICO ALTERNATIVO es un partido democrático, civilista, pluralista, multicultural y pluriétnico, expresión de la unidad y convergencia de la izquierda democrática, comprometido con la defensa de la vida, la biodiversidad, la soberanía nacional, la unidad latinoamericana y del caribe (sic), la paz, la democracia política y económica, el bienestar y la felicidad de las colombianas y los colombianos”

El PDA, un partido que apenas tiene algo más de dos años de existencia, juega un papel fundamental en la vida política de Colombia, como lo demuestra el hecho de haber obtenido la segunda votación más alta en las pasadas elecciones presidenciales. Somos un partido pacifista, que defiende el Estado Social de Derecho; estamos en contra del uso de las armas para la solución de los conflictos y nos apartamos de los métodos beligerantes para la consecución de la vigencia de los derechos sociales y económicos.

Vemos con alegría que su campaña haya logrado romper tradiciones que parecían inamovibles en Estados Unidos. Y celebramos igualmente la actitud del Partido Demócrata, y la suya propia, de plantear una política de cooperación con Colombia con contenido social y no bélico.

Con sentimientos de consideración y aprecio, le reitero mis sentidas felicitaciones por su triunfo,

Carlos Gaviria Díaz
Presidente
POLO DEMOCRÁTICO ALTERNATIVO

http://www.polodemocratico.net/Celebramos-triunfo-de-Obama

[7] Propuesta para la unidad del PDA, 30 de enero de 2009  (El destacado es nuestro).

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