Por Alfonso Hernández
En momentos en que el país se dispone a celebrar el segundo centenario de las gestas que hermanaron a los pueblos de la América Latina en la brega contra el avasallamiento ibérico y que condujeron, luego de la derrota de las huestes invasoras encabezadas por el Pacificador Pablo Morillo, al fin de la dominación española sobre nuestra tierra, Álvaro Uribe se apresta a cometer la más alta traición a la soberanía nacional y el ataque más alevoso a la confraternidad y concordia de los pueblos de América: entregará cinco bases militares para que tropas de Estados Unidos operen a sus anchas, no solamente contra los nacionales colombianos, sino también contra cualquier país de América e incluso de África.[1]