Antípoda | Capítulo 10: En el despeñadero; El Cambio, la Ocde, el FMI y el BM, limosnas, alzas e impuestos
Editorial en el que mostraremos que el gobierno de Gustavo Petro representa limosnas, alzas e impuestos, tal cual como lo dicta la OCDE, el FMI y Banco Mundial.
Por trocha que recorre, a veces a empellones y a veces por propia voluntad, Petro les despejará el camino a los mileis colombianos. Vale decir, a los mismos de siempre, pero ahora con un apetito más desaforado y un frenesí por arrasar todo lo que no se allane a sus designios. Las adversidades mayúsculas que se ciernen sobre los colombianos demandan con prontitud una política resuelta, un partido organizado y firme y una gran alianza que levante las banderas de ¡¡¡basta de expolio!!! y de ¡¡¡nos más vacilaciones ante el oprobio!!!
La ambivalencia del gobierno, pero principalmente del mandatario Gustavo Petro, es la clave a los trinos sobre la regla fiscal. Por un lado perora que ésta debería acabarse, pero en todas las normas que presenta establece que hay que respetar la regla fiscal. El Ministro de Hacienda y el Director de Planeación, dos de sus estrellas económicas en el gabinete, ambos han participado en comisiones que han establecido como uno de sus ejes el respeto a la regla fiscal. Ésta, además, no se respeta en ninguna parte, incluidos en Estados Unidos y en Europa, y no se cumple porque el negocio del capital financiero es endeudar, pero hay que mantener el chantaje sobre las poblaciones, en especial en los países pobres o de mediano desarrollo. Petro, entonces hará trinos así, pero no toma ninguna medida de tipo práctico, por el temor a los verdugos que lo azotan, a quienes solo invita a tomar tinto.
En cuanto a la inflación en Colombia, el gobierno hace alarde de que, en efecto, se está reduciendo. Ésta no es una medida de si las cosas están caras, sino una variación en un lapso específico. En nuestro caso, tenemos una de las inflaciones más altas del continente y los precios están altísimos, las masas padecen hambre. Los servicios públicos están carísimos, los combustibles, los elementos de aseo, y si bien los alimentos no es lo que más ha subido, el producto más caro es la papa, que es básica en la canasta familiar. El gobierno de Petro se atrevió a hacer lo que incluso gobiernos de derecha anteriores no habían hecho, que fue hacerle caso a las exigencias Fondo Monetario Internacional sobre el incremento y el subsidios a los combustibles. En agosto de 2022, el galón de gasolina estaba en $9.250 pesos colombianos, mientras que en noviembre de 2023 está en $14.564 pesos, un alza de más del 57 % en apenas un año. Y como todo lo altisonante y demagógico del presidente Petro, esto no afecta solo a los “dueños de las Toyotas” sino que cae principalmente sobre las enormes mayorías, las clases medias y millones de trabajadores que utilizan motos para evitar pagar el excesivo costo del transporte público. Por consiguiente la inflación se disparará y el costo de la vida aumentará todavía más. Así, es por lo menos desastroso que el gobierno que se dice progresista sea un muro de contención a la lucha popular en contra de las infames alzas de los precios.
A ello se suma el alza de los peajes, que son un negocio de los grandes monopolios, como Luis Carlos Sarmiento Angulo, que es dueño de varias de las concesiones, para que las vías se mantengan en buen estado y en mantenimiento constante, lo que evidentemente no es cierto, como en el caso de la vía a Llano. El anuncio ahora es que como Petro congeló los peajes por este año, entonces ahora se va a hacer un alza para recuperar ese incremento que no se hizo, porque el presidente les prometió a los concesionarios que los congelaba pero que a ellos de todas maneras les pagaba. Es decir, que el alza que no hizo este año, más el del próximo, serán cobrados entre fines de este año y mediados del próximo, o sea, un aumento de cerca del 23 al 24 %.
Comentarios