Si se quiere enderezar el rumbo de la nación es imperioso avivar la llama de la rebeldía, aumentar su presión, concentrar los vapores que propulsan la máquina del descontento, evitar que se escapen y se enfríen. En estas páginas somos partidarios de que estalle la indocilidad contra la injusticia, de que no se congele el espíritu de lucha.
Esto es lo que la seudo izquierda llama una táctica inteligente que consiste en una descarada contemporización con el santismo; que siembra ilusiones en un régimen que se avizora oprobioso.
Tamaña desvergüenza sólo tiene parangón en las épocas en que los jefes de las camarillas de la UTC y la CTC hacían parte de los directorios de los partidos liberal y conservador que por entonces mangoneaban el país. Este fue el principal aporte que, al menos por ahora, logró llevar a las toldas santistas el tránsfuga Angelino Garzón.