El reformismo borbónico

El presente escrito1 desarrolla aspectos de la implementación de las reformas borbónicas en América y cómo éstas influyeron en el proceso de independencia colombiano.

Con la muerte de Carlos II en 1700 comenzaron a gestarse cambios en España, que a su vez tendrían incidencias en los territorios dominados por ésta. Carlos II fue el último rey de la dinastía de los Austria. Su sucesor fue Felipe V duque de Anjou, nieto de Luis XIV y miembro de la casa de los borbones, que desde ese momento va a tomar el poder de España, con lo que se abrió la posibilidad de una alianza con Francia. Sin embargo, los adversarios de Francia no aceptaban que ésta tuviese la corona de los dos países; por esta razón, se formaron dos bloques en Europa. Por un lado, la Gran Alianza integrada por Inglaterra, Holanda, Austria y Portugal y algunos estados alemanes; por otro lado, Francia y España.

La disputa culminó con la firma del tratado de Utrech en 1713, por el cual Felipe V fue reconocido como rey de España, pero no de Francia, con lo que aquella perdió algunos dominios europeos.

La España Borbónica fue el comienzo de un renacimiento nacional, político y económico en la que Carlos III, hijo de Felipe V, asumió una posición partidaria de las ideas liberales y encarnó con propiedad el despotismo ilustrado; él implementó una serie de reformas con el objetivo de sacar al imperio de la decadencia y la ruina. Es durante este período que se dio un cambio en la estructura jurídica, ya que se transita de una monarquía universal a una monarquía nacional.

Los borbones españoles del Siglo XVIII

En el Estado patrimonial —que rigió desde la conquista hasta el ascenso de los borbones— las Indias se incorporaron a la corona española y se consideraban como reinos americanos unidos a ésta, la cual no los gobernaba por medio de las instituciones de Castilla y Aragón, sino a través de un nuevo orden político. Así, estos reinos tenían su propia organización política y actuaban con autonomía, esto se evidenciaba con la existencia del consejo independiente de las Indias, que tenía el mismo reconocimiento del consejo de Castilla, además de la legislación especial para América.

El cambio hacia el Estado nacional unitario —influido por la idea de la monarquía nacional, que fue un proceso histórico que inició con el absolutismo del siglo XVI y que terminó con la Revolución Francesa y las guerras napoleónicas— era opuesto a las tendencias predominantes en Europa a finales del siglo XVIII, donde ya se comenzaban a evidenciar los desacuerdos con el absolutismo, pues la burguesía comenzaba a ganar protagonismo.

Carlos III

El reformismo de Carlos III trató de sustituir el estado patrimonial por el estado unitario, esto se aceptaría en España, pero en América generaría resistencia y oposición. Entre 1768 y 1775, la nueva monarquía nacional española debe tomar una posición defensiva para fortalecer el gobierno, su autoridad y eficacia.

Otra de las modificaciones introducidas por Carlos III se concentró en el control económico a través del mercantilismo, ya que éste les había proporcionado a los países rivales la capacidad de modernización y su poderío militar. Los reformadores comparaban el alto rendimiento de las colonias extranjeras con lo poco que le producían las Indias a la metrópoli.

Ante el fortalecimiento de Inglaterra y de otros países competidores, España buscaba homogenizar en una sola nación sus dominios; hacía 1789 y 1792 convirtió a todos los reinos en uno solo y se transformó en un imperio que agrupó a una metrópoli peninsular y unas colonias ultramarinas. Sumado a esto comenzó a utilizar el término de colonia en documentos reservados del gobierno, aunque no se hace público.

Todos estos cambios llevados a cabo por los Borbones tenían un objetivo principal que consistía en modernizar y centralizar el Estado, tratando de obtener mayor provecho económico de las Indias, basándose en la ideología liberal. También buscaba extraer mayores rentas fiscales de las colonias y tenía intención de apuntalar a España política y militarmente.

El proceso de transformación administrativa en América comenzó con la pérdida de facultades del Consejo de Indias y con la creación de cinco secretarías del despacho o ministerios. Siguiendo el modelo francés, éstas tendrían amplias atribuciones y serían autónomas con respecto a los consejos. En 1717 el de Indias sólo asumiría la función de tribunal supremo en materias judiciales y de asesoría en asuntos que el rey quisiese consultarle. En 1790 Carlos III dispuso que las cinco secretarías que manejaban los asuntos peninsulares e internacionales se hicieran cargo también del despacho de asuntos de las Indias, en sus respectivas áreas. De este modo, se iba fortaleciendo el proceso de centralización.

Adicionalmente, se crean nuevas audiencias —Caracas y Cuzco—, otras capitanías generales —Cuba, Venezuela, Guatemala, y Chile— y dos virreinatos, La Nueva Granada, en 1717 y el del Río de la Plata, en 1776. Se reorganiza la junta de Hacienda, se crean organismos como la Aduana de Lima, la Administración de rentas, de Correos y la Oficina de Temporalidades.

Virreinatos y Capitanías de España

Uno de los secretarios de las Indias y Marina más influyentes fue José Gálvez, que ejerció entre 1775 y 1787 y personificó las orientaciones borbónicas en América, apoyado en las ideas de José Campillo y Cossio, autor de: “Nuevo sistema de gobierno para América”, escrito en 1743, en el que comparaba los grandes beneficios que obtenían de ultramar Inglaterra y Francia con el poco provecho que España sacaba de sus colonias. Campillo proponía la introducción del modelo económico mercantilista planteado por Colbert. Para ello,aconsejaba eliminar el monopolio comercial de Cádiz sobre América, repartir tierras a los indios para que las trabajaran y desarrollar la minería, especialmente de la plata. Además, opinaba que se debían enviar visitadores e inspectores, para luego establecer las intendencias.

José Gálvez acogió los planteamientos de Campillo y aumentó los impuestos a la población americana. Cnjuntamente, implantó diversos monopolios de la corona como los del tabaco, naipes y la pólvora,.Aumentó la burocracia civil y militar, reclutándola entre gente joven de la Península. Todo esto fue generando malestar entre los criollos, ya que eran evidentes los recelos de Gálvez ante la presencia de ellos en cargos importantes de la administración colonial.

Los cambios implantados por Gálvez enfrentaron la oposición por parte de la burocracia, a pesar de lo cual, hacia 1776 se aplicaron en Caracas y Sonora, luego en el Río de la Plata en 1782 y, posteriormente, en los Virreinatos de Perú y México en 1784 y 1786, respectivamente.

Con el establecimiento de las intendencias, el poder de los virreyes tendría cambios. A través de ordenanzas fueron privados de sus funciones financieras, confiando éstas a un Superintendente, lo cual fue abolido más tarde retomándolas los virreyes. Por lo demás, la intendencia significó un paso adelante en la creación de una estructura burocrática formada y dirigida desde la metrópoli y constituida en su mayoría por peninsulares, con el fin de buscar un mejor desempeño del aparato administrativo y una efectiva centralización del poder.

Los intendentes y la política centralizada

Los intendentes, y la política centralizadora que implicaban, provocaron resistencia de los cabildos —formados por los criollos— que administraban los centros urbanos. Con las ordenanzas de las intendencias, se vigilaba la recaudación y la inversión de los ingresos del cabildo, los funcionarios de éstas se apropiaban de los lucros sobrantes, imponiendo restricciones y obligándolos a ser más eficaces en la utilización de los recursos.

De esta manera, los cabildos se interesaron más por una administración local de las rentas municipales y también comenzaron a rebelarse contra los intendentes, así se fue gestando una toma de conciencia por parte de los criollos, que abarcó inicialmente los aspectos económicos y administrativos y que luego se extendió a lo nacional e intelectual, llegando a alentar el proceso de independencia.

Otro de los cambios de los Borbones tuvo que ver con la liberalización del comercio, que fue paulatina y que tuvo como uno de sus hitos la publicación, el 12 de octubre de 1778, del reglamento y los aranceles reales para el comercio libre de España e Indias, del que se esperaba un estímulo al desarrollo de la agricultura, la industria y la población. Éste redujo gravámenes sobre el comercio, autorizó a doce puertos españoles a comerciar con los de las Indias. Sólo quedaron por fuera los puertos venezolanos porque allí se encontraba el monopolio de la compañía Guipuzcoana de Caracas. La aplicación de este reglamento implicó la desaparición de la casa de contratación de Cádiz, estableciendo, en los puertos habilitados, juzgados de arribada que harían la inspección de los navíos.

Todo esto se complementó con el apoyo de consulados y de las Sociedades Económicas de los Amigos del País. Los consulados eran tribunales arbitrales entre los mercaderes y regulaban los aranceles de productos importados o las tasas de las exportaciones. Además, fijaban los precios de venta, moderaban el alza y baja de los precios de las mercaderías y contribuían a la defensa de las costas.

SEAP - Cuba

Las Sociedades Económicas de Amigos del País surgieron en España con base en el movimiento ilustrado y el reformismo borbónico La primera tuvo origen en Vergara, bajo la iniciativa de Javier Munive e Idiaquez, marqués de Peñaflorida y fue aprobada por Carlos III en abril de 1765. La segunda se formó en Madrid y a partir de entonces comenzaron a expandirse por toda la Península y América. El objetivo de estas sociedades era el de estimular el estudio para mejorar el sistema de comercio y sugerir la explotación de nuevas fuentes de riqueza. Igualmente, promover la instrucción en novedosas técnicas industriales.

Implementación de las reformas en América

En 1777 Gálvez envía tres fiscales a América quienes debían encargarse de llevar a cabo reformas parecidas a las realizadas por él cuando había sido visitador de México. Para la Audiencia de Perú, envía al fiscal José Areche, a Quito, remite al fiscal José García de León Pizarro y Francisco Gutiérrez de Piñeres es nombrado regente visitador del Virreinato de La Nueva Granada.

El conjunto de reformas terminó provocando una acalorada reacción popular. En 1780 se comienza a dar una oleada revolucionaria antirreformista desde los Andes del Alto Perú hasta Venezuela, donde los principales centros fueron Tungasuca y el Socorro, con movimientos secundarios en: Oruro, La Paz, Cuzco, Arequipa, Ambato, Quizapincha, Santa Rosa, Simacota, Mogotes, Tunja, Mérida, entre otros.

Estos movimientos lograron algunas de sus reivindicaciones, por ejemplo, en Perú, tras el levantamiento liderado por Tupac Amarú, el virrey Jáuregui se vio obligado a anular los repartimientos y a crear la Audiencia del Cuzco. En Caracas se detuvo un plan de reforma a los derechos del comercio y se suspendió el cobro del estanco del tabaco, en la Nueva Granada fue suspendido el impuesto a la Armada de Barlovento, se puso fin al traslado de los indios de sus resguardos y se eliminó la implantación de las intendencias.

Teniendo en cuenta lo anterior, se puede afirmar que el reformismo borbónico al intentar obtener mayores beneficios y riquezas, a costa del despojo y la concentración del poder, fue generando un malestar en los diferentes grupos sociales, lo cual forjaría paulatinamente, una conciencia independentista que agruparía sectores sociales diversos que tenían entre sí contradicciones, tales como las existentes entre los criollos y los indígenas o los esclavos, pero que hicieron causa común contra la corona española y por la independencia. En este sentido, los sectores dominados demostraron que en la historia, la opresión tiene como consecuencia el que los oprimidos se vuelquen con las estructuras dominantes y derriben el orden establecido.

Notas

  1. Este documento se elaboró con base en el capítulo cuatro: “La España de los Borbones” en: El Perú Liberal. Partidos e ideas políticas de la Ilustración a la República Aristocrática. Autor Hugo Garavito Amézaga. Ediciones el Virrey. Lima, 1989.

Comentarios

Sé el primero en comentar este artículo

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *