Cusiana: la rapiña del petróleo

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Por Alfonso Hernández[*]

El río de las “aguas negras” en lengua indígena, el Casanare, da el nombre al departamento cuya economía se ha basado en las faenas del hato ganadero y la agricultura, y que hoy vive una profunda conmoción ocasionada por el auge de la actividad petrolera. El descubrimiento de dos mil millones de barriles de crudo en Cusiana y Cupiagua, de más de cinco mil gigapiés cúbicos de gas en Volcanera y la probabilidad de dar con otros ricos yacimientos en el piedemonte llanero, provocaron la codicia de las multinacionales que exploran su suelo palmo a palmo. El olvidado Territorio Nacional de ayer es actualmente objeto de jugosas transacciones en las más importantes bolsas de valores del mundo.

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Un nuevo Dorado El de Cusiana consiste en el mayor hallazgo en el Hemisferio Occidental después de Prudoe Bay, en Alaska, en 1968. Cierto que se necesitó perforar a 16.000 pies, pero por cada pie perforado se obtienen 93.750 barriles, es decir, 187 veces el promedio mundial, que llega a 500.

Estos campos harán posible que el petróleo aporte más del 40% de las ventas externas del país y el doce por ciento de los ingresos fiscales del sector central. Encontrados por Ecopetrol entre 1972 y 1976, los pozos Unete 1, Tauramena 1 y Tauramena 2, fueron cedidos primero a la Triton, mediante el contrato de asociación denominado Santiago de las Atalayas, Cusiana. Triton, tras una serie de maniobras especulativas, vendió en 1987 el 80% de sus intereses a la British Petroleum y a la Total. Luego, toda la cuenca, que era reserva de Ecopetrol, fue entregada a las multinacionales para su prospección.

Además del contrato de Cusiana, hay otros. Támara, Pauto, Sámaca, con la British; Recetor y Tierra Negra, con Maxus; Río Chitamena y Monterralo, con Total; Araguaney, con Oxy; Samoré, con Copeco, y Río Blanco con Chevron. El 12 de septiembre pasado la British anunció la firma de un nuevo contrato de asociación denominado Piedemonte Occidental. Al jugoso botín se agrega ahora Coporo 1, con una reserva estimada en el doble de Cusiana.

Al brotar el petróleo, distintas fuerzas sociales se ponen en tensión. Miles de personas provenientes de todo el país arriban a Yopal y otros municipios. El comercio se multiplica y exige que las petroleras se abastezcan de artículos de consumo en Casanare; otro tanto ocurre con el transporte.

La población urbana se incrementa aceleradamente. Pueblos y veredas reclaman solución a las necesidades apremiantes de salud, educación y vías. Los mozos de las ganaderías ya no quieren someterse al viejo régimen de servidumbre, y los obreros comenzaron pronto a movilizarse por alcanzar elementales derechos.

Hasta sectores del gobierno local se quejan de las políticas del poder central relacionadas con los hidrocarburos y la distribución de sus beneficios.

La lucha por las regalías Una vez satisfechas las gravosas exigencias de los consorcios foráneos, el gobierno se dispuso a arrebatarle a Casanare una parte sustancial de sus derechos, mediante el proyecto de Ley No. 126, hoy Ley de Regalías. La respuesta fue inmediata. La Asamblea denunció la política antipatriótica del ejecutivo, propuso la defensa de Ecopetrol y exigió cumplimiento con los porcentajes anteriormente asignados a departamentos y municipios productores.

El Bloque Sindical Democrático de la región hizo suyas las denuncias de la Asamblea e impulsó la constitución del comité Unidos por Casanare, que pronto aglutinó en torno suyo a los alcaldes, concejales, diputados, Cámara de Comercio, comités gremiales del sector agropecuario y a las organizaciones sindicales.

Después de diversas movilizaciones, el 17 de noviembre de 1993, los 19 municipios del departamento paralizan sus actividades y realizan marchas y concentraciones. “Este paro cívico fue el comienzo de la participación del Casanare en la lucha nacional por la defensa de los hidrocarburos y un ejemplo que permite que diversos sectores se movilicen a exigir sus derechos”, puntualizó José Daniel Rodríguez, secretario regional del MOIR. Unidos por Casanare hizo presencia en el Congreso Petrolero convocado por la USO, y en los distintos foros en que se ha denunciado la política oficial.

Millares de migrantes Tauramena, situado en el piedemonte de la Cordillera Oriental, con una población cercana a las nueve mil almas, es el casco urbano más próximo al campo petrolero de Cusiana. Este debe su nombre al río que nace en la cordillera y desemboca en el Meta. En las jurisdicciones de Tauramena y Aguazul se encuentran Cusiana y Cupiagua, en donde la British Petroleum, que opera ambos campos, perfora los pozos de las mismas denominaciones y los de Buenos Aires y Chitamena. A escasos ocho kilómetros de aquel municipio, en la Meseta del Aceite Alto, funcionan las Instalaciones Centrales de Producción, en el cual se acopia todo el petróleo del sector. Allí se separan las aguas asociadas y el gas y se bombea el crudo al oleoducto. Actualmente producción alcanza los 64 mil barriles diarios.

En Tauramena se concentra una gran cantidad de inmigrantes, por lo cual el costo de vida se disparó. Los obreros de las empresas contratistas deben pagar más de ochenta mil pesos por una pieza. Las familias dejan sus casas o se reducen a un cuarto para arrendar los demás. El hacinamiento ha llegado a extremos intolerables servicios públicos no dan abasto. En la mayoría de los casos, el alquiler de un dormitorio no incluye el derecho a utilizar el lavadero, y no es extraño ver a obreros y malleros -hombres que esperan ser enganchados por alguna compañía- lavando ropas en los ríos. Es imposible alimentarse con menos de 5.000 pesos diarios.

Las huelgas La British realiza sus trabajos a través de una tupida red de empresas contratistas. Así se pueden burlar mejor los derechos de los trabajadores. En la actividad petrolera en Casanare la inmensa mayoría de la fuerza de trabajo está bajo contrato a término fijo. Predomina la vinculación por 28 días, el veintiochazo, al que la British, con humor negro, considera una forma de “democratizar” el empleo. En 1992 miles de hombres sin elementos de protección, con remuneraciones misérrimas, transportados en volquetas y casi totalmente desprovistos de seguridad social, taladran la tierra, edifican las instalaciones de producción, abren trochas y empalman la tubería del oleoducto.

En una palabra, contribuyen a hacer brotar el combustible por excelencia de la industria moderna. Pero la tenacidad desplegada en el trabajo se manifiesta también en la decisión de lucha.

En septiembre de 1993, los habitantes Tauramena y los obreros bloquearon la entrada al CPF de la British durante varios días. El 16 de diciembre del mismo año, los 600 trabajadores de Distral, empresa trabaja en la construcción del Centro de Facilidades, paralizan labores. A mediados de marzo de 1994, 700 obreros que construían el oleoducto se lanzaron huelga. Y en junio, de nuevo los obreros de Distral suspenden la producción.

En todas estas lides, los proletarios tienen que enfrentar al patronalismo del Ministerio de Trabajo, la ofensiva de las empresas y la negación de los derechos a organizarse y hacer peticiones que implica el contrato a término fijo. Nada de eso logra impedir que alcancen aumentos salariales, como también mejoras en la seguridad industrial y social. Pero el principal avance es que se han iniciado en la escuela de la lucha obrera.

Acaban las carreteras, contaminan las aguas Otro motivo de permanente conflicto entre la población y los monopolios es l daño que ocasiona a las carreteras el transporte masivo de equipo pesado. En los paros de Tauramena, en 1993, y del Morro corregimiento de Yopal, en enero del 94, se demostró que la British, causante del problema, se niega a resarcir los daños. El gobierno, con su política de descentralización, obliga a las regiones a pavimentar las carreteras, con los ya menguados ingresos que les corresponden por regalías.

La contaminación de ríos y quebradas y el deterioro general del ambiente son otra causa de enfrentamiento. El propio Ministerio del Medio Ambiente se vio obligado a sancionar a la British por los vertimientos de petróleo, cemento y sustancias cancerígenas en importantes fuentes de agua, a raíz de los trabajos en los pozos Támara, Buenos Aires 1 y Cusiana 3. Las excavaciones en Pauto 1 y 2 amenazaban envenenar los ríos Cravo Sur y Pauto, lo que puso en peligro el acueducto de Yopal.

Dichas obras se adelantaron violando la legislación sobre el uso de las aguas y sin contar con las autorizaciones requeridas. Las tropelías enumeradas no fueron obstáculo para que la casa matriz de la British se concediera a sí misma en Colombia el premio mundial de Educación Ambiental por la campaña “El Cusiana Vive”, que se reduce a coloridos carteles con los que se pretende tapar los destrozos producidos a nuestros ríos y bosques.

El ingeniero Gundisalvo Vega, actual alcalde de Tauramena, dice que las compañías petroleras prefieren echar a perder los recursos hídricos antes que detener los trabajos y menoscabar sus cuantiosas utilidades. Se trata de sacar el petróleo lo más rápido posible y con los menores costos. Vega manifiesta su preocupación por el posible degradamiento de las aguas subterráneas, ya que el trabajo que se hace para impermeabilizar las piscinas de oxidación no representa garantía. El anterior secretario de salud de Casanare, Eduardo Lucio, explicó a Tribuna Roja que el agua asociada al petróleo de Cusiana, que contiene metales tóxicos y una altísima salinidad, es derramada en los ríos y sabanas sin un tratamiento adecuado. Señaló que su antecesor cerró algunas estaciones petroleras, pues no cumplían con normas mínimas.

Por ejemplo, en las estaciones Liria 1 y Morichal era evidente la contaminación: “Todo lo verde alrededor se acabó”. Eduardo Lucio se vio en la necesidad de cerrar la estación Barquereña en el municipio de San Luis de Palenque, por envenenamiento de aguas superficiales y porque no tenían ningún programa para evitarlo. Casanare no cuenta con laboratorios adecuados. Dice: “Se toman las muestras, se llevan a un laboratorio en Bogotá y la compañía petrolera paga el examen. No hay garantía, es tonto lo que se está haciendo”.

El gobierno adelanta pomposas campañas ecologistas y crea un ministerio, pero no toma las medidas elementales para impedir que las multinacionales devasten los recursos del país. En cambio sí, a través del Fondo Nacional de Regalías, obliga a las regiones a restaurar el medio deteriorado.

Coto de caza “Las petroleras se mueven en el departamento como Pedro por su casa, muchas veces el último en enterarse es el municipio. Todo el mundo paga impuestos. ¿Por qué las multinacionales no? No tienen ningún respeto por las autoridades locales”, dijeron a Tribuna Roja los concejales de Yopal Irene González de Mendieta, Luis Camargo y Segundo Gabriel Rivera. Cabe señalar que la ley de regalías prohíbe a las entidades territoriales establecer gravámenes a la explotación de los recursos naturales.

El presidente del anterior concejo de Aguazul, Héctor González, dijo: “La British está comprando miles de hectáreas en Aguazul, entre los ríos Cusiana y Charte. Es un enclave británico en Colombia. Si seguimos así, en unos años, para ir a Sogamoso, vamos a tener que solicitar visa al gobierno inglés”.

Lo que sucede en Casanare muestra de manera dramática los efectos de la política impuesta al país por el FMI y el Banco Mundial, dados a la tarea de sacar adelante los voraces intereses de los imperialistas. Hay otro aspecto: la erguida resistencia de sus habitantes ante el saqueo de nuestros recursos. Todos han protestado y ninguna treta logra engañar ni desmovilizar a este pueblo, orgulloso de su bravía participación en la lucha que nos dio la independencia.


[*] Publicado en Tribuna Roja Nº 58, marzo 11 de 1995.

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