Crece la organización de los trabajadores de las flores en la sabana de Bogotá

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Semejantes abusos se cometen no sólo en Guacarí, sino que los Nannetti y sus socios también han procedido de igual manera con los trabajadores de Splendor Flowers, la Fragancia, Jardines de Colombia, Flores de la Vega, entre otros.

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El pasado sábado 4 de septiembre un grupo de obreros de la empresa Agrícola Guacarí decidió unirse para poner coto a los atropellos cotidianos a los que los somete la compañía, para lo cual fundó el Sindicato de Trabajadores de Agrícola Guacarí, Sintraguacarí y se afilió a la Unión Nacional de Trabajadores de las Flores, Untraflores, agremiación que ha venido luchando por cerca de una década por la defensa de los intereses de los floristeros en la Sabana de Bogotá.

La finca de C.I. Agrícola Guacarí Ltda. se localiza en el kilómetro 4.5 de la vía Briceño-Zipaquirá y cuenta con cerca de quinientos operarios. Hace parte de Sun Burst Floramérica o Grupo Nannetti —consorcio de la familia de dicho apellido y un fondo de especuladores norteamericanos—, el mayor exportador de flores de Colombia, que cuenta con más de 18 plantaciones y varios miles de trabajadores.

A los proletarios de Guacarí ya les adeuda casi treinta días de salario y la prima de junio; desde hace tres meses, aunque hace los descuentos de los sueldos, no les abona a los fondos correspondientes las cuotas de salud, pensiones ni entrega los cheques del subsidio familiar. De tal manera que quienes requieren atención médica no la pueden obtener a causa de la conducta irresponsable de la firma y aquellos que aspiran a jubilarse tienen en veremos esa prestación. De manera atrabiliaria está presionando al personal para que se pase a cooperativas de trabajo asociado o a empresas temporales, para acabar de envilecer los salarios y las condiciones laborales. Como si esto no fuera suficiente, el gerente y la funcionaria de salud ocupacional humillan al obrerismo y han llegado a la mezquindad de retirar el botiquín y de suspender el suministro de agua Cristal, sometiendo a quienes laboran a beber agua no enteramente potable.

Semejantes abusos se cometen no sólo en Guacarí, sino que los Nannetti y sus socios también han procedido de igual manera con los trabajadores de Splendor Flowers, la Fragancia, Jardines de Colombia, Flores de la Vega, entre otros. Por ello, en las fincas Ipanema y la Herradura, de la Fragancia, y en Splendor los trabajadores han protestado enérgicamente.

Los patrones pretenden descargar las dificultades que enfrenta la floricultura a causa de la revaluación del peso incrementando de manera brutal la carga de trabajo y reduciendo la paga a niveles que ya son francamente insuficientes para la subsistencia. La revaluación tiene origen en el ingreso de capitales extranjeros al país, que se están apoderando de nuestras minas, empresas y se han dedicado al agio. Este es un mal causado por las políticas de liberalización económica, es decir, de entrega de la economía nacional a los monopolios imperialistas. La “bonanza” de inversión extranjera, tan alabada por las corporaciones financieras, por los políticos de la coalición gobernante y por los economistas mercenarios ha permitido el enriquecimiento fabuloso de una ínfima minoría, mientras que viene sumiendo en la indigencia a millones de colombianos, como lo prueban las cifras de desempleo. Se adujo que el ingreso de caudales foráneos y la apertura comercial fomentarían el desarrollo y menguarían el desempleo con base en el florecimiento de las exportaciones. El resultado ha sido el contrario, a tal punto que aun los propios exportadores, que han figurado entre los primeros abogados del complot de desproteger la economía nacional—pues buscan competir en los mercados foráneos sometiendo a los asalariados a una labor extenuante y a una remuneración exigua— se enfrentan a los riesgos de la bancarrota, consecuencia del sinnúmero de gabelas concedidas a los monopolistas extranjeros, quienes manipulan incluso el valor de las monedas en su propio beneficio. Pero los empresarios de la floricultura y de otros gremios similares, en vez de exigir al régimen disposiciones que protejan las industrias nacionales, reclamos en los que los trabajadores no dudarán en acompañarlos, imploran subsidios estatales y más disposiciones laborales regresivas.

No se puede permitir que se continúe con la política de “competir” sobre la base de extenuar y hambrear a nuestro pueblo. Mientras que a los asalariados se les mantiene bajo condiciones tan oprobiosas, el número de desempleados aumenta y la miseria sofoca a los pueblos de la sabana de Bogotá, como Facatativá, Madrid, Mosquera, Zipaquirá, Gachancipá y otros. El arrojo de los obreros de Guacarí, la valentía que han demostrado al organizarse son un ejemplo para todos los pobladores. La paciencia se está colmando. Hay que impulsar resueltamente la protesta obrera, de los desempleados, de las juventudes contra las disposiciones criminales del gran capital y del gobierno pro yanqui.

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