Obama y la metamorfosis kafkiana de la izquierda polista

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Por Alfonso Hernández

El pasado 31 octubre, el ex candidato presidencial del Polo Democrático Carlos Gaviria Díaz publicó en el diario El Tiempo una columna titulada Obama y Kafka, en la que comenta el hecho de que al presidente de los Estados Unidos se le haya otorgado el Nobel de Paz, lo que provocó burla y sorpresa, pues el mismo Obama reconoció que no ha llevado a cabo nada para merecerlo. No le falta razón: desde que asumió el mando se ha dedicado a recrudecer el ataque a Afganistán, mantener la agresión al pueblo de Irak, devastar Pakistán y pisotear América Latina, entre otras andanzas belicosas. No obstante, el ex magistrado encuentra sapiencia en el despropósito y diserta que los jurados de Oslo “han invertido, con prudencia y tino, el orden del proceso causal: asignarle el premio para comprometerlo con efectivas políticas de paz que lo justifiquen”. Todo un descubrimiento para convertir a los genocidas en abnegados benefactores de la humanidad. Lástima que a Hitler no se le hubiera concedido una presea; el siglo XX se hubiera evitado muchos horrores.

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La credulidad de Gaviria se mantiene a pesar de los acontecimientos: “Confieso sin ambages que admiro al actual presidente de los Estados Unidos. Celebré su elección por muchas razones, pues me gusta su talante audaz y democrático, aprecio su oratoria brillante, sus propósitos reivindicatorios de los derechos humanos, tan despreciados (y depreciados) por su antecesor, y por haber demostrado que aún en una sociedad tan imbuida de prejuicios raciales, la inteligencia y la ilustración tienen que ser mejor valoradas que el origen social y el color de la piel.” Como se ve, no duda en repetir la historieta del sueño americano. Pero como los abusos de la superpotencia desmienten sus aseveraciones, el columnista de El Tiempo justifica al mandatario yanqui, con el argumento de que el poder del Presidente “es bastante menor que el que suele atribuírsele”. Así esparce nocivas esperanzas de que Obama a partir del premio, descubra el mérito. Capitán de la nave de piratas al que se exculpa a priori de las fechorías de su tripulación y se le atribuyen virtudes que no se materializan.

Llama poderosamente la atención no sólo el contenido del escrito sino el momento en que se publica; el día anterior, los señores Jaime Bermúdez, Gabriel Silva Luján y Valencia Cossio le habían firmado al embajador gringo la capitulación que le permitirá a ese país mantener al menos siete bases militares en territorio colombiano. Pocos días antes el “bienintencionado” Obama había suscrito el presupuesto, que incluye 46 millones de dólares para adecuar las instalaciones colombianas a los requerimientos de las tropas de ocupación. El propio Consejo de Estado de Colombia señaló que el “acuerdo” es desbalanceado, pues Estados Unidos determina la actividad y a Colombia le corresponde “cooperar”; que es inapropiado otorgarles inmunidad a los militares y al personal civil, por no tratarse de diplomáticos; la inconveniencia de que el acuerdo podrá ser modificado por medio de arreglos de implementación o enmiendas y prorrogarse, y desaconsejó que a Estados Unidos se les permita construir estaciones receptoras por satélite, sin trámite de licencia y sin costo alguno.

Los propios documentos oficiales de los Estados Unidos han reconocido que las bases militares serán útiles para contener a los gobiernos antinorteamericanos en la región. Mientras que los crédulos, por interés o estulticia, pregonan las intenciones pacifistas del imperialismo, éste engrasa su maquinaria de guerra. Pero ¿por qué el señor Gaviria colma de elogios al jefe de la potencia imperialista en el preciso momento en que esta afianza su dominio militar sobre nuestro territorio y su amenaza sobre todos los latinoamericanos?

El que uno de los máximos exponentes del Polo Democrático se dedique, con irrefrenable servilismo, a enaltecer a Obama y se preste de manera tan indigna a adornar la firma de la entrega de la soberanía nacional es una muestra, la más esclarecedora, de cuál es la naturaleza de la izquierda que se agrupa en ese partido. Ha de reconocérsele, sin embargo, al señor Gaviria un acierto, el haber relacionado a Obama con Kafka. Trajo a la memoria a Gregorio Samsa, personaje que sufrió una metamorfosis como la que experimentan los líderes del Polo cuando se refieren al ocupante de la Casa Blanca.

 

Este artículo puede ser reproducido total o parcialmente, con la condición de que se cite la fuente, notasobreras.net, y el autor, Alfonso Hernández.

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