omitiendo los tecnicismos con los que se descresta y crea confusión entre los trabajadores y el pueblo, si en gracia de discusión se aceptaran al pie de la letra las retorcidas declaraciones del primer mandatario, tendríamos, en plata blanca, un aumento real del salario mínimo, durante el bienio, de $4.320 diarios -$2.000 en el primer año y $ 2.320 en el segundo-, una suma que aduras penas alcanza para comprar un par de huevos y que es insuficiente para pagar un pasaje urbano. Peor aún será la situación de los asalariados que no devengan el mínimo, quienes, en general, no tendrán aumento real alguno o sufrirán una merma en su poder adquisitivo
No es concertando sino luchando como se consiguen las reivindicaciones; no es repitiendo la muletilla de que “no hay condiciones” como pueden movilizarse las masas al combate; debe crearse conciencia de que las circunstancias adversas también cambian por la incidencia de una política consecuente que abarque planes sistemáticos para combatir cada vez más radicalmente todos y cada uno de los embates de los enemigos del pueblo.
Carta abierta a las centrales obreras y al Comando Nacional Unitario Ampliado
Las pensiones y el salario mínimo en la mira de los tiburones financieros.
Se necesita ser demasiado intonso, o asaz artero, para endosar que el mismo ente que exige perentoriamente arrasar con los salarios, las pensiones y toda clase de garantía legal y extralegal obtenida por los descamisados de Colombia en más de una centuria de abnegadas batallas, a su vez se vaya a hacer cargo de acabar con la subcontratación y los pactos colectivos y a entibar los sindicatos, la negociación colectiva y hasta la huelga, quitándole las limitaciones hoy existentes, éstas últimas, herramientas por excelencia del proletariado para su lucha económica contra el capital, es decir, su palanca para vender en mejores condiciones la fuerza de trabajo.
Por Alejandro Torres
El salario mínimo fue decretado de nuevo en medio de la farsa que anualmente montan el gobierno, los empresarios y la cúpula de las centrales obreras en la llamada Comisión de Concertación de Políticas Salariales y Laborales que, como gran novedad, el año pasado inició las “negociaciones” desde el 8 de septiembre, para sesionar a lo largo de más de un trimestre, y con el anuncio de los sindicalistas de que, antes que concentrarse en el tema baladí del aumento porcentual, las conversaciones girarían en torno a la “voluntad política” para mantener el poder adquisitivo, mediante la congelación de precios de los 32 artículos de la canasta familiar, el transporte y sus insumos, y el diseño de una política de empleo.