omitiendo los tecnicismos con los que se descresta y crea confusión entre los trabajadores y el pueblo, si en gracia de discusión se aceptaran al pie de la letra las retorcidas declaraciones del primer mandatario, tendríamos, en plata blanca, un aumento real del salario mínimo, durante el bienio, de $4.320 diarios -$2.000 en el primer año y $ 2.320 en el segundo-, una suma que aduras penas alcanza para comprar un par de huevos y que es insuficiente para pagar un pasaje urbano. Peor aún será la situación de los asalariados que no devengan el mínimo, quienes, en general, no tendrán aumento real alguno o sufrirán una merma en su poder adquisitivo
La clase obrera debe afirmar su convicción de que nada beneficioso para ella puede esperar de los tejemanejes que se urden por lo alto y que su suerte depende, no sólo de su organización y de su brega cotidiana, sino también, de su capacidad para desenmascarar a los apuntaladores del régimen de esclavitud prevaleciente.