Los educadores debemos tomar estas agrias lecciones que nos deja ese examen del 25 de septiembre para revolucionar la educación en los colegios públicos. Que nuestra misión fundamental sea llevarles el conocimiento a los hijos de los humildes, a quienes las clases dominantes les han venido negando la educación que vale la pena.
No dudamos en proponer que contra la tramposa ECDF se levante la bandera de abrogar la totalidad de la prueba y las normas que le dieron origen y que se retomen y apliquen de inmediato como criterios únicos de ascenso en el escalafón: los títulos, la experiencia y la producción académica.