Se fue la guarachera, pero nos dejó su rumba
La muerte de Celia Cruz, la cantante cubana, la Reina de la Salsa, la Reina Rumba, la Guarachera de Cuba, causó estupor en el mundo de la música latina. La gente la quería: gozaba con su música, se encantaba con su voz, su vestuario exuberante, su risa, su modo de ser, su show. Todo esto que la caracterizaba, y que hacía parte de su cultura afrocubana, había conquistado al público.
En 1950, se unió a La Sonora Matancera, legendaria y querida orquesta de Matanzas, Cuba, y de la cual hicieron parte Daniel Santos, Bienvenido Granda, Leo Marini, Toña La Negra, Carlos Argentino Torres, Alberto Beltrán, Bobby Capó, Carmen Delia Dipini, Benny Moré y Nelson Pinedo, entre otros. Para la gente que conoce la trayectoria de esta artista, su vinculación con La Sonora fue su consagración, su época de oro; sin la Sonora es difícil que Celia Cruz hubiera sido la Reina de la Salsa.
En 1960, junto con la Sonora Matancera abandonó Cuba rumbo a México y luego a los Estados Unidos. “Me fui de Cuba para ganar dinero y mandarle a la familia”, sostiene ella. La Reina de la Salsa permaneció con dicha orquesta hasta 1965 y, al año siguiente, se unió a la orquesta de Tito Puente, con quien grabó 8 discos. Pedro Knight, uno de los mejores trompetistas de La Sonora (con la que trabajó desde 1944), dejó esta orquesta para dirigir la carrera de su esposa Celia.
Las actuaciones de Celia con maestros y orquestas como Johnny Pacheco, Willie Colón, Fania all stars, Sonora Ponceña son memorables. A lo largo de cinco décadas grabó más de 60 álbumes, cosechó innumerables reconocimientos, cinco premios Grammy y numerosos discos de oro y platino por millones de copias vendidas en todo el orbe.
La Guarachera de Cuba recibió doctorados honorarios de las universidades de Yale, Internacional de Florida y de Miami. En 1987, fue homenajeada con una estrella en el paseo de la fama de Hollywood y, años después, la ciudad de Miami dio a la calle ocho, vía principal del barrio cubano, el nombre de Celia Cruz Way.
“Celia tenía una gracia muy especial, siempre estaba creando, siempre tenía algo nuevo que ofrecer al público. Ella es como Benny Moré, como Carlos Gardel; son inmortales, nadie puede sustituirlos”, comentó en Miami el famoso bajista cubano Israel López “Cachao”.[2]
En un libro acerca de La Sonora Matancera se afirma de Celia que “Su voz recoge la expresión fácil y populachera, el calor de la gente del trópico, su alegría y colorido. El lenguaje callejero que salpica de gracia cualquier ciudad de nuestra América. (…) En la escena, Celia Cruz impresiona, nos llena, nos transporta, nos hace vibrar, nos envuelve en su arte único”.[3]
Muchas de sus interpretaciones la consagraron como una de las mejores representantes del sabor tradicional del son y de la guaracha cubana: Bemba colorá, Burundanga, Sopita en botella, Usted abusó, La negra tiene tumbao, El yerbero moderno, La vida es un carnaval, etc., etc.
La reina, quien nos cantaba azúcar, azúcar negra, ay cuánto me gusta y me alegra, Soy la caña y el café, Guarapo de guaguancó y que añoraba a Cuba a sus paisajes, su gente, su Habana, se fue el 16 de julio de 2003 pero su música perdurará, pues hace parte del legado de nuestra cultura en toda América, de la música tropical. Se ha afirmado con razón que su voz cantaba cada vez mejor y no le pasaban los años; se admira su vigor, su potencia, esa voz que arrulla y destroza (Valverde). La Reina Rumba, representante del sabor tradicional del son y de la guaracha cubana, era y será única e inigualable.
Publicado en Leonardo da Vinci N° 7, septiembre-octubre de 2003
Notas
[1] Valverde Humberto. Reina Rumba
[2] CNNenespañol.com
[3] Serna Carlos y Barros Marco T. La Sonora Matancera más de 60 años de historia musical.
[4] ValverdeUmberto. Celia Cruz: Reina Rumba.
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