Saludo de Notas Obreras al VIII Congreso de la Central Unitaria de Trabajadores, CUT

Compañeros de la mesa directiva

Compañeras y compañeros:

Colombia atraviesa por un momento único de su historia. En 2022, a pesar de la confabulación en su contra de todas las fuerzas retardatarias, el candidato del Pacto Histórico, Gustavo Petro, llegó a la presidencia en andas de una movilización electoral sin antecedentes de las masas populares, que recogió los frutos del alzamiento contra el régimen iniciado a finales de 2019 y que culminó con las heroicas jornadas de mediados de 2021. El entonces candidato llamó a los jóvenes y a los desharrapados a sustituir las barricadas por las urnas pues así se evitaría una salida cuartelaria que embolatara el triunfo en los comicios y, con ello, la posibilidad de hacer, por la vía institucional, los cambios exigidos por los insumisos.

Petro escogió como fórmula de gobierno el “acuerdo nacional” que, en su primera versión, consistió en proponerles al partido liberal de César Gaviria, al de la U y al conservatismo ocupar ministerios claves y otras dignidades para modificar los estragos causados a los derechos laborales, a la salud, a las pensiones a los servicios públicos por las leyes 50 de 1990, 100 de 1993, y 142 y 143 de 1994, esto es, que los propios instauradores de la regresión neoliberal la revirtieran. La segunda versión del citado acuerdo se inició con la reunión con los cacaos en la Casa de Huéspedes Ilustres de Cartagena de Indias y la intermediación presidencial en la reyerta entre los Gilinski y el Grupo Empresarial Antioqueño.

Como era de esperarse, estos sectores apenas le aprobaron la reforma tributaria, indispensable para ampliar los recaudos y satisfacer las exigencias de la regla fiscal, y, como es usual, el Plan de Desarrollo, cuyas formulaciones generales desdeñan mientras se les permita participar de la repartija del plan plurianual de inversiones.

Pero tratándose de las llamadas reformas sociales la coalición implosionó a las primeras de cambio, pues ni los ocampos ni los gavirias ni sus jefes ni la mayoría de sus congresistas permitirían modificaciones abruptas como eliminar las EPS o ampliar los contratos a término indefinido. Solo se han mostrado proclives a sancionar los cambios pensionales, pues el proyecto oficial mina el régimen de prima media, recorta las mesadas de buena parte de los asalariados y deja en manos de las Administradoras de Fondos de Pensiones los más de $400 billones del ahorro pensional, lo mismo que, con el cambio del umbral propuesto, la mayoría de los flujos futuros.

Con el fin de someter al Ejecutivo a sus designios los socios de derecha de la coalición volvieron a las andadas con sus socios naturales, los ultramontanos del uribismo y el vargasllerismo, los tecnócratas y los gacetilleros de los grandes medios de comunicación de los grupos financieros, los barbosas y cabellos, las Cortes, la junta directiva del Banco de la República, que le armaron la de troya. Entonces, el gobierno optó por someterse a la desgastante y desprestigiada tarea de seducir uno a uno a los parlamentarios, “que son los que votan”, según aseveró el ministro del Interior.

Todos a una lo vapulean, lo infaman, lo calumnian, lo acusan de conducir el país al abismo, de ahuyentar la inversión y hasta le aplican la falacia del hombre de paja acusándolo de estatizador y socialista, pues refregándole los fracasos y escándalos reales y supuestos de la administración y las cifras depresivas de la macroeconomía, no solo buscan desanimar a las gentes de luchar contra el establecimiento, sino que lo incitan a tomar medidas antipopulares para devolverles la confianza a los capitalistas y luego acusarlo del deterioro de las condiciones de vida de la población. Y por cada mandoble le exigen una nueva concesión; pero las complacencias con las que el mandatario busca apaciguarlos se las retribuyen con nuevos zarpazos y vilezas.

El presidente responde fundamentalmente con trinos y discursos provocadores y señalando que algunos de sus opositores, principalmente mafiosos y ultraderechistas en acuerdo con sectores de las cúpulas de la Fiscalía pretenden derrocarlo.

Acorralado, dicta o anuncia medidas que paulatinamente le enajenan el respaldo popular como el alza de los combustibles, la supresión de los subsidios a los servicios públicos, la elevación del impuesto predial, de un lado. Y, de otro, recurre a la sombrilla protectora de los Estados Unidos, que le pasa la factura que se paga con afrentosas concesiones de la soberanía nacional: la facilitación de una base militar en Gorgona; zarpazos a la Amazonía, vinculación a acuerdos económicos y militares enmarcados en su estrategia guerrerista global, expresada dramáticamente en la miserable agresión sionista contra el pueblo palestino.

Notas Obreras no ha titubeado en expresar su rechazo a las vilezas de la derecha contra el gobierno y ha declarado que frente a cualquier intentona golpista pondrá su grano de arena en la resistencia que ello propicie, pero también ha condenado las inconsecuencias oficiales frente a los obreros y campesinos y el resto del pueblo y el alineamiento en la geopolítica global con el imperialismo norteamericano, el tradicional opresor de Colombia. Tales inconsecuencias que llevaron a la encerrona al gobierno de Gustavo Petro ha acendrado nuestra convicción sobre la apremiante necesidad de forjar un verdadero partido revolucionario, que levante las banderas contra los monopolios y la injerencia gringa, que propugne la unidad, les cierre el paso a la traición, un partido leninista organizado, de cuadros convencidos y resueltos que conduzca a las masas populares a conformar un estado poderoso en manos de los trabajadores, el pueblo, los pequeños y medianos productores y que busque el progreso y el bienestar de las mayorías.

Compañeros les deseamos éxitos en las deliberaciones de los próximos días y que las conclusiones de este VIII congreso redunden en beneficio del avance de la lucha del proletariado y el pueblo.

Bogotá, 28 de febrero de 2024