Respaldemos resueltamente al pueblo palestino

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El mundo se conmociona ante las gigantescas movilizaciones en las que se exige que cese el genocidio y se respeten los derechos del pueblo palestino. Ni los Biden, ni los Macron, ni los Scholz logran amansar la inconformidad mundial

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Nota editorial leída en la transmisión en directo de Antípoda, el martes 17 de octubre en la velatón de solidaridad realizada frente a la embajada de Palestina en Bogotá

“Estamos combatiendo contra animales humanos y estamos actuando en consecuencia”, con estas palabras el ministro de Defensa Israelí, Yoav Gallant, anunció el sitio total a Gaza, un territorio pequeño, pero con una de las mayores densidades de habitantes por kilómetro cuadrado en todo el mundo. Para demostrar que él y sus congéneres no son “animales humanos”, sino humanos humanistas anunció que “no habrá electricidad, ni comida, ni agua ni combustible. Se cerrará todo”. Cerca de dos millones y medio de palestinos padecen esta nueva campaña de aniquilamiento llevada a cabo por cerca de trescientos aviones, dos mil tanques de guerra, y además, de centenares de miles de soldados armados hasta los dientes. Para colmo de la sevicia, los portaaviones Gerald Ford y Eisenhower fueron enviados a la región por el gobierno de Biden, “líder mundial de la democracia”, para ayudar al ejército sionista. Las bombas caen incesantemente sobre las barriadas empobrecidas, destruyen hospitales y escuelas, hacen saltar por los aires ambulancias y viviendas; toman como blanco los lugares de culto de los musulmanes. Son ya pocas las escuelas que mantienen muros y tejados. Los niños mueren por centenares, víctimas de la vesania del gobierno de Netanyahu.

Alebrestado por el respaldo de Estados Unidos y la Unión Europea, el primer ministro de Israel ordenó evacuar, en 24 horas, a cerca de millón y medio de palestinos de la parte norte de la Franja de Gaza y dirigirse al sur, en donde tampoco cesa el fuego aéreo. Estremecen las imágenes de esas familias despojadas de todo, con sus niños de la mano o sus bebés y petates a cuestas, sin hogar ni refugio, sin alimentos ni agua potable, sin medicamentos ni transporte que, desafiando el escarnecimiento de sus enemigos buscan llegar al sur, a enfrentar de nuevo el acoso implacable de los sionistas.

El señor Antony Blinken, —quien hace apenas un mes pronunció un discurso en la Universidad John Hopkins en el que sermoneó a Rusia y a China tildándolas de “autocracias “y mostró a los Estados Unidos como defensor de un sistema internacional “basado en normas”, respetuoso de los “derechos humanos”, de la “democracia”, de las “resoluciones de Naciones Unidas” y de la soberanía y autodeterminación de los pueblos, —corrió al Medio Oriente a dar respaldo a los genocidas. Estos han burlado permanentemente las resoluciones de Naciones Unidas, que les han ordenado detener la construcción de “asentamientos” en las zonas palestinas —verdaderos robos a mano armada de esas tierras. Junto con el despojo ejercen la discriminación, el apartheid, la limpieza étnica, el bloqueo frecuente, y toda clase de hostigamientos. En tales circunstancias ¿Qué hay de extraño que estalle la violencia furiosa de los agredidos? Son 75 años de humillaciones y de conculcación de todos los derechos, con la complicidad de gran parte de las poderosas “democracias occidentales”. Por ejemplo, Macron, el banquero, y Olaf Scholz, el canciller obsecuente, les prohibieron a sus pueblos manifestarse en favor de la justísima causa palestina.

Pero el mundo se conmociona ante las gigantescas movilizaciones en las que se exige que cese el genocidio y se respeten los derechos del pueblo palestino. Ni los Biden, ni los Macron, ni los Scholz logran amansar la inconformidad mundial. El estudiantado en las universidades estadounidenses, masas frente a la Casa Blanca, en las capitales europeas, en Asia y a lo largo del Medio Oriente elevan un fuerte clamor que exige detener la mano asesina de Netanyahu y Biden. Éste, que mostró enorme ira ante la acometida de Hamás, expresó su propósito de aplastar cuanto antes toda resistencia palestina, pues el estallido en el Medio Oriente le distrae de sus planes belicistas en Asia. Actualmente comienza a darse cuenta que el asunto no es soplar y hacer botellas, pues si las tropas israelíes ocupan la franja de Gaza, el conflicto bélico alcanzará dimensiones enormes y acelerará el declive de la hegemonía yanqui. Por eso, ahora habla de “proporcionalidad” en la respuesta a la incursión de Hamás: sin lograr ocultar la tea incendiaria se presenta como conciliador, pues le alarma ver que los designios imperialistas tropiezan con obstáculos crecientes, el primero de ellos el resurgir de la conciencia antiimperialista y anticolonialista.

¡Fuera Israel de Gaza, Cisjordania y Jerusalén Oriental!
¡Que se restituyan los territorios ilegalmente ocupados a los palestinos!
¡No al apartheid!
¡No al genocidio sionista!
¡Que se respete el derecho a los palestinos a tener su propio Estado y su propio territorio!

Antípoda y Notas Obreras se hicieron presentes en la embajada de Palestina el 17 de octubre, para unirse a la velatón que se transformó en un acto multitudinario de solidaridad con el pueblo palestino

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