Mito y ciencia no son lo mismo

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Con los mismos argumentos que el autor parece enlazar con la cábala y la adivinación, surgen, ante este tipo de artículos, comentarios como el siguiente: “… y se dicen llamar académicos, ¿iremos camino al desmonte del evolucionismo y la legitimación del creacionismo…?”.

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El mito precede a la ciencia, éste es el título y la aseveración con la que se da inicio a un artículo de José Fernando Isaza, rector de la Universidad Jorge Tadeo Lozano, publicado recientemente en El Espectador.

La historia del pensamiento ha demostrado cómo las explicaciones fantásticas de la realidad han venido siendo reemplazadas por unas de tipo racional y, en este sentido, el mito predeciría a la ciencia. Isaza no desarrolla esta idea y más bien la concluye señalando que: “No hay acuerdo con la anterior afirmación. Muchos científicos como M. Wassermann consideran que la certidumbre del mito es un obstáculo para el conocimiento”.

Referencia que el mito y la ciencia, por medio de procesos distintos, busca darles respuesta a los grandes interrogantes de la humanidad: “¿Por qué existe algo y no nada? ¿Cómo se creó y evolucionó el cosmos? ¿Tiene un propósito el universo? ¿El futuro está predestinado?”. Sin embargo, no menciona que no sólo lo hacen a través de procedimientos opuestos, sino que uno está basado en la fe y el otro en la razón, lo que los hace incompatibles más allá del método. Se trata aquí de un asunto entre la fantasía y la verdad; se trata, pues, de saber si la realidad se explica con argumentos coherentes y comprobables o si dejamos que la oscuridad opaque nuevamente la luz que proporciona la explicación científica.

Va más allá, y asegura que “Hoy se acepta que no es objeto de la ciencia dar respuestas a preguntas como: ¿Existe Dios? ¿Interviene Dios en la actividad humana? ¿Hay vida después de la vida?”1. El profesor Isaza, con título de Maestría en Física Teórica, quiere hacer creer que a la ciencia ya no le incumbe “el sutil arte de detectar camelos”, como acertadamente lo señalara Carl Sagan. Tales apreciaciones conducen a infaustas consecuencias, ya que la reducen a la técnica y la tecnología, a la creación de artefactos, dejando a la filosofía de la ciencia sometida a la especulación y el relativismo. Si no es el pensamiento científico quien dé respuestas, quién debe darlas ¿la fe, la superstición o la magia?
Durante todo el artículo Isaza da la sensación de que el mito y la ciencia están estrechamente ligados, generando una idea confusa, que emparenta la razón con la superstición. Señala que el periodo histórico del Renacimiento “coincide con la consolidación del método científico que une el mito y la ciencia”. Por medio de citas textuales de libros que carecen de rigor científico como La Biblia y La Divina Comedia —que más allá de su grandeza literaria no tienen ninguna fiabilidad para explicar el mundo racionalmente— intenta darle fundamento al “parentesco”.

Resalta con exageración el hecho de que muchos de los grandes científicos que ha dado la historia de la humanidad han tenido una relación con la religión —sea por convencimiento o por presión de la época—. El rector del alma mater parece creer que ciencia y superstición son lo mismo, y cree que porque Newton era religioso sus explicaciones científicas deben serlo también, como si las creencias formadas en la mente de los hombres incidieran en los hechos objetivos que rigen el Universo; es tanta la confusión con la que pretende atar la razón con la fe, que no se sabe si a Newton se le debe reconocer como el científico que dilucidó mediante leyes físicas parte del funcionamiento de la realidad o como cualquier hechicero que se gana la vida engañando a los incautos: “El mayor científico de la historia, Newton, combina la observación, la geometría, su invención el cálculo diferencial, con la metafísica, la alquimia. Explica la fuerza de la gravedad, que se ejerce a través del vacío, ‘por la mano inmediata del creador… o espíritus sutiles que permanecen ocultos en todos los cuerpos masivos, por la fuerza y acción de estos espíritus, las partículas de los cuerpos se atraen uno a otro’. Con razón se llama a Newton el último gran mago” .

Con los mismos argumentos que el autor parece enlazar con la cábala y la adivinación, surgen, ante este tipo de artículos, comentarios como el siguiente: “… y se dicen llamar académicos, ¿iremos camino al desmonte del evolucionismo y la legitimación del creacionismo…?”2.

Notas

  1. Todos los subrayados del artículo son nuestros.
  2. Comentarios de un lector al artículo.

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