Se agudiza la lucha de clases en Grecia
La resistencia y el arrojo del pueblo han sido ejemplares. Las huelgas estremecieron el país durante días, las vías se colmaron de gente que salió a dar la batalla y que enfrentó el salvajismo policial con coraje; la plaza de Syntagma se convirtió en otro símbolo internacional de la lucha de los explotados.
El pasado 30 de junio, desatendiendo el clamor popular expresado en combativas movilizaciones, el Parlamento griego aprobó el paquete de medidas presentado por el primer ministro George Papandreou, del Partido Socialista Panhelénico, Pasok. La ira multitudinaria tenía poderosos motivos. Por exigencia del Fondo Monetario Internacional y de la Unión Europea se ha de aplicar un conjunto de las más draconianas disposiciones, contenidas en el Plan Presupuestario a Mediano Plazo, con el objeto de cubrir parte de la exorbitante deuda externa. El gasto público se recortará en 78 mil millones de euros entre este año y el 2015; los tributos se incrementarán en 6.500 millones de euros en lo que queda de este año y en otros 22 mil millones entre los años 2012 y 2015. Se aumentarán el impuesto a las ventas de los restaurantes y bares, a las bebidas no alcohólicas y al gas natural, y el correspondiente a los lujos, que se cobra al servicio de piscinas, a la propiedad de automóviles y yates. Con ironía, se impuso a los hogares el gravamen de “solidaridad”, cuyo monto va de uno a cinco por ciento del ingreso. Se anunció también una barrida a las exenciones tributarias y a la evasión.
Los salarios, las prestaciones y las pensiones de los empleados públicos ya se han reducido en varias oportunidades; ahora se busca recortar la planta del Estado en más de 150 mil personas, prolongarles la jornada a quienes no sean despedidos, obligarlos a tomar vacaciones no remuneradas y establecer el sistema de tiempo parcial. Así mismo, los contratos de la mitad de los funcionarios temporales no serán renovados. En materia de servicios sociales, el régimen emprenderá mermas para ahorrarse miles de millones de euros en los rubros que se destinan a los pobres y los desempleados. Los hospitales, que ya han sufrido la poda presupuestal, tendrán que arreglárselas con unos aportes adicionalmente achicados en más de 310 millones en lo que resta de 2011, y 1.430 millones se rebajarán en los medicamentos regulados por el gobierno. Otras inversiones estatales decrecerán en setecientos millones.
Las firmas de propiedad pública figuran entre las presas más apetecidas. Los acueductos de Atenas y Tesalónica, la empresa estatal de juegos de azar, OPAP, los bancos y la telefónica se rematarán para garantizar el pago de las deudas a los agiotistas. De Telecom Helénica se venderá un 10% adicional a su “socio estratégico”, Deutsche Telekom, alemán, que obtiene así un control sobre el 40% de la griega. Idéntico destino se le ha trazado a la compañía de ferrocarriles. El Aeropuerto Internacional de Atenas quedará en manos del grupo germano Hochtief. Suerte semejante correrá la electrificadora PPC, que actualmente tiene unos 21 mil trabajadores, muchos de los cuales serán lanzados a la calle; los precios de la energía se treparán, mientras que las acciones de la entidad se venderán en baratillo, según denunció Nikos Fotopoulos, presidente del sindicato. Los terrenos nacionales aptos para la hotelería y demás actividades turísticas son objeto de la indisimulada codicia de los inversores foráneos y los ansiosos halcones financieros, principalmente germanos y galos, quienes ya hablan de que los bienes en almoneda no serán suficientes para recaudar los 50 mil millones de euros esperados, por lo que reclaman que se añadan a la lista algunas de las más bellas de las Islas Jónicas y las del mar Egeo, además de la extraordinariamente rica herencia cultural. Se hipoteca el futuro, se deja en ruinas el presente y se arrancan a ese pueblo de cultura milenaria los tesoros de su pasado. Con sobradas razones, Wolfang Schäuble, ministro de Finanzas de Alemania, dijo que en la reestructuración de Grecia hay importantes tareas y oportunidades para la economía de su país y acotó que: “Estamos ayudando por nuestro propio interés”. Para hacer más humillante y oneroso el despojo, Atenas no podrá ni siquiera encargase del remate de las propiedades estatales, sino que una entidad “independiente” lo llevará a cabo.
No se trata del primer embate. Ya bajo el gobierno conservador, en 1991, Grecia había lanzado su programa inicial de desnacionalizaciones, que, según la prensa occidental, no tuvo mayores desarrollos a causa de la oposición de los sindicatos y las divisiones en el partido gobernante. No obstante, en 1993, lo que no había logrado la derecha lo consiguió el partido Socialista, que reactivó dicha política y obtuvo la complicidad de los sindicatos con las privatizaciones “estilo salami”, con el que las firmas permanecen por un tiempo bajo el control del Estado, en tanto que se emiten acciones para vender en la bolsa de valores de Atenas, de manera que la enajenación de la propiedad pública sea gradual, el saqueo, indoloro, algo semejante a lo que el gobierno colombiano está haciendo con Ecopetrol.
Desde ese año, Deutsche Telekom se hizo al 30% de la Telefónica Helénica y, luego, adquirió MIG, un grupo de inversión griego. Por su parte, el conglomerado francés Crédit Agricole le echó mano a Emporiki Bank, y uno de los terminales de contenedores del puerto de El Pireo, el más grande del país, se concesionó por treinta y cinco años a la naviera Cosco, la primera inversión China en la patria de Homero. Así se han sucedido varios planes de liberalización y salvamento que van dejando exangüe al rescatado. El anterior se impuso en 2010 cuando los voceros oficiales de la usura arrancaron concesiones iguales o peores a las presentes como requisito para aprobar empréstitos por 110 mil millones de euros, que se pensó le permitirían sobreaguar. Hoy, para pagar los bonos de maduración más próxima requiere otros 120 mil millones, y que de ellos se desembolsen al menos 12 mil millones en julio.
A la atribulada nación se le acusa de indisciplina fiscal y de muchas otras inmoderaciones, pero se calla que tales excesos han tenido origen en el afán de las potencias recriminadoras por encontrarles salida a sus excedentes de capitales, armamentos y otras mercaderías, para lo que han excitado la venalidad de la elite del país. La transnacional Siemens pagó a altos funcionarios políticos y militares griegos sobornos por cerca de mil millones de euros; diez para que se le concediera el contrato del sistema antimisil Patriot, otros cien para que se otorgara la digitalización de los centros telefónicos de la OTE; otros tantos para el sistema de seguridad C 41, que hizo parte de los voluminosos gastos con motivo de los juegos Olímpicos de 2004, sistema que nunca funcionó; sumas adicionales para que el Ejército le comprara el sistema de comunicaciones Hermes y otros que sería demasiado largo enumerar. Uno de los ejecutivos de la Siemens acusado de cohechos huyó a Alemania, que rechazó la petición de la justicia griega de que se le extraditara. Una firma germana también le vendió a Grecia submarinos por un valor de cinco mil millones de euros, navíos que resultaron inútiles dado que escoraban a babor y su equipamiento electrónico resultó defectuoso.
Además, Grecia compró a Francia en 2010 seis fragatas y dos helicópteros de combate por 2.500 millones de euros; a Alemania seis submarinos por 5.000 millones de euros; 26 aeronaves de combate F 16 a Estados Unidos; fue tal su solicitud en el gasto militar que la sola adquisición de aviones bélicos representó el 38% del volumen de sus importaciones y llegó a ser el tercer cliente de la industria armamentista francesa.
No sólo los negocios desventajosos con los grandes consorcios y las privatizaciones debilitaron la economía, también lo hizo el libre comercio. La apertura del mercado de productos y capitales desde que se hizo miembro de la Unión han hecho que muchas industrias, como las textileras, que en el pasado fueron fuertes, se desplacen a los países del Este europeo, debilitando aún más la actividad manufacturera que constituye el 12% del producto griego, mientras que en Alemania representa alrededor del 25%. Son numerosos, por ejemplo, los ingenieros competentes que asociados en pequeñas empresas tratan en vano de conseguir contratos. La propia subsidiaria griega de Bosh and Siemens Household Appliances, que desde el año 1970 ha venido produciendo en dos fábricas estufas y neveras para el mercado local, tuvo que licenciar el año pasado parte considerable de su personal y mercadear una porción de sus artefactos en otros miembros de la Unión ante la caída drástica de las ventas. Para colmo, los industriales griegos se ven precisados a invertir en los Balcanes en vez de hacerlo en su patria.
La agricultura tampoco ofrece sosiego. Ni siquiera las plantaciones de olivos, que producen más de dos millones de toneladas de frutos anualmente, son el principal producto de exportación y un orgullo nacional permiten a la gente vivir con desahogo. Georgios Nikolaou, cultivador, se queja de que los grandes comerciantes han venido rebajando lo que le pagan a tal punto que antes recibía 3 euros por un kilo de olivas y ahora apenas obtiene 2 y en ocasiones 1,50, mientras que los supermercados cobran al consumidor hasta nueve euros por dicha cantidad. Sus gastos, incluyendo salarios, transporte y combustibles llegaron en 2010 a 20.000 euros y sus ingresos sumaron sólo unos 16.000. La pesada carga de los tributos, en particular los peajes, y el deterioro de sus ahorros tienen constreñido —en esta época de la globalización— en su natal Stylida, doscientos kilómetros al noroeste de Atenas, a este hombre que añoró recorrer el mundo en su edad adulta. Contrariando sus expectativas, Nikolaou, con más de sesenta años, se ve forzado a trabajar 18 horas diarias, a partir de las cuatro de la madrugada, soportando los dolores de espalda y los problemas circulatorios que lo aquejan, para tratar de evitar el hundimiento de su granja. En el 2002 hacía parte de quienes pensaban que la Unión les traería bienestar y progreso.
Quizás los mayores estragos los ha causado la especulación financiera. La política de la Reserva Federal de los Estados Unidos de prestarles a los bancos de Wall Street a tasas de interés cercanas a cero, el paquete de rescate a estos mediante el obsequio de miles de millones de dólares y las disposiciones similares que adoptó el Banco Central Europeo propiciaron que las más grandes casas crediticias del mundo y los fondos de inversión entramparan a países, empresas y familias ofreciéndoles créditos a diestro y siniestro. Grecia, Portugal y España, algunas repúblicas de nuestro vecindario y de otros lares corrieron a emitir bonos, que encontraban fácil salida en los mercados de valores. El consumo se incrementó y los precios subieron; con los costos encarecidos, el aparato productivo, ya lesionado, sufrió mayores reveses. Esto no importaba, pues el debe era el combustible del gasto. Los cuantiosos recursos habían arribado no con el objeto de fortalecer la industria o la agricultura, sino de traficar con documentos crediticios y títulos accionarios. El gráfico 1 muestra que la inversión extranjera directa, IDE, línea azul, no tuvo mayores variaciones, mientras que la de cartera, non IDE, presentó aumentos abruptos, línea roja.
Gráfico Nº 1
Como lo muestra la gráfica 2, fueron “los bancos europeos [los que] incrementaron drásticamente sus préstamos a Grecia entre diciembre de 2005 y marzo de 2007, período en el que la suma de dinero prestado aumentó en 50%, pasando de un poco menos de 80.000 millones a 120.000 millones de dólares. Mientras que la crisis de las subprime estallaba en Estados Unidos, los préstamos aumentaron de nuevo fuertemente (+33 %) entre junio de 2007 y el verano de 2008 (pasando de 120.000 millones a 160.000 millones de dólares), para después mantenerse en un nivel muy elevado (cerca de 120.000 millones de dólares)”. (Ibíd.).
Gráfico Nº 2 – Intervención de los bancos europeos en Grecia
Por ello, la abrumadora mayoría de las deudas griegas están en manos de bancos europeos, comenzando por los franceses, alemanes, italianos, belgas, holandeses, luxemburgueses y británicos. (Gráfico 3°).
Gráfico Nº 3
Hasta que la copa se rebosó. Hoy se estima que Grecia adeuda unos 400 mil millones de euros, más del 160% del Producto Interno Bruto, buena parte de los cuales, 198 mil millones, vencen antes del 2015 y el gobierno no está en condiciones de pagarlos. Los prestamistas se muestran reticentes a otorgarle nuevos créditos y el Fondo Monetario Internacional y el Banco Central Europeo han obligado al régimen de Papandreou a adoptar las medidas arriba enumeradas, para aprobarle una nueva suma de 120 mil millones de euros, en partidas trimestrales, condicionada cada una a la revisión de las finanzas públicas y a más y más requisitos.
Gráfico Nº 4

A pesar de que el Parlamento de esa nación se doblegó a todas las imposiciones, la Unión Europea se toma su tiempo y discute de qué manera reunir el paquete de salvamento; en qué proporción deben participar los bancos privados, los verdaderos beneficiarios del inflado endeudamiento; los intereses que cobrarán, y las maneras de garantizar sus nuevas operaciones. Los banqueros franceses, con el apoyo de los germanos, aceptaron tomar parte en la refinanciación del siguiente modo. A medida que los bonos se venzan, el gobierno griego les paga y los bancos se embolsillan el 30% del valor de cada uno; con el restante 70%, le compran al gobierno griego otro documento a 30 años, por el cual le cargan intereses de un 8% anual. Grecia, por su parte, transferirá un 20% del valor del bono original (o 30% del valor del refinanciado) a un instrumento de propósito especial, (SPV, special-purpose vehicle), posiblemente manejado por el Mecanismo de Estabilización Financiera de Europa, que comenzará a funcionar el 2013, para que compre bonos AAA con maduración a treinta años; si Grecia incumple con el pago, éstos últimos bonos serán utilizados para resarcir a los prestamistas. Así la banca de esas potencias se libra del inminente incumplimiento, puede tomar de manera inmediata 20% de lo prestado, carga intereses desmesuradamente altos por una refinanciación a 30 años y garantiza sus nuevas inversiones; mientras que dicho país no tendrá ninguna ventaja1.
No obstante todas esas gabelas especuladores, una de las tres firmas calificadoras de riesgo advirtió que si se “presionaba” a las entidades crediticias privadas a tomar parte en el “rescate”, ella declararía que se había producido un impago (default), con lo que los bonos de Grecia serían calificados como basura; los bancos de esta nación, que tienen cerca del 50% de ellos como parte de su capital, entrarían en bancarrota, produciéndose un efecto dominó en la Unión Europea, a causa de que los bancos griegos están endeudados con sus pares europeos y no podrían pagarles. El propio Banco Central Europeo dijo que en esas condiciones no podría recibir los papeles griegos como colateral, y por tanto, no podría hacerle los desembolsos al gobierno griego, y el Fondo Monetario ripostó que si el Banco Europeo no contribuyera, él tampoco lo haría. Estados Unidos, alardeando de generoso, ofreció proveer liquidez en dólares a las entidades crediticias del Viejo Continente con lo que pretende darle salida a su ya devaluada moneda que, al imprimirla descontroladamente, ha inundado el mundo colmando de ganancias a sus transnacionales del agio.
No solo de esa manera quieren los gringos sacar provecho de las desventuras de sus socios. Algunos medios de prensa europeos afirmaron que las tres agencias mundiales de calificación de riesgo, — Moody’s, Standard & Poors y Fitch, todas con el cuartel general en Nueva York, que no dicen nada del abultado endeudamiento de los Estados Unidos y que valuaron favorablemente los títulos que condujeron a la crisis del subprime— están interesadas en mantener la incertidumbre en la zona euro a fin de abrirles campo a los especuladores de Wall Street, y señalaron la necesidad de que el Viejo Continente tenga sus propias calificadoras, asunto que hace parte de la disputa entre las potencias de los dos lados del Atlántico, las cuales aunque se coluden para piratear en el Medio Oriente y en otras latitudes, bravuconear a Corea del Norte, a Irán y Siria, bombardear a Libia, e imponer su disciplina de mercado y su democracia que matan de hambre a millones, riñen en la arena económica, como lo demuestra pendencia por el predominio monetario.
En medio de la arrebatiña de los colosos, no cabe duda de que la ya vapuleada Grecia se hundirá en una profunda parálisis productiva. El consumo ha venido cayendo, la producción está estancada y muchas empresas van entrando en quiebra. La producción industrial está en caída libre y los solos intereses de las deudas devorarán más del 10% del PIB. Casi todos los analistas de prensa coinciden en que es imposible que Grecia cumpla un plan tan inclemente.
Gráfico Nº 5

Gráfico Nº 6

Puesto que no emite, dicha nación no tiene la posibilidad de devaluar la moneda, vía a la que se ven precisados los países en dificultades, para tratar de abaratar sus productos y su mano de obra a fin de competir en el mercado internacional. El camino trazado por los doctores de la economía neoliberal consiste en bajar a rajatabla el nivel de vida de la población, deprimir el consumo, provocar el desempleo generalizado, la parálisis de la producción de modo que la Grecia, martirizada y mendicante, esté dispuesta a laborar extensas y fatigantes jornadas por un mendrugo de pan, momento en que los acaudalados que causaron su desgracia, con la bolsa repleta de los réditos de la rapiña, declaren que la de los egeos es otra vez una nación viable, con grado de inversión. La situación ya es dramática: filas de hambrientos conformadas principalmente por pensionados, ancianos, desempleados, madres con niños e inmigrantes acuden a las iglesias en todo el país en busca de pan, y duermen en albergues de la Cruz Roja.
Pero no todo es negativo. La resistencia y el arrojo del pueblo han sido ejemplares. Las huelgas estremecieron el país durante días, las vías se colmaron de gente que salió a dar la batalla y que enfrentó el salvajismo policial con coraje; la plaza de Syntagma se convirtió en otro símbolo internacional de la lucha de los explotados. No sólo eso, cuando la masa ya no resistió más los bastonazos, los gases y la acometida criminal de la tropa, montó campamento frente a las casas de los parlamentarios “socialistas” que votaron los mandatos de la Unión Europea y del FMI, en lo que se denominó una protesta puerta a puerta. La canalla parlamentaria ya no puede ir a los restaurantes ni a las avenidas o los parques, pues en cada lugar recibe la rechifla; en las calles principales se exhiben carteles con la foto de los congresistas traidores y el aviso “Se busca”. No hay batallones que puedan controlar el repudio de esos millones de seres tan justamente iracundos. La pelea de los oprimidos e indignados tomó la Plaza Tahrir (de la Liberación) en Egipto, la Puerta del Sol en España, la Syntagma en Atenas y, con seguridad, pronto colmará la de Bolívar en Bogotá, porque el pueblo y, en particular la juventud colombiana, no es inferior en dignidad ni en coraje a sus hermanos de otros continentes.
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