Foro Económico Mundial: Cumbre de la arrogancia y la sumisión

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Los días 6, 7 y 8 abril se llevó a cabo en Cartagena el V Foro Económico Mundial, en su versión latinoamericana. Antes de instalarse se dio un gran despliegue de seguridad y una enorme campaña de difusión enfocada a presentar el evento y sus asistentes como la cumbre del saber mundial, como si se tratara del más grande honor para el país y como si en sus deliberaciones estribara la futura redención de nuestros pueblos.

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Los días 6, 7 y 8 abril se llevó a cabo en Cartagena el V Foro Económico Mundial, en su versión latinoamericana. Antes de instalarse se dio un gran despliegue de seguridad y una enorme campaña de difusión enfocada a presentar el evento y sus asistentes como la cumbre del saber mundial, como si se tratara del más grande honor para el país y como si en sus deliberaciones estribara la futura redención de nuestros pueblos.

Se reunieron en La Heroica cerca de 600 participantes, de los cuales casi el 80% son ejecutivos de compañías multinacionales -100 de ellas estadounidenses- y algunos jefes de Estado de países de América Latina. Todos los “doctos” expositores repitieron las consabidas recetas de abrir las economías a los géneros y, principalmente, a los capitales foráneos, rebajar a los grandes inversionistas los tributos, promover la competitividad. No hay que olvidar que los consejos vienen de éste, que se considera el club privado más exclusivo del planeta. Además, los oradores insistieron en la importancia de la seguridad para los inversionistas y aclamaron la labor desempeñada en esa materia por el gobierno de Álvaro Uribe. Protegidos por batallones de soldados y policías, fuerza aérea y naval, vieron a Cartagena como una de las ciudades más seguras del orbe.

Destacaron cuán atractiva les parece América Latina, dada su riqueza en recursos naturales, que hoy, como fruto del auge inversionista está siendo saqueada a unas tasas casi sin precedentes y al punto de que la región se está convirtiendo de nuevo, y primordialmente, en un exportador de recursos básicos. También mostraron su entusiasmo por la posibilidad de sacar provecho de una mano de obra joven, productiva y barata, que debe ser entrenada de acuerdo con los requerimientos de los mencionados inversores.

Tanto Uribe como otros foristas vapulearon al gobierno de Venezuela; el presidente de Colombia -país que destina 4% del Producto Interno Bruto al gasto militar- criticó acerbamente la carrera armamentista del gobierno bolivariano, que gasta menos del 2% de su PIB con el mismo propósito. Uribe, además, llamó a tomar medidas contra los Estados que adopten disposiciones de nacionalizar minas o empresas o exijan mayor participación del gobierno en las utilidades de la explotación minera, a esto lo denominó el jefe del Estado de opinión “comunismo plebiscitario” y exhortó a combatir tales regímenes sin pérdida de tiempo.

El gobierno de la Seguridad Democrática y los voceros de las firmas colombianas asistentes clamaron, una vez más, por la aprobación del Tratado de Libre Comercio por parte de los Estados Unidos. Uribe Vélez dijo, obsecuente, a los magnates allí congregados que “en Colombia los necesitamos”. Y el ministro de Comercio, Luis Guillermo Plata, recordó que las reformas comerciales adelantadas en el país contienen numerosas ventajas para los grandes empresarios. Por su parte, el presidente de Panamá, Ricardo Martinelli, se lamentó de que la potencia -“que queremos mucho”- ya no se acuerde del hermano menor del patio trasero. Así se hizo patente la actitud mendicante de los jefes de Estado de América Latina, mientras que los directivos de las multinacionales instruían, advertían o felicitaban, condescendientes, a sus pupilos encargados de administrar estos lares del imperio.

Ferdinando Becalli, presidente mundial de General Electric, una de las más poderosas multinacionales, dijo de manera imperativa que hay que abandonar el proteccionismo y encontró entre las virtudes del llamado libre comercio la facultad para eliminar la corrupción, a sabiendas de que las grandes compañías acuden cotidianamente al soborno para hacerse a los contratos de obras públicas, de compras estatales o de construcción de buques. Y no es el único delito al que se dedican. Llamó a tener en cuenta que el progreso depende de la seguridad y que sin ésta no hay inversión. Otros panelistas insistieron en la importancia de proteger a los “emprendedores”, a los que califican de motor del crecimiento regional, para quienes pidieron una política tributaria favorable, que lo sea también para la formación de capital. Con la teoría del “emprendedurismo” se hace creer que los especuladores son unos genios que afrontan todos los riesgos y que el progreso de la masa cobarde, no emprendedora, depende de las aventuras de esos seres singulares.

Los aclamados eruditos disertaron sobre “demografía, democracia y gobernanza, economía verde”, entre otros temas. Pusieron especial énfasis en que América Latina construya una “sólida arquitectura financiera”, de tal manera que sus enormes masas de capital puedan entrar y salir de la región, y que los recursos financieros locales se las arreglen para aliviar los descalabros que provocan los inversionistas extranjeros con sus turbulentos ingresos y huidas. También demandaron que haya una mano de obra con el entrenamiento que exigen sus inversiones y que la región se ocupe de proveerles de fuentes limpias y diversificadas de energía, así como garantizarles el uso “sostenible” de los recursos naturales. ¡Quién creyera que los que asuelan las minas, bosques y ríos de nuestra geografía, resulten reclamando a las propias víctimas por la depredación del medio!

Los multimillonarios hablaron sobre la inequidad, acerca del deber que tiene en Latinoamérica de reducirla y advirtieron que la mejor forma de lograr esa meta consiste en garantizarles a ellos crecientes utilidades. Con el mismo desparpajo, Uribe, con las credenciales que le otorgan la Yidis política, los negociados de sus hijos y Agro Ingreso Seguro, aleccionó sobre la lucha contra la corrupción; con los títulos de demócrata ejemplar, obtenidos con las chuzadas a la Corte, los falsos positivos y la represión despiadada al pueblo y a todo opositor, pontificó sobre la democracia.

El Foro Económico Mundial fue un despliegue de la diversidad de la arrogancia y de la sumisión, unos vinieron a exigir y los otros fueron a mendigar. La sapiencia de los concurrentes no es nada distinto a la astucia de los salteadores o a la obsecuencia de los vendepatria.

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