En Flores de Las Indias los obreros no aguantaron más y se lanzaron a la huelga
La situación en Flores de Las Indias muestra un cuadro lleno de contrastes. Allí se ven en los hechos las condiciones laborales a las que se ha llegado en el país mientras Juan Manuel Santos y su ministro del trabajo, Rafael Pardo, alardean sobre la llamada “formalización” planteada en la Ley 1428 de finales de 2010.
Cansados de tanta infamia, desde las seis de la mañana de este lunes los obreros de Flores de Las Indias iniciaron una huelga para exigir a los patrones el cumplimiento de sus obligaciones laborales, pues éstos han faltado a todos sus compromisos.
En la actualidad la compañía les debe a los operarios dos quincenas y la tercera está para vencerse; les adeuda también la prima de diciembre, las horas extras y los festivos de los últimos tres meses; no ha cancelado a los fondos las cuotas de pensiones desde hace 9 meses; tampoco ha pagado desde hace dos las cotizaciones para salud, por lo cual los trabajadores y sus familias no tienen acceso a los servicios; no hay cheques de subsidio familiar desde hace nueve meses ni dotaciones desde hace dos años; el pago de las cesantías y sus intereses de 2011 aún no se ha hecho. A todas estas faltas a sus deberes económicos los empresarios le suman una implacable sobrecarga en las faenas diarias sobre los asalariados, lo cual colmó su paciencia.
La decisión de irse a la huelga fue tomada el pasado jueves en una asamblea de Asoindias, el sindicato creado por los obreros a mediados de febrero. La empresa se negó a sentarse a discutir un modesto pliego con el absurdo argumento de que aquello era ilegal, pues en Las Indias ya había un pacto colectivo. Por su parte, la Inspección del Trabajo en Zipaquirá se ha limitado a secundar a los patrones y se apresuró a calificar de ilegal el cese a pesar de que se trata de una huelga imputable al empleador, pues, como ya se mencionó, este está incumpliendo todos los compromisos que hacen parte del contrato laboral. Tanto los directivos de la compañía como la inspección del Trabajo no hacen sino repetir que con esta decisión el sindicato está acabando con la empresa, cuando en la realidad éste se creó para velar por los derechos de los trabajadores ante la crisis en la que los manejos de la gerencia pusieron a Las Indias. Han llegado al colmo de tratar de dividir a los huelguistas con el ofrecimiento de pagar una mísera quincena a quienes entren a laborar ¡Lo que se les está pidiendo a los proletarios es que continúen trabajando a cambio de un mendrugo!
Tales ofrecimientos son rechazados con indignación por los huelguistas quienes ya montaron carpa y fogón y dispusieron de las comisiones para garantizar el sostenimiento de su lucha.
La situación en Flores de Las Indias muestra un cuadro lleno de contrastes. Allí se ven en los hechos las condiciones laborales a las que se ha llegado en el país mientras Juan Manuel Santos y su ministro del trabajo, Rafael Pardo, alardean sobre la llamada “formalización” planteada en la Ley 1428 de finales de 2010. De otra parte, ese pequeño proceso que hace parte de la brega de Untraflores por organizar a los floristeros de la Sabana de Bogotá, nos está indicando que al obrerismo colombiano no le queda otro camino que el de volver a empezar. Es lo mismo que nos dicen los petroleros de Puerto Gaitán y los corteros de caña del Valle del Cauca.
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