Cuidado, que vienen los “renovadores” sindicales

Print Friendly, PDF & Email

He ahí sintetizado el ideario predominante que acoge las infamias que contra las luchas consecuentes de los trabajadores han esparcido los patrones de todos los tiempos; que aplaude la claudicación y la entrega de los derechos que tanto sacrificio les han costado a las masas obreras; que reniega de la “lucha de clases”, mientras la burguesía le tiene declarada una guerra despiadada a los proletarios…

Print Friendly, PDF & Email

En la edición del pasado 6 de febrero de la revista Dinero, publicación de negocios del grupo Semana, apareció un artículo titulado “Sindicatos: Soplan vientos de renovación”. El libelo contiene un sartal de calumnias contra el sindicalismo de los años setentas, que, según el presidente de Sintraempaques, se dedicaba a planificar “cómo dañar la producción y la materia prima”. Refiere también que, de unos años para acá, los mismos líderes que antes cometían tamaños desmanes en empresas como Compañía de Empaques, Empresas Públicas de Medellín (EPM), Argos, Coltejer, Leonisa y en las fincas bananeras ahora promueven un cambio de actitud y una renovación de las relaciones laborales, con base en “un trabajo propositivo”, de concertación y diálogo, de flexibilidad “frente al entorno económico”, de “responsabilidad social” y de “respeto a la ley”, y que con estos criterios se ha ayudado a salvar a las respectivas compañías.

La revista transcribe las declaraciones de José Luciano Sanín, director de la Escuela Nacional Sindical —un centro de investigación y capacitación laboral, con sede en Medellín, que ejerce notable influencia en las centrales obreras, particularmente en la CUT—, quien señala, con entusiasmo, que esas ideas están a tono con las que guían actualmente al sindicalismo en todo el globo y que son encarnadas por la Confederación Sindical Internacional, CSI. Según él, las nuevas orientaciones proscriben la división ideológica anterior; reconocen la “importancia del sindicalismo democrático”, pues durante décadas los sindicatos promovieron “el derrumbe de las sociedades y de las empresas”; es partidario del diálogo y la concertación donde antes “predominaba la lucha de clases”; y está en “comunicación permanente con organismos multilaterales [Organización Mundial del Comercio, Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial] y su marco de referencia es la Organización Internacional del Trabajo”, OIT.

He ahí sintetizado el ideario predominante que acoge las infamias que contra las luchas consecuentes de los trabajadores han esparcido los patrones de todos los tiempos; que aplaude la claudicación y la entrega de los derechos que tanto sacrificio les han costado a las masas obreras; que reniega de la “lucha de clases”, mientras la burguesía le tiene declarada una guerra despiadada a los proletarios; que alardea de ser conmilitón de todos los organismos que les han impuesto a los pueblos y naciones del mundo los peores sacrificios para garantizar el pago de la deuda y atiborrar las bóvedas de los grandes financistas; que levanta como “referencia” o programa máximo las declaraciones de la OIT, esa entidad que por su sola composición pone en desventaja al obrerismo, y de cuyas melifluas declaraciones se burlan a diario los mismos gobiernos y patrones que las suscriben. Peor aún, acusa a las conquistas económicas y políticas del proletariado, fruto de más de un siglo de heroicas batallas, de ser la causa del derrumbe de empresas y hasta de naciones, una especie aún más deleznable cuando precisamente hoy el mundo vive la peor crisis económica de su historia, que incluso ha arrasado ya, literalmente, con algunos países, a causa de la orgía especulativa que organizaron los magnates mundiales de las finanzas con los dineros, entre otros, arrebatados a los obreros de todo el orbe.

Siguiendo con la crónica, la revista nos cuenta que estas concepciones llevaron a que la camarilla de Sintraempaques le propusiera a la compañía una convención al revés: “¿Qué necesitan que desmontemos?”, le dijo; y que haya impulsado el llamado contrato sindical, una figura del Código de Trabajo establecida para que los sindicatos cumplan el papel de empresas temporales, se dediquen a subcontratar y, a cambio de la propina de los capitalistas, desnaturalicen el activismo reivindicativo y se conviertan en patrones de otros obreros. Refiere Dinero que por estos favores la Compañía de Empaques incrementó su productividad (la explotación de la mano de obra) entre el 50% y el 90%.

En Coltejer, propiedad de Ardila Lulle, el mismo dueño de Postobón, RCN y de tres de los ingenios en los que los obreros de las cooperativas se lanzaron el año pasado a la huelga por la contratación directa, la mayoría de los jefes sindicales accedieron a “aliviar la carga laboral”, es decir, impulsaron que los empleados renunciaran a la convención colectiva y al contrato de trabajo, para luego ser reincorporados por los nuevos propietarios sin ninguno de los derechos ganados en decenios de lucha y privaciones.

En Argos, el Grupo Empresarial Antioqueño unificó sus ocho cementeras sobre la base de que la cúpula sindical entregó los derechos “considerados irracionales”.

Aunque la revista no se ocupa sino de unos pocos casos, sí refleja lo sucedido, especialmente en los últimos tres lustros, en los que, en la mayoría de las veces con la firma de la aristocracia obrera, se arrumbaron los logros más sobresalientes de los trabajadores de casi todos los renglones claves de la economía, en los cuales los sindicatos contaban con una larga tradición de lucha consecuente.

La verdad es que este sindicalismo no tiene nada de renovador. Sacrificar a las masas para que los amos puedan hacer mejores negocios internacionales, unificar el manejo de sus compañías, incrementar la productividad, o “evitar” que la firma se cierre es tan añejo, como añeja es la traición.

A estos tránsfugas hay que decirles: ¡señores, el proletariado no los necesita! Aún más, la anhelada y necesaria unidad de la clase obrera no será posible sin infligirle a esta canalla una derrota definitiva. Para ello hay que oponerles a las caducas concepciones de la burguesía y de sus quintacolumnistas, las reverdecidas ideas de organización, de lucha y de transformación de la sociedad del proletariado y las demás clases revolucionarias.

_____________________

© Se permite la reproducción de este escrito sin fines de lucro y divulgando el nombre del autor (Alejandro Torres) y la fuente: notasobreras.net

Comentarios

Sé el primero en comentar este artículo

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *