A construir una fuerza política antagónica al régimen imperante

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Antípoda considera necesario, por tanto, construir una fuerza política que tenga como su objetivo, no el de que los oprimidos obtengan algo de misericordia de sus opresores, sino que se yergan altivos y dispuestos a romper las cadenas.

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Editorial, 19 de septiembre de 2023

Publicamos hoy la primera edición de Antípoda, medio audiovisual y escrito, con el que pretendemos expresar de manera regular los puntos de vista de Notas Obreras sobre el acontecer nacional e internacional. El nombre del semanario encuentra su justificación en el hecho de que Notas Obreras no comparte, sino que repudia, las tendencias centristas, “moderadas”, el camino del medio, que apenas oculta la intransigencia de los poderosos mientras que fomenta, asidua y mañosamente, el aturdimiento de los inconformes, a quienes empuja a hacer cesión tras concesión. De ahí la acogida que encuentran en los círculos afines al poder. Y cómo no estar en las antípodas de un régimen que somete a la explotación brutal a la fuerza de trabajo, que despoja de la tierra a los labriegos, que entroniza la opulencia y su contraria, la miseria, que asesina y desplaza, que se hunde en la corrupción, que no garantiza la independencia ni la soberanía nacionales y cuyas libertades y derechos no pasan de la letra a la vida social, pues son prerrogativas que solo protegen a los acaudalados.

A lo largo de su trayectoria, Notas Obreras ha acompañado el batallar de los asalariados, las enormes protestas de la juventud; se ha solidarizado con la brega de indígenas y campesinos, ha denunciado sin tregua la claudicación y procurado contribuir al esclarecimiento de las ideas de quienes luchan contra el neocolonialismo y el bienestar del pueblo. Y de eso se trata el esfuerzo presente: de ayudar a desentrañar a qué intereses sirven los programas, las formulaciones teóricas, los planteamientos políticos que disputan por conquistar las mentes y los corazones de los colombianos.

Pocos momentos más propicios para esta tarea que el presente. La supremacía estadounidense —cargada de esa historia de invasiones, golpes militares sangrientos, bombardeos, masacres, estafa financiera, atropellos y arrogancia—, pierde terreno y enfrenta rivales que parecen capaces de desplazarla a un segundo lugar. El afán de conservar la preeminencia la espolea a buscar otras fuentes de abastecimiento de materias primas y mano de obra, a abrir con urgencia mercados, movilizar viejos y nuevos socios, a boicotear a sus adversarios y a acometer nuevas aventuras bélicas, al punto de poner al planeta al riesgo de una tercera conflagración mundial. La República Popular China, enfrentada a su propia crisis y fustigada por apetitos hasta hace unas décadas desconocidos, abre rutas a fin de expandir las operaciones comerciales a todos los confines de la tierra y dar salida a los productos y caudales excedentes. Se esmera también en alcanzar el predominio tecnológico y no pierde un minuto en el desarrollo de sus ejércitos.

No hay lugar de la tierra que se pueda librar de la pendencia de estos colosos ni habitante que logre hurtarles el cuerpo a sus consecuencias. La otrora poderosa Europa ya paga con creces el precio de uncirse a los carros de guerra del imperialismo norteamericano. La extensa Rusia se bate por su existencia ante el asfixiante cerco tendido por la OTAN, que no vacila en derramar a raudales la sangre ucraniana para intentar arrodillar a Rusia y profundizar la disensión entre los pueblos eslavos. A la vez que estallan conflictos en uno y otro punto, se van tejiendo tenebrosas alianzas militares y pululan la xenofobia y el neofascismo mientras que los “demócratas” avivan las llamas del nuevo holocausto. Por el contrario, numerosas naciones optan por seguir un camino propio, desdeñando las órdenes de las viejas potencias imperiales, así tratan de aprovechar el desorden que comienza a reinar bajo los cielos. En el Sahel, en África, se levantan banderas contra el neocolonialismo francés. Así que el horizonte parece preñado de guerra y de insurgencia. Aquí y allá se escuchan reclamos de los países pobres para que les aligeren las aplastantes cargas de la deuda, para desarrollar en mayor medida las industrias autóctonas y obtener una porción mayor de las utilidades que arrojan las explotaciones mineras y de productos naturales. Estas modestas y justas reivindicaciones son consideradas amenazantes para los oligopolios, los cuales enfrentan el achicamiento del territorio para sus operaciones comerciales, a causa de los tremores de la geopolítica.

Comprender a cabalidad los intríngulis de estos sucesos se constituirá en una herramienta de primera importancia para elaborar una política revolucionaria capaz de sacar partido de las ventajas y de atenuar las desventajas de tan complejo panorama global. La visión meramente local solo prodigará frustraciones y facilitará las celadas de los tiranos modernos a los pueblos que buscan tomar en sus manos su destino. Una de las faenas de Antípoda, consistirá, pues, en prestar su modesto concurso para conseguir la comprensión de asuntos tan cardinales. No menos complejo es el acontecer en Colombia. Dos fuerzas chocan con gran estruendo: una derecha ataviada con los más diversos trajes, pero idéntica en su propósito de garantizar a los magnates el incremento de sus utilidades, la seguridad que requieren y mantener la sumisión de unas mayorías que llevan una vida cada vez más llena de carencias. Esta corriente, además, recurre a diario a campañas de calumnias y montajes contra el actual presidente, para las que echan mano incluso de aspectos de la vida privada del mandatario. De esa manera, el debate nacional se fanatiza, se hace vulgar y, muchas veces, versa sobre trivialidades. Los jefes de la izquierda, por su parte, se desviven por demostrar que son meras calumnias de sus contrincantes el achacarles intenciones comunistas. El ideólogo de la Potencia mundial de la vida dice haber dado con fórmulas originales para aliviar a los desposeídos y a la vez enriquecer a los más ricos. Una de ellas consiste en otorgarles a las terratenientes sumas ingentes de dinero público a cambio de una porción de sus fundos que se destinarán a la reforma agraria. La otra originalidad reside en prometer a los grandes industriales acrecer sus utilidades al tiempo que a los obreros les ofrece el pago de una hora nocturna y, en lontananza, contratos a término indefinido. Además, el cambio será producto, de manera incomprensible, de la perpetuación de la servidumbre secular de Colombia ante los Estados Unidos, a los cuales se les invita incluso a una mayor ocupación militar del territorio nacional. En materia de semejante importancia hay una sorprendente coincidencia entre las huestes de uno y otro lado. Sin embargo, es tal el estruendo de la refriega que los luchadores de la causa de la transformación, ocupados en repeler las lanzadas de los rivales, no tienen lugar ni tiempo para reflexionar sobre qué es lo que de veras va a cambiar el Gobierno del Cambio. Muchos pasaron del ardor de las barricadas de los levantamientos del 2021 a gravitar alrededor de las tibiezas del Pacto Histórico hasta sentir que el prometido Cambio comienza a congelarse.

Antípoda considera necesario, por tanto, construir una fuerza política que tenga como su objetivo, no el de que los oprimidos obtengan algo de misericordia de sus opresores, sino que se yergan altivos y dispuestos a romper las cadenas. Hazaña inalcanzable sin desatar una crítica profunda a las ideas esclavistas y sin el desarrollo de un pensamiento que, con raíces en el marxismo, encuentre el camino actual a la liberación. Esta publicación se entregará a este objetivo con todas sus fuerzas.

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