Juan Manuel Santos, en la sima de la desvergüenza, y en vez de responder por este descomunal desfalco y por otros fraudes, ha salido a pedirles mayores sacrificios a los colombianos, a recortar el presupuesto y a preparar otra reforma tributaria para que las compañías extranjeras, los grandes bancos internacionales y su alta burocracia puedan continuar la fiesta a costa del hambre y las penurias de millones de connacionales.