Si se quiere enderezar el rumbo de la nación es imperioso avivar la llama de la rebeldía, aumentar su presión, concentrar los vapores que propulsan la máquina del descontento, evitar que se escapen y se enfríen. En estas páginas somos partidarios de que estalle la indocilidad contra la injusticia, de que no se congele el espíritu de lucha.