La particular concepción de la “equidad” y de la “prevalencia del interés general sobre el particular” se ha vuelto habitual entre los tecnócratas del régimen, sobre todo cuando de despojar a los trabajadores se trata. Ellas sirven de argumento para mantener bajos los salarios, ya que, si éstos suben, los empresarios no crearán nuevos puestos de trabajo, se dice con cinismo.