Del repaso de los acontecimientos relacionados con el impulso al TLC con Colombia y el viaje de Obama al sur del continente se desprende que la superpotencia occidental está urgida por apretarle el dogal a su retaguardia estratégica.
Por Alejandro Torres
Según reportes de prensa, Marco Aurelio García, el principal asesor internacional del presidente brasilero, Luiz Inacio Lula Da Silva, señaló, el pasado 4 de agosto, que en la reunión que sostuvieran el ministro de Defensa, Nelson Jobim, y el Consejero de Seguridad Nacional estadounidense, general retirado, Jim Jones, Brasil afirmó que “las bases extranjeras en la región aparecen como un resquicio de guerra fría” y no ayudan a la distensión[i]. Los sucesos de estos días lo que ponen de relieve es que el hemisferio está calentándose aceleradamente a causa de la rediviva política agresiva del imperialismo yanqui, fruto, precisamente, de su salida airoso de ése conflicto, que copara buena parte del siglo pasado.