Los especuladores financieros son los causantes del drama español
Las turbulencias de la crisis económica en España y en el conjunto del viejo continente auguran un nuevo auge de la lucha de las masas, en una región del globo que vuelve a jugar un papel decisivo para la humanidad.
Fuera, fuera, ladrones de naciones,
guardianes de la cúpula banquera,
cluecas del capital y sus doblones:
¡fuera, fuera!
Del poema Jornaleros, en Vientos del pueblo. Miguel Hernández. 1937
La codicia del capitalismo en el apogeo de su decadencia un día pone ante nuestros ojos la tragedia del abatimiento de Grecia, cuna de la cultura occidental, y al siguiente, el drama de la brutal degradación del nivel de vida de España, el imperio que otrora realizó el descubrimiento de América. La nación peninsular está siendo arrastrada hacia el desastre por las maniobras especulativas de los piratas financieros y por las políticas hegemonistas que Alemania le impone a la Zona del Euro. El país ibérico ostenta cifras de desempleo espantosas, una profunda recesión, gigantescos niveles de endeudamiento y un elevado déficit fiscal. Actuando como una marioneta de los agiotistas y de Ángela Merkel y so pretexto de la reactivación económica, el gobierno de Mariano Rajoy adelanta un agresivo plan de ajuste basado en el envilecimiento de los salarios y el recorte de los servicios sociales al tiempo que se les trasladan ingentes recursos públicos a los causantes de la debacle. Ante el despojo y las calamidades con las que se abruma al pueblo, este ha respondido con bravura y lleva ya varios meses de batallar incesante desde cuando se iniciaron las movilizaciones de los Indignados el 15 de mayo de 2011.
El pasado 29 de marzo se expresó de nuevo el malestar que sacude a la sociedad española con la huelga general en la que más de un millón de personas salieron a las calles para responder a la reforma laboral decretada por Rajoy, con la que se busca, entre otras, facilitarles a los empresarios el despido de trabajadores mediante la reducción hasta en un 75% en el monto de las indemnizaciones y permitirles una mayor flexibilidad para el uso de mano de obra temporal, para ajustar la jornada de trabajo y mermar la paga, aspectos que ya habían sido drásticamente modificados en desmedro de los asalariados por una enmienda similar acometida por el gobierno socialista de Rodríguez Zapatero en 2010. En ambos casos los argumentos del régimen han sido los mismos: se dice que las medidas son necesarias para reanimar la postrada economía, pero los hechos revelan todo lo contrario.
El número de personas sin empleo ha llegado a cinco millones y medio —el 23,6% de la población activa—, de los cuales 43% llevan más de un año sin poder laborar y se pronostica que al finalizar 2012 habrán perdido sus puestos otras 600 mil. El 49% de los jóvenes menores de 25 años no encuentra trabajo y el número de familias en donde todos sus integrantes están parados suma 1.570.000. Tales cifras nos dan cuenta de las dimensiones del drama español.
¿Cómo se llegó a semejante situación? Todos los análisis ubican el origen de los problemas de la economía del país ibérico en el papel jugado por la industria de la construcción. Para darle impulso a ese sector el gobierno de Aznar reformó la Ley del suelo que dinamizó el mercado de tierra urbanizable y de bienes inmuebles e inició allí una espiral alcista alimentada por los créditos bancarios. En un lapso de seis años, entre 1998 y 2004, el precio promedio del metro cuadrado de la vivienda se duplicó, y en 2007, prácticamente se multiplicó por tres como lo muestra el gráfico Nº 1. Si se contrasta este hecho con el leve aumento de la inflación, que en el mismo lapso osciló anualmente entre 1% y 4%, vemos que se configuró lo que se denomina una burbuja especulativa.
La industria de la construcción se convirtió en el elemento jalonador del conjunto de la economía y la sociedad se vio invadida por una sensación de prosperidad y por el afán de consumo. La propaganda oficial alimentó la ilusión de que España había ingresado a “las grandes ligas”. Según lo reseñó el economista Robert Samuelson en The Washington Post, sólo en 2006 España construyó 800 mil viviendas, más que Alemania, Italia, Francia y Reino Unido juntos, al tiempo que el sector empleaba uno de cada ocho trabajadores de la fuerza laboral española, cuando en Estados Unidos, en pleno auge inmobiliario se empleaban uno por cada dieciocho. Pero había un problema: ¡todo este boom era a debe! Las familias y las empresas entraron en un frenesí de endeudamiento y en un lapso de nueve años, entre 1999 y 2008, sus obligaciones con los financistas se cuadruplicaron, como se evidencia en el gráfico Nº 2. Casas para todos los gustos, proyectos turísticos y Obras faraónicas —por lo general rodeadas de escándalos de corrupción—, que emprendieron mancomunadamente el Estado y compañías privadas, entre muchas, florecieron por doquier alentadas por el dinero fácil ofrecido por los bancos de adentro y de afuera. Pero ya en 2007 comenzó a sentirse una disminución en las ventas de la vivienda y en el primer trimestre de 2008 éstas cayeron en un 27% y los contratos hipotecarios en un 25%. Paralelamente, una crisis similar, la de las hipotecas subprime en Norteamérica, estaba creando una crisis global. El final del festín había llegado. Las quiebras se contaron por centenares, los desahucios por miles y los despidos por millones.
Una de las facetas más amargas del drama español es el desalojo de sus viviendas que enfrentan a diario centenares de familias. La Plataforma de Afectados por la Hipoteca, PAH, denuncio que entre 2007 y 2011 se habían iniciado 349.438 ejecuciones hipotecarias y se habían producido 166.716 desahucios. La Asociación de Afectados por Embargos y Subastas, AFES, estima que para 2015 se habrán ejecutado cerca de 700 mil. Para hacer frente a los atropellos los damnificados se han organizado, y como lo muestran algunos videos en las redes sociales, muchas veces logran evitar los lanzamientos. Gente sin casa y casas sin gente, tal es el panorama de la España de estos tiempos, pues aunque no hay un dato preciso, se estima que entre el número de viviendas nuevas, las de segundo uso y las que dejan los desahucios, hay en el país alrededor de 3 millones de inmuebles vacíos.
Lo sucedido en España se enmarca dentro de la crisis financiera internacional de 2008 —explicada en sus aspectos esenciales en los artículos de Alfonso Hernández Ganancia de los bancos; miseria de las naciones y Comentarios sobre la crisis en Europa—, pero posee algunos rasgos particulares que vale la pena remarcar. El principal de ellos y el de mayor incidencia sobre todos los demás es el ya resumido del peso que adquirió en la economía y en los lineamientos del gobierno la industria de la construcción, llamada por los españoles del ladrillo. Allí se encuentra la explicación a las dimensiones del desempleo superior al doble del promedio de la Unión Europea. También es la razón de la abultada deuda privada que tanto preocupa a “los mercados”, como les dicen eufemísticamente a los usureros los economistas a sueldo del capital.
Del total de la deuda externa, cuya evolución se aprecia en el gráfico Nº 3 y que en marzo de 2011 era de 1,775 billones de euros, equivalentes a 165,4% del PIB, el 16% corresponde a deuda pública, mientras el sector privado debía el 84% restante, 1,4 billones de euros. De esta cifra 760 mil millones corresponden a las acreencias del sector financiero, un 40% de toda la deuda externa española.
Gráfico Nº 3
En el caso español, las empresas y los bancos se endeudaron principalmente con entidades financieras alemanas y francesas, ya que el auge de la construcción coincidió con la puesta en marcha de la Eurozona y quedó bajo su influjo. Cuando los españoles, como el resto de pueblos del viejo continente votaron por conformar una comunidad política lo hicieron con la creencia de que actuando como bloque la fortaleza de la Unión Europea acrecentaría la de sus propios países. Los hechos demuestran que no fue así. A la postre, fueron los germanos los que terminaron sacando los mayores beneficios de la moneda única, dándoles salida a sus excedentes de capital y de bienes y servicios. En el curso de la crisis en los estados del sur de Europa y en Irlanda se puso de manifiesto que son los alemanes en alianza con los franceses los que imponen sus intereses al resto de la Unión a través de la autoridad monetaria, el Banco Central Europeo, BCE, y de la Comisión Europea, CE, la autoridad política, la primera con sede en Fráncfort y la segunda en Bruselas.
Un artículo de Dani Gómez-Olivé i Casas y Eulàlia Reguant publicado en el sitio Quién debe a Quién afirma, con razón, que para conocer lo que hay detrás de las presiones sobre España se debe saber cuáles son los bancos internacionales acreedores de su deuda y presenta los siguientes datos extractados de un informe del Banco Internacional de Pagos, de marzo de 2011:
Origen de los bancos | % de la deuda española |
Alemania | 22 % |
Francia | 20 % |
Estados Unidos | 17 % |
Gran Bretaña | 14 % |
Italia | 4 % |
Resto del mundo | 16 % |
Fuente: Banco Internacional de Pagos
Cuando estalló la crisis y los especuladores huyeron de España, se produjo una escasez de crédito y los bancos acudieron al BCE en busca de liquidez. Como a la misma situación se enfrentaban otras economías, principalmente las del sur de Europa, la entidad comenzó a realizar millonarias subastas de fondos a tres años con tasas del 1%. Hasta el momento se han realizado tres emisiones que totalizan 1.1 billones de euros, de los cuales el país ibérico ha recibido 315 mil millones. Nada de esos recursos fluye hacia la reanimación de los sectores productivos, pues una parte son utilizados por los bancos y cajas para atender vencimientos de pagos e intereses, y otra, para adquirir deuda soberana, ante las dificultades que el Estado encuentra para acceder a los desconfiados mercados financieros externos. Esa desconfianza ha hecho que suba la prima de riesgo1que encarece los intereses de la duda española que hoy están por encima del 6%. ¡Es decir, que los aventureros de la banca, corresponsables de las desgracias del país, reciben dinero al 1% y lo prestan a su gobierno al dulce 6%! Pero aquí no terminan las gabelas con las que se los colma. Los fondos del BCE llegan a través del Banco de España y es este el que responde por ellos, lo que significa, en plata blanca, que el rescate consiste en convertir deuda de los bancos privados en deuda pública.
Lo anterior es perfectamente claro si se observa nuevamente el gráfico 3, en donde desde 2007 la deuda pública se dispara y a los sectores que contribuyen a la deuda externa se les suma uno nuevo: la autoridad monetaria. El gráfico no registra la última subasta del BCE realizada el 29 de febrero pasado, momento en el que lo captado por España se remontó a los 315 mil millones mencionados en el párrafo anterior. Al tiempo que tales aberraciones suceden, el pueblo, al que le toca pagarlas, es tratado sin compasión.
Bajo el acicate de la CE y del BCE, el gobierno de izquierda de Rodríguez Zapatero realizó una reforma laboral —que ya comentamos— y otra a las pensiones con la que se aumentó la edad de jubilación de 65 a 67 años y para determinar el monto de las mesadas se subió el período para calcularlas de 15 a 20 años, con lo cual se redujeron en un 10%. Además, realizó un recorte en los Presupuestos Generales del Estado de 15 mil millones de euros que afectó principalmente los sistemas sanitario y educativo. Por su parte, Ángela Merkel venía presionando para que los gobiernos de la Eurozona introdujeran en sus constituciones una cláusula de estabilidad presupuestaria que obligara a todas las instancias del gobierno a reducir el déficit fiscal a los niveles permitidos por la UE y a colocar el pago de la deuda como una prioridad por encima de cualquier otra, aduciendo para ello que ya Alemania lo había hecho. A mediados de 2011, Zapatero realizó un acuerdo con el Partido Popular, PP, para sacar adelante la enmienda y esta se tramitó en un tiempo récord. En ella quedó consignado que “los intereses y el capital de la deuda pública de las Administraciones se entenderán siempre incluidos en el estado de gastos de sus presupuestos y su pago gozará de prioridad absoluta”.
2011 finalizó con el cambio de inquilino en el Palacio de la Moncloa, pero las diferencias se han circunscrito a que Mariano Rajoy busca mostrarse aún más solícito con las exigencias de los financistas. Para empezar y para no quedarse atrás de lo hecho por Grecia e Italia en donde los primeros ministros fueron altos ejecutivos de Goldman Sachs, nombró en la cartera de Economía a Luis de Guindos, quién era el jefe de Lehman Brothers para la Península Ibérica en momentos en los que se produjo la estrepitosa caída de la compañía financiera norteamericana. Cuando España dio a conocer las cifras del déficit fiscal de 8,5% del PIB en 2011, Bruselas hizo sonar las alarmas y la conminó a reducirlo a 5,3% en el presente año. De inmediato Rajoy y Guindos pusieron en marcha una nueva tanda de reformas que acrecentarán los padecimientos de los españoles. Además de la reforma laboral que provocó la huelga del 29 de febrero, los Presupuestos Generales del Estado sufrieron un tijeretazo de 27 mil millones de euros en los gastos, —una suma casi igual a los 28 mil millones que representa el pago de los intereses de la deuda este año—, de los cuales 7.000 millones corresponden a salud y 3.000 millones a educación.
En salud los recortes implican, entre otros, el copago de los medicamentos —la gratuidad de las recetas se consideró siempre una de las grandes conquistas del Estado de Bienestar español—; la introducción de un sistema para limitar la prestación de servicios similar al del Plan Obligatorio de Salud, POS, existente en Colombia, y la exclusión —con tinte xenófobo—, del acceso a estas prestaciones para los emigrantes indocumentados, que en España rondan el medio millón.
En educación las disposiciones aumentan los alumnos por aula en un 20% e incrementan las horas lectivas por profesor; derogan la obligatoriedad de que los centros ofrezcan dos de las tres ramas de bachillerato existentes —Artes, Ciencias y Letras y Humanidades—; se eliminan complementos retributivos al profesorado y se obliga a los colegios a cubrir las licencias de maestros, inferiores a 10 días, con personal de su propia planta y no con interinos, como se venía haciendo. Las organizaciones ibéricas del magisterio han denunciado que estas medidas dejarán sin empleo a 100 mil docentes. Las Universidades públicas sufrirán un aumento en el valor de las matriculas de entre 50% y 66%, según las carreras y a los repitentes las penalizaciones podrán llevarlos a pagar hasta el 100% de lo que cuestan los cursos en el sector privado, que oscilan entre 5.000 y 7.000 mil euros.
Los críticos del régimen aciertan al afirmar que hasta el momento Rajoy sólo se ha dedicado a cercenar servicios sociales, pero no ha tomado medidas para percibir más recursos sacándolos de la bolsa de los potentados. El sistema tributario español es profundamente regresivo al obtener sus fondos principalmente de gravar el consumo, al tiempo que llena de exenciones a las grandes fortunas. Algunos beneficios de esta índole les fueron otorgados incluso en medio de la crisis. La única fuente de nuevos ingresos prevista son las privatizaciones, que se espera sean anunciadas en los próximos días, dentro de las cuales no se descartan los sistemas de metro de varias ciudades, acueductos, aeropuertos y hospitales de las Comunidades Autonómicas y de las municipalidades.
Aun así, los tiburones de las finanzas no se muestran satisfechos. ¿Qué más quieren? En primer lugar exigen que con dineros públicos se compren a los bancos los activos tóxicos2, ya sea a través de una entidad oficial o privada, para garantizar su saneamiento y reestructuración. Así lo ha hecho saber el Fondo Monetario Internacional, FMI, en un avance de su informe quinquenal, al que hace eco el editorialista del diario El País, quien después de lamentarse porque el hundimiento de las empresas españolas en la bolsa es el mayor de Europa, afirma que esto se da “sobre todo por la desconfianza en los bancos. La reforma financiera impulsada por este Gobierno no ha resultado convincente (…) será imprescindible segregar el ladrillo de los balances para conseguir que vuelva el crédito a las empresas.” La reforma a la que se refiere se inició bajo Zapatero y Rajoy la continuó. Ha consistido básicamente en la creación de dos fondos, uno público, mediante el cual se adquieren entidades financieras con problemas, se sanean y se venden, y otro privado, que gestiona fusiones y adquisiciones a fin de concentrar el negocio para reducir el número de bancos a once. Esta es la parte que no avanza pues los banqueros han actuado con el mayor sigilo y evadido que los balances se pongan en blanco y negro para evitar una brusca pérdida de valor de sus corporaciones. Las sumas en juego no son nada despreciables: 400 mil millones de euros en activos inmobiliarios, de los cuales se estima que 176 mil millones son problemáticos. Dos de los bancos españoles, el Santander y el BBVA, implicados en todas estas negociaciones e interesados en sacar de ellas el mayor partido, se encuentran dentro de las cien más grandes empresas del mundo y gracias a que han logrado extender sus tentáculos por todo el sur del continente americano, son las que menos han estado expuestas a las consecuencias de la crisis.
Otro palpable motivo de desconfianza es que las medidas de recorte en el gasto no se acompañen de una elevación de los impuestos, en particular del IVA, como lo expresó Huw Pill, economista jefe para Europa de Goldman Sachs, en un sondeo realizado por Expansión. También se exige un nuevo reparto de competencias y recursos para fortalecer al gobierno central frente a las Comunidades Autónomas a las que se acusa de despilfarradoras. A estas se las mete en cintura en una ley en trámite que desarrolla el principio que se incluyó en la Constitución sobre la estabilidad presupuestaria. Rajoy se ha caracterizado por ir soltando las reformas por paquetes mientras guarda silencio en torno a lo que prepara. Sobre lo que no hay dudas es sobre su obsequiosidad frente a “los mercados”. Por ello, no sería extraño que en cualquier momento ponga sobre las espaldas de las masas nuevas cargas impositivas.
La situación de España está inmersa en el caldero de un gran conflicto internacional que se dirime en el viejo continente entre los intereses de dos ejes: uno, en el que la batuta la lleva Alemania secundada por Francia, manguala que ha contado hasta el momento con las mayores ventajas en el afán por colonizar Europa, y otro, capitaneado por la primera potencia mundial, los Estados Unidos, esmerado en evitar el surgimiento de una potencia que le dispute la hegemonía y que tiene como aliada a Inglaterra. Como lo observa Alfonso Hernández en el artículo El segundo acto de la tragedia griega, las intenciones de la señora Merkel son “que a la Comisión Europea, con sede en Bruselas, los gobiernos nacionales le transfieran atribuciones para que pueda actuar como un verdadero Ejecutivo continental, y pide otorgarle mayores facultades al Parlamento europeo. Por su parte, el Consejo, conformado por las cabezas de Estado y de gobierno de los países miembros, debe actuar como una segunda cámara legislativa.” Pero las cosas no son nada fáciles para la dama de hierro teutona. Si bien son los germanos los que más han pescado en el río revuelto de la crisis, entre los pueblos de las naciones europeas es cada vez mayor el recelo hacia el gobierno alemán.
En Francia el candidato por el que la señora Merkel expresó públicamente sus preferencias, Sarkozy, fue derrotado en la primera vuelta por Hollande y la tendencia que comienza a manifestarse para la segunda vuelta es que los sectores que quieren un replanteamiento de las relaciones europeas y una ruptura del pacto Berlín-París, comienzan a agruparse en torno al candidato del Partido Socialista. Un cambio en las inclinaciones de Francia podría darle un vuelco al rumbo de Europa en provecho del imperialismo gringo.
Los focos de perturbación política y de agitación social están en aumento. En Holanda, país que hace parte del núcleo duro del Euro y que es considerado el alumno aventajado de Alemania, el primer ministro Mark Rutte se vio obligado a dimitir al no poder convencer al Parlamento de aprobar el pacto fiscal de la eurozona que obliga a reducir el déficit al 3%, lo que para los holandeses significa un recorte en el presupuesto de 16.000 millones de euros, cuando la economía acusa una recesión desde hace dos años. Allí la oposición a las directrices de la UE ha estado liderada por el Partido de la Libertad, una organización de ultraderecha, anti islamista. En Italia el dos veces primer ministro Romano Prodi propuso “Cambiar de política” y agregó “Si Alemania parece estar convencida de poder hacerlo sola, Italia debe trabajar con Francia y España para relanzar Europa”. El resultado de las primarias francesas y la crisis en los Países Bajos han servido de detonante de una oleada de expresiones de inconformidad contra la política alemana acompañadas de manifestaciones en Portugal e Italia.
Por su parte, Estados Unidos, la potencia que ha acumulado el más negro y vasto prontuario de agresiones contra los pueblos del orbe y que fue pionera de las draconianas medidas de ajuste neoliberal en América Latina, su patio trasero, aparece ahora en el Viejo Continente como adalid de los derechos sociales y no pierde oportunidad para criticar la política de austeridad que Ángela Merkel le está imponiendo a la Unión Europea y para alentar las discordias. Así lo hizo en Grecia y también lo está haciendo en España. Como si el Tío Sam no tuviese una parte, y grande, en la responsabilidad de las desdichas de esas naciones. El bombardeo de encumbrados economistas y de la prensa norteamericana e inglesa se ha vuelto permanente. Hace unos días un editorial de The New York Times sentenció: “La austeridad, remedio para todo mal prescrito por la señora Merkel, no funciona en ningún lado”. En el mismo sentido se han pronunciado los Nobel de economía Krugman y Stiglitz, el primero de ellos ha sugerido en los casos de Grecia, Irlanda, Portugal y España que les iría mejor abandonando el Euro. George Soros, el célebre multimillonario especulador de bolsa, recomendó en una entrevista para el diario Le Monde: “Si tuviera que invertir, apostaría contra el euro” y agregó que “la crisis del euro amenaza con destruir la Unión Europea y los dirigentes del viejo continente están llevando a Europa a su ruina”.
Cualquiera que sea el desenlace de la actual crisis económica y del conflicto entre los poderes imperialistas, hay una cosa cierta: Europa ha vuelto a ser escenario de una agudización de la lucha de clases en gran escala. Para ello, no es sino ver lo que ha sido el movimiento de los indignados en España.
Surgió cuando millones de trabajadores se encontraron sin empleo y cientos de miles de familias perdieron sus viviendas. Apareció porque esas mismas personas vieron cómo al Estado sólo le interesaba el salvamento de los bancos causantes de las calamidades que azotaban a España, a los que les entregaba a chorros miles de millones de euros, mientras a la población se le disminuían los salarios, se le degradaban las condiciones laborales y le recortaban los servicios sociales. El pueblo entendió que los políticos, llámense Socialistas o Populares, eran meros monigotes de los banqueros y se habían hundido hasta el cuello en el lodazal de la corrupción y que la democracia en la que habían creído siempre y a la que confiaban su destino no era más que un engaño vulgar. Todo aquello incubó la indignación en las gentes honestas que comenzaron a realizar su propia democracia mediante asambleas para tomar en sus manos los problemas de la Nación. El Movimiento recibió el ejemplo de los tumultuosos levantamientos en los países árabes y de la lucha que se tomaba las calles en Grecia. Por toda España brotaron montones de Quijotes dispuestos a “desfacer agravios y enderezar entuertos”.
El ambiente comenzó a caldearse con una huelga estudiantil que se inició el 30 de marzo de 2011, para protestar contra el desempleo, la reforma laboral, la reforma a la educación superior conocida como el plan Bolonia, los recortes en los presupuestos educativos y el aumento en las matrículas universitarias —tasas en España—. Mediante innumerables asambleas y una intensa actividad en las redes sociales el 15 de mayo, 15-M, se convocó a movilizaciones en 50 ciudades y, en Madrid, los asistentes permanecieron en La Puerta del Sol hasta que fueron desojados en la mañana del día siguiente. A partir de allí se hicieron acampadas que se extendieron por todo el país. La juventud y el pueblo de España habían comenzado a escribir una hermosa página en la historia de la resistencia civil. Desde el 15-M hasta la fecha las asambleas populares, movilizaciones y acampadas no han cesado y tomaron un nuevo impulso con las reformas emprendidas por Rajoy. En la huelga general del 29 de marzo coincidieron por primera vez el 15-M y los sindicatos que, como ha sucedido en todas partes, en España también se entregaron a los tejemanejes de la concertación con los patrones y el gobierno y perdieron la credibilidad de los trabajadores. Comisiones Obreras, CCOO, y la Unión General de Trabajadores, UGT, se vieron obligadas a lanzar la huelga cuando, después de haber acordado con la patronal que esta podía ajustar a su antojo horas de trabajo y salarios, el gobierno introdujo en su enmienda laboral el abaratamiento del despido. Los hechos se encargaron de demostrar que bajo las condiciones actuales del capitalismo, cada vez hay menos espacio para los traidores en el movimiento obrero.
Las turbulencias de la crisis económica en España y en el conjunto del viejo continente auguran un nuevo auge de la lucha de las masas, en una región del globo que vuelve a jugar un papel decisivo para la humanidad. En los años 30 del siglo pasado, cuando la bota del fascismo hollaba las naciones europeas, España se vio envuelta en una guerra civil que para su infortunio ganaron las retrógradas fuerzas que la sumieron en más de tres décadas de oscuridad. En aquellos días, un pastor de ovejas de Orihuela que escribía versos, decidió poner su vida y su pluma al servicio de las fuerzas que batallaban contra Hitler, Mussolini y Franco y en las trincheras escribió apasionados y profundos poemas que enaltecen la lengua de Cervantes y que hoy resplandecen de nuevo para dar aliento a la lucha revolucionaria del pueblo español:
Español, al rescate
de todo lo perdido.
¡Venceré! has de gritar sobre cada momento
para no ser vencido.
Del poema Euzcadi, en Vientos del pueblo. Miguel Hernández. 1937
Notas
- Sobreprecio que paga un país en comparación con otros en el mercado financiero y que aumenta según el riesgo de impago para los inversionistas. En Europa se mide teniendo como referencia los bonos alemanes por considerar que son los de menor riesgo. Suponiendo que la rentabilidad de los bonos alemanes a diez años es del 2% y la de los españoles del 6%, la prima de riesgo es de 400 puntos básicos.
- Papeles creados a partir de hipotecas a personas de poca solvencia económica, respaldados por una vivienda cuyo valor ha caído considerablemente. Estos papeles no valen nada en el mercado financiero.
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