Breve homenaje a Tolstoi
El pasado sábado, 20 de noviembre de 2010, el escritor ruso León Tolstoi (Lev Nikoláyevich Tolstói) cumplió un siglo de haber fallecido.
El pasado sábado, 20 de noviembre de 2010, el escritor ruso León Tolstoi (Lev Nikoláyevich Tolstói) cumplió un siglo de haber fallecido. Notas Obreras quiere, citando algunos apartes de su obra, rendirle homenaje de una forma diferente a la que se ha venido haciendo en algunos medios, como la publicada en un artículo de El Espectador, en el que se sobredimensionan sus creencias religiosas y se intenta hacer parecer al novelista como un acomplejado capellán, “…creyente, devoto lector y seguidor de los Evangelios.”
El pasado sábado, 20 de noviembre de 2010, el escritor ruso León Tolstoi (Lev Nikoláyevich Tolstói) cumplió un siglo de haber fallecido. Notas Obreras quiere, citando algunos apartes de su obra, rendirle homenaje de una forma diferente a la que se ha venido haciendo en algunos medios, como la publicada en un artículo de El Espectador, en el que se sobredimensionan sus creencias religiosas y se intenta hacer parecer al novelista como un acomplejado capellán, “…creyente, devoto lector y seguidor de los Evangelios.”
Con su forma sencilla de escribir supo ordenar cada palabra, de manera que produjera conmoción y lograra remover la sensibilidad humana. Sus novelas están llenas de realismo, en donde integró la descripción del mundo en el que vivía —y en el que padecían sus coterráneos— con un modo de narrar impecable. Son estos los aspectos que se desean resaltar.
Lenin, el líder de los soviets, describía con acierto a su compatriota: “Tolstoi reflejó el odio acumulado, el maduro afán de una vida mejor, el deseo de liberarse del pasado, la falta de madurez que entrañaban los sueños, la incultura política y la blandura revolucionaria”.
Tolstoi percibió, como pocos, la decadencia y la superficialidad de la aristocracia rusa. En La guerra y la paz señalaba:
—Aquí, en Moscú, nos ocupan más los banquetes y los chismorreos que la política —dijo con su tono tranquilo y ligeramente burlón—. No sé nada de estas cosas. La sociedad de Moscú se entretiene, sobre todo, con los comadreos…
—En Moscú no se hace más que comadrear. Todos se interesan por saber a quién dejará el conde su fortuna…
No sólo enfiló su pluma contra la marchita aristocracia de su país, también supo retratar al burgués que se hacía con el poder de la nobleza, y detalló agudamente al capitalismo; además de ser consciente de la urgencia de otro modelo de sociedad. En Ana Karenina, por medio de uno de sus personajes, advertía:
—El capital aplasta al trabajador —decía Nicolás—. La sociedad está organizada de modo que cuanto más trabaja el obrero, más se enriquece el propietario, el hombre de negocios. Aquel, causa principal de la riqueza, siempre será una bestia de carga. Tal estado de cosas exige un cambio radical…
—Por eso estamos organizando una colectividad de cerrajeros donde todo se repartirá por igual, tanto el trabajo como los medios de fabricación y los beneficios.
Su acertada narración de la realidad rusa iba más allá de su época; cuarenta años antes de la Revolución Proletaria de 1917 (Ana Karenina se publicó en 1877), anotaba a través de Sergio Ivanovitch, otro de sus personajes:
…la simpatía a los esclavos crecía por momentos y reunía a todas las clases sociales. El exterminio de sus correligionarios y la unánime compasión hacia los oprimidos despertaban la indignación general contra los opresores…
—El alma de Rusia empieza a manifestarse —solía decir.
Cuanto más estudiaba aquellos hechos, mayores y más grandiosas le parecían sus proporciones. A su juicio, abrirían una nueva era en la Historia…
Su propósito era…ser testigo del despertar en la gente del campo de aquel sentimiento nacional que vibraba en la capital y en todas las ciudades.
Y concluía que:
…Si asesinan a nuestros hermanos, y no solamente a los hombres, sino a las mujeres, niños y ancianos, es natural que el pueblo ruso se indigne y vuele en socorro de sus correligionarios, decidido a poner término a estos horrores…¿Acaso no acudirás en socorro de las víctimas sin preguntarte si tu acto es o no legal? .
Podría continuarse citando apartados sobre diversos temas, pues como se mencionó, Tolstoi escribió sobre la realidad de su tiempo, y lo hizo de una manera inigualable, lo que le granjeó el título de ser uno de los novelistas más extraordinarios del siglo XX.
Para finalizar, y como enseñanza del escritor ruso, en tiempos en los que la fragilidad de carácter, la superstición y la frivolidad en el pensamiento hacen un exitoso tránsito, Tolstoi escribía que los librepensadores son aquellos “cuya creencia es la incredulidad y sin más doctrina que el materialismo”.
El presente artículo se puede reproducir total o parcialmente siempre y cuando se cite la fuente, notasobreras.net, y el autor, Ludwig Niccolò Romanovich.
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