“¿Para qué meterse en conversaciones científicas? (…) ¿Qué opinas tú, ma chère?—añade— dirigiéndose a su novia sentada junto a él.
La novia, Dascheñca, en cuyo rostro aparecen impresas todas las cualidades excepto una, la facultad de pensar, se ruboriza y dice:
—Es que el caballero quiere ver que está muy instruido…y por eso habla de cosas que no se entienden…
—A Dios gracias siempre hemos vivido sin instrucción, y ahora, a Dios gracias, casamos a la tercera hija (…) —dice, (…) suspirando, la madre de Dascheñca —Pero si para usted no somos instruidos, (…) Podía haberse quedado usted con sus instruidos.”
De esta manera discurría la conversación de los personajes de Boda por Interés, uno de los cuentos de Antón Chejóv. Conversación que por su trivialidad parecería describir acertadamente el tiempo de hoy, por muchos denominado como “sociedad del conocimiento”.