Así ha pasado su vida Martínez Neira: haciendo amigos y socios, tejiendo una tupida red de tráfico de intereses en las distintas ramas del poder público, con los plutócratas y con los personajes políticos de todos los tintes; cambiando de casaca o vistiendo varias a la vez, según acomode a sus apetitos; mezclando y confundiendo lo público con lo privado, siempre en desmedro de lo primero y en beneficio de lo segundo.