Se necesita ser demasiado intonso, o asaz artero, para endosar que el mismo ente que exige perentoriamente arrasar con los salarios, las pensiones y toda clase de garantía legal y extralegal obtenida por los descamisados de Colombia en más de una centuria de abnegadas batallas, a su vez se vaya a hacer cargo de acabar con la subcontratación y los pactos colectivos y a entibar los sindicatos, la negociación colectiva y hasta la huelga, quitándole las limitaciones hoy existentes, éstas últimas, herramientas por excelencia del proletariado para su lucha económica contra el capital, es decir, su palanca para vender en mejores condiciones la fuerza de trabajo.