La mayoría de los directivos de Sintratelefonos continúa la persecución implacable contra quienes nos oponemos a sus traiciones y patronalismo
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Comunicado sobre el veto a Martha Ruíz para ser candidata a la junta directiva de Sintratelefonos.
El pasado miércoles en horas de la tarde fui informada de que, por decisión mayoritaria, la junta directiva de Sintratelefonos tomó la decisión arbitraria, antidemocrática y antiestatutaria de inhabilitarme para participar en las elecciones que se llevarán a cabo el miércoles de esta semana. Se profundiza así la vindicta en mi contra, que ya lleva varios años. Se me sanciona la víspera y ni siquiera se me permite defenderme y controvertir la decisión, como es obligatorio en toda entidad plural y regida por normas democráticas. Hasta en los procesos disciplinarios en las empresas existen garantías de defensa. Los tiranuelos del sindicato lo impiden.
Votaron para impedirme participar en las elecciones los directivos William Vargas, Leonardo Argüello, Jeisson Cifuentes, Carlos Deaza y Mario Infante, los cuatro primeros acaudillaron la traición cometida contra los derechos de los trabajadores y la convención colectiva el pasado diciembre. Se abstuvieron William Sánchez, Pedro Urrea y José Ardila, actitud con la que contribuyeron a la aprobación de la maniobra antidemocrática. Votaron en contra las compañeras Alejandra Wilches y Paula Pachón, quienes han mantenido dignamente una clara posición de defensa de los derechos laborales y de la empresa como patrimonio público.
Ante la imposibilidad de utilizar los mismos argumentos con los que me vetaron en 2022, los cuales demostré que eran una marrulla en un derecho de petición que le dirigí recientemente a la junta directiva, en esta ocasión aducen la falsedad de que estoy en posición de coaccionar indebidamente a mis compañeros de trabajo dizque por mi posición jerárquica. Criterio que no les aplicaron a dos compañeros Profesional IV y profesional V que también se inscribieron para aspirar a la junta directiva, y que están en todo su derecho. Nunca he tenido ni tengo compañeros subordinados. Mi cargo de supervisora de contratos no implica ninguna superioridad jerárquica sobre trabajador alguno. Hemos llegado a ser 300 supervisores de contratos y todos somos subordinados, no tenemos ningún poder subordinante. De ser así, la empresa no se hubiera ensañado contra mí en una abierta persecución por la que en los últimos 5 meses he sido sancionada consecutivamente por 22 días. El señor Argüello expresó públicamente la disculpa irrisoria de que no me defendería en esos procesos disciplinarios, porque no tenía garantías de mi parte. Cuando es a mi a quien la empresa está persiguiendo.
La verdad es que el grupo patronalista —que se porta zalamero con la Administración mientras descarga el garrote sobre quienes nos hemos atrevido a criticar su entreguismo—, lo que me está cobrando es la lucha vertical que di públicamente y en la comisión negociadora en contra del contrapliego de la empresa, el cual esos directivos nunca denunciaron, jamás movilizaron a los trabajadores a combatirlo y, finalmente, decidieron suscribirlo, en diciembre pasado, cuando presionaron para que se aceptara que, en adelante, los nuevos trabajadores de ETB no se beneficiarán de la convención colectiva. Una de las peores traiciones cometidas en el sindicalismo colombiano en las últimas décadas. ¿Qué autoridad tienen los esquiroles para vetar a quienes hemos procurado mantenernos consecuentes en la lucha?
He interpuesto una acción jurídica de tutela contra esa decisión. No me hago ilusiones al respecto, pero consideré necesario hacerlo. Se que es muy posible que se falle nuevamente que tengo que reclamar mis derechos ante la justicia ordinaria laboral, y que ello le permitirá al leguleyo señor Argüello decir que la justicia desestimó mis reclamos, lo cual es otra de sus falsedades, porque tal decisión no juzga el fondo de los derechos reclamados, sino que recomienda tramitarlos en otra instancia judicial. Hasta ahora he desestimado tal recomendación debido a la larga duración de los procesos ordinarios, que duermen el sueño de los justos en los despachos judiciales y, por lo tanto, dejarían sin efecto práctico mi reclamación así el fallo me favoreciera a la vuelta de unos años.
Ante este nuevo atropello llamo a los compañeros que habían estimado votar por mi a que lo hagan por los compañeros instalador reparador Fernando Moreno y Conductor Julio Camacho, quienes se mantendrán en el tarjetón con el número 9 que me había sido asignada en el sorteo. Ellos con seguridad son y serán baluartes de la lucha en la coyuntura más difícil por la que ha atravesado ETB, signada por los despidos, los planes de retiro y la amenaza de privatización.
La lucha sigue a pesar de los atropellos y la traición.
Fraternalmente
Martha Ludivia Ruiz Trujillo
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