El incremento del mínimo: entre la intransigencia empresarial y la demagogia oficial
Declaración de Notas Obreras sobre el nuevo salario mínimo
En un discurso en Zipaquirá, el pasado 24 de diciembre, flanqueado por la obsequiosa ministra del Trabajo, que oscilaba entre forzar el aplauso de la concurrencia y pasarle las notas el presidente, el primer mandatario anunció que el salario mínimo subirá, para 2025, a $1.423.500 y el auxilio de transporte a $200.000. El presidente optó por un “justo medio“ entre la oferta patronal de 7,5 %, que el presidente de Acopi señaló como el punto al que la patronal estaba dispuesta y la solicitud de las centrales sindicales de 12 %.
En esta ocasión la verbosidad presidencial se desbordó. Llegó a afirmar, contra toda lógica, que durante su mandato el mínimo ha crecido entre 30 % y 35 % en términos reales. Y discutiendo por X con una excodirectora del Banco de la República, afirmó que su decisión de hacer un aumento “sustancial“ buscaba “a partir de un incremento de demanda, reactivar la economía“, y así contrarrestar la disminución del gasto público causada por el hundimiento de la reforma tributaria.
Pero si nos atenemos a las cifras de inflación suministradas por el Dane en 2022 y 2023 y a la aproximada para 2024, de entre 5 % y 5,2 %, la verdad es que los tres aumentos del mínimo del gobierno Petro suman, en el mejor de los casos, 9,91 % (2,88 % en 2023; 2,49 % en 2024 y 4,54 % en 2025) en términos reales, es decir, descontada la inflación del año precedente.
Ahora bien, si hacemos el ejercicio de calcular en pesos reales el aumento para 2025, resulta que el 4,54 % equivale a $59.020 mensuales, o $708.240 en el año. Como alrededor de 3,7 millones de trabajadores devengan el mínimo, quiere decir que lo que se agregará a la demanda anual por causa del aumento estará alrededor de $2,62 billones. Es decir, un 0,4 % de los ingresos anuales de las personas en Colombia, los cuales diversos estudios ubican en alrededor de $652 billones. Y como porcentaje del PIB, apenas el 0,16 %. ¿Es serio, entonces, plantear que esto apalancará de manera importante la demanda y reactivará la economía? ¡Tanta labia para tan pírricas cifras!
La verdad es que los $1.967 pesos diarios reales que aumentará el salario, alcanzan si acaso para cuatro huevos, o algo así como medio litro de leche, o se los come en buena parte el incremento de los arrendamientos, atados al IPC. Las masas en su experiencia diaria se percatarán de que la encendida parla presidencial, no les pone más pan en la mesa ni alivia la menor de sus carencias. Solo a la comparsa en que se han convertido las centrales sindicales se les ocurre decir, por boca de su principal vocero, el señor Fabio Arias, que el aumento es significativo y que ayuda a reducir la brecha salarial dejada por los gobiernos empresariales.
De otro lado, repugnan la recalcitrante actitud de los gremios económicos, en especial la Andi, Fenalco, la SAC, Acopi, la Cámara Colombo Estadounidense y sus “centros de pensamiento“ como Anif y Fedesarrollo, y los politicastros de la ultraderecha quienes, todos a una, no cesaron de perorar durante el proceso de “concertación“ y luego del anuncio del decreto, que cualquier aumento más allá del que ellos estaban dispuestos a hacer, y que le transmitían en secreto a la ministra, conduciría a la economía a la debacle, ahuyentaría la inversión, dispararía la inflación, que dizque tanta brega le ha dado al Banco Central reducir, e impediría la formalización del empleo. En fin, la consabida cantinela que encubre que lo que quieren es mano de obra barata, lo más barata posible, que apenas toque sus abultados balances. Pues bien, eso volvieron a lograr. Pero claro, seguirán fustigando a la Administración que lo hizo posible.
Diciembre 27, 2024.
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