El gobierno del cambio exhibe la temblorosa rodilla en tierra ante los financistas y el FMI y la alevosía contra las gentes trabajadoras
Declaración de Notas Obreras en respaldo al paro camionero
El pasado domingo, 1 de septiembre, el gobierno de Gustavo Petro, decretó un alza del 20 % en el precio del galón de ACPM, el combustible con el que se mueve el grueso de la flota de transporte de personas y carga del país, y anunció dos subidas más para los próximos meses, con las que se igualarán o superarán los “precios internacionales“ de este combustible, como ya sucedió con la gasolina, cuyo precio Petro ha elevado durante su mandato en más de 75 %, razón por la cual esta es hoy en Colombia mucho más cara que en Estados Unidos, la primera economía del planeta.
El propio ministro de Hacienda, Ricardo Bonilla, reconoció, como si nada, que el alza de la gasolina ha significado más de dos puntos porcentuales en el costo de la vida. Esto se reproducirá con creces con la subida del diesel, pues el grueso de las mercancías que componen la canasta familiar, tanto de producción nacional como importadas se movilizan en vehículos que usan este combustible. Hay cálculos de que este despropósito terminará por aumentar en alrededor del 4 % la inflación.
El alza, exigida por el Fondo Monetario Internacional, FMI, para cumplir la regla fiscal, es decir, la política de supeditar el bienestar del pueblo y el progreso del país al pago cumplido de la deuda pública—, que no se habían atrevido a imponer los gobiernos de derecha por temor a la insubordinación del pueblo, decidió ordenarla Petro, personaje que se encumbró al poder acaballado en el estallido social de 2019-2021, movimiento que insurgió, precisamente, por el hastío de las masas con los designios laborales, pensionales, tributarios, fiscales de los organismos multilaterales, agentes de los tiburones financieros internacionales.
Los camioneros, ante semejante medida, que se suma a otro rosario de problemas que los afectan y que también se originan en la indolencia oficial, y la burla permanente en que se constituyen sus “diálogos“ y “concertaciones“, decretaron un paro nacional que que ya se extendió a todo el territorio, y que está recibiendo un creciente apoyo de otros trabajadores del transporte y de las gentes sencillas que rechazan el atropello gubernamental.
En contravía a esta espontánea reacción popular de apoyo a los transportistas, la cúpula del sindicalismo, particularmente la dirección de la CUT, optó por servir de altavoz de las peroratas del FMI sobre los supuestos subsidios de los combustibles y por calumniar vilmente a quienes protestan, señalándolos de hacer parte de una conjura golpista contra el gobierno de Petro; a pesar de que el grueso del establecimiento de cacaos, tecnócratas, editorialistas de la gran prensa, agentes de los organismos multilaterales se deshacen en elogios a la “valentía“ del gobierno que tomó la “dura pero necesaria medida“.
Así, el conciliador en jefe que habita la Casa de Nariño y sus acomodados seguidores sindicalistas quieren meter de contrabando la tesis peregrina de que el cambio por el que tanto ha luchado y padecido el pueblo colombiano consiste en que sean ellos, desde los mullidos sillones oficiales, los que apliquen las hambreadoras medidas dictadas por los financistas a través de sus organismos crediticios.
Por el contrario, Notas Obreras apoya incondicionalmente y llama a respaldar la valerosa movilización de los transportadores por sus reivindicaciones y no duda en señalar que su lucha encarna los más genuinos intereses de los sectores laboriosos de Colombia y una sin igual enseñanza sobre cómo enfrentar los atropellos. Finalmente, condenamos la no disimulada intención del gobierno de reprimir y penalizar a los líderes y activistas del movimiento, como lo indican sus “trinos“ envalentonados y se lo exigen los mandamases, lo cual, de llevarse a cabo, hundirá a Petro en la misma ignominia de los duques, los gavirias, los santos, los uribes.
Notas Obreras
Comité Permanente
Bogotá 4 de septiembre de 2024
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